sábado, 4 de junio de 2011

César Hildebrandt: “¿Objetividad? ¡Al Cuerno!”
> > Sema­na­rio “Hil­de­brandt en sus trece”, 27 de
> > Mayo del 2011
> >
> >
> > Dicen unos turis­tas infor­ma­ti­vos que han venido a
> > estas comar­cas que la prensa peruana se ha ses­gado y —
> > ha olvi­dado lo que es objetividad.
> >
> > ¿Obje­ti­vi­dad?
> >
> > ¿Cómo pode­mos ser sui­zos y fríos si esta­mos ante
> > el peli­gro de que nos gobierne la suce­sora de una
> > orga­ni­za­ción cri­minal, la única banda que en el
> > Perú
> > pudo con­tar con ejér­cito, marina, avia­ción y
> > pre­su­puesto sin límites?
> >
> > Si yo fuera espa­ñol y alguna reen­car­na­ción de
> > Franco pos­tulase a las elec­cio­nes, ¿sería dable que
> > me pidie­sen neutralidad?
> >
> > ¿Y si fuera fran­cés y un par­tido neo­nazi jaquease
> > las elec­cio­nes recor­dando a Petain, alguien podría
> > repro­char mi com­ba­tiente apa­sio­na­miento?
> > ¿No habrían sido moral­mente supe­rio­res las voces
> > del desen­ten­di­miento en el caso de Stalin?
> >
> > ¿No fue dema­siado “obje­tiva” la prensa
> > occi­den­tal cuando Hitler empe­zaba a surgir?
> >
> > Si fuera chi­leno y el hijo de Pino­chet pasase a una
> > segunda vuelta elec­to­ral, ¿sería dable que me
> > pidie­sen una mirada de nota­rio para juz­gar esa
> > desgracia?
> >
> > Esto es lo que tie­nen que saber los envia­dos, los
> > corres­ponsales y los emba­ja­do­res del pri­mer,
> > segundo y ter­cer mundo que empie­zan a visi­tar­nos: el
> > de
> > Fuji­mori no fue un res­pe­ta­ble gobierno
> > con­ser­va­dor, una opción legí­tima de li­beralismo
> > dura­mente aplicado.
> >
> > El gobierno de Fuji­mori fue una mafia que, al revés que
> > el mítico Midas, infectó todo lo que tocaba.
> >
> > Sépanlo de una vez (o recuér­denlo si lo han
> > olvi­dado): Fuji­mori cerró el Con­greso y con­vocó a
> > uno donde la verda­dera opo­si­ción no estuvo
> > repre­sen­tada;
> > abo­lió por la fuerza una Cons­ti­tu­ción
> > ela­bo­rada en con­senso y per­pe­tró, junto a sus
> > alia­dos, una que sir­vió de arma­dura para las
> > gran­des em­presas; ate­
> > rro­rizó y arrin­conó a los sin­di­ca­tos y hay
> > prue­bas de que el ase­si­nato de Pedro Huilca,
> > secre­ta­rio gene­ral de la cen­tral de
> > tra­ba­ja­do­res más impor­tante del
> > país, fue parte de una cons­pi­ra­ción fra­guada en
> > el Ser­vi­cio de Inte­li­gen­cia; corrom­pió como
> > jamás se había visto al poder judi­cial (el día del
> > golpe su
> > secuaz Mon­te­si­nos se robó una tone­lada de
> > expe­dien­tes que podían ser incó­mo­dos o con los que
> > podía chan­ta­jear); cas­tró a la Con­tra­lo­ría
> > ponién­dola al
> > ser­vi­cio de la impu­ni­dad y nom­brando a jefes
> > pusi­lá­ni­mes que jamás se le enfren­ta­ron; logró
> > que todos los coman­dan­tes en jefe de las Fuer­zas
> > Arma­das
> > (repito: todos) fue­ran ladro­nes y saca­ran di­nero en
> > efec­tivo que muchas veces carga­ron en cos­ta­les y
> > lle­va­ron a Pala­cio de Go­bierno; des­ti­tuyó
> > humi­llan­
> > te­mente, desde su Con­greso anuente, a los
> > magis­tra­dos del Tri­bu­nal Cons­ti­tu­cio­nal que
> > se opu­sie­ron a algu­nas de sus tro­pe­lías
> > mayo­res; alquiló a la casi
> > tota­li­dad de perio­dis­tas de la televi­sión y
> > com­pró, al cash, a los pro­pie­ta­rios de los
> > cana­les; remató las empre­sas públi­cas a pre­cio vil
> > encar­gán­dole la
> > tarea a una serie de sin­ver­güen­zas que muchas veces
> > fue­ron juez y parte dado que ofre­cían lo que ellos, en
> > socie­dad con otros, ter­mi­na­ban com­prando;
> > fue el autor inte­lec­tual de algu­nos de los más
> > noto­rios asesina­tos del lla­mado Grupo Colina, una
> > pan­di­lla de ase­si­nos que el mismo señor Fuji­mori
> > (y allí
> > están los docu­men­tos) ascen­dió, pri­mero, y
> > amnis­tió, des­pués; hizo de la Fis­ca­lía de la
> > Nación una sucur­sal del poder eje­cu­tivo y en la que
> > fue
> > tragicómica­mente céle­bre el papel que le cupo a la
> > “fis­cal vita­li­cia” Blanca Nélida Colán,
> > sen­ten­ciada des­pués a diez años de cár­cel y
> > libe­rada tras cum­plir
> > dos ter­cios de su con­dena; mal­versó alre­de­dor de
> > dos mil millo­nes de soles —ese es el cálculo
> > conser­vador— y creó una red per­so­nal y fami­liar
> > para
> > robar hasta las dona­cio­nes en efec­tivo que le
> > fue­ron entre­ga­das en Japón; per­mi­tió que su
> > ase­sor más cer­cano, Mon­te­si­nos, se enrique­ciera
> > hasta la
> > obs­ce­ni­dad (en una sola cuenta suiza se encon­tró
> > 48 millo­nes de dóla­res a su nom­bre) y, a pesar de
> > saberlo (por­que lo supo ple­na­mente el año 2000
> > cuando el perió­dico que este colum­nista diri­gía
> > difun­dió una cuenta de 2’666,660 dóla­res en el
> > limeño Banco Wiese) lo defen­dió diciendo que esa
> > pros­pe­ri­
> > dad venía de “ase­so­rías a empre­sas
> > extran­je­ras”; per­mi­tió que en su avión (el
> > pre­si­den­cial) subie­ran bul­tos ex­traños y
> > dine­ros múl­ti­ples hasta que un día
> > una inves­ti­ga­ción inde­pen­diente, aus­pi­ciada
> > por una agen­cia nor­te­ame­ri­cana, des­cu­brió 170
> > kilo­gra­mos de clor­hi­drato de cocaína escondi­do en
> > el fuse­laje
> > de la nave; creó una masiva prensa mer­ce­na­ria
> > des­ti­nada a enlo­dar a sus adver­sa­rios, prensa que
> > telediri­gía per­so­nal­mente Mon­te­si­nos; cuando
> > no pudo
> > con­se­guir una mayo­ría par­la­men­ta­ria que
> > ava­lase todas sus arbitrarie­dades, pues ordenó a
> > Mon­te­si­nos que com­prará dipu­tados sacando miles
> > de dóla­res
> > de las arcas públicas…
> >
> > Hizo todo esto y mucho más hasta que un día,
> > des­nu­dado por un video entre­gado por plata por algún
> > trai­dor, aterro­rizado hasta la pis, tré­mulo en la
> > mueca
> > y en los gallos de la voz, se embarcó otra vez en el
> > avión pre­si­den­cial, dijo que iba a Bru­nei a una
> > reunión pre­si­den­cial y apa­re­ció en Tokio, desde
> > donde
> > envió, a tra­vés de un fax, la infame carta de
> > renun­cia que hizo del Perú un país diver­ti­da­mente
> > biza­rro e inexplicable.
> >
> > Poco tiempo des­pués, reco­no­ce­ría tener la
> > nacio­na­li­dad japo­nesa, pos­tu­la­ría a la Dieta
> > que­riendo ser sena­dor, se casa­ría de men­ti­ras con
> > una mafiosa vin­
> > cu­lada con lo peor de la polí­tica nipona y
> > ter­mi­na­ría en San­tiago de Chile espe­rando la
> > amnis­tía o la amne­sia para vol­ver a las andadas.
> >
> > Ese es, a gran­des y ava­ros ras­gos, Alberto
> > Fuji­mori. Y ese fue su gobierno.
> >
> > ¿Que durante su régi­men el país derrotó al
> > terrorismo?
> >
> > Sí: el país. Por­que a Abi­mael Guz­mán lo cap­turó
> > Anto­nio Ketín Vid 1, un gene­ral de la poli­cía a
> > quien Fuji­mori odiaba y a quien trató de hacerle la vida
> > impo­si­
> > ble tras esa hazaña. Fue­ron los méto­dos dic­ta­dos
> > por el ser­vi­cio de la inteligen­cia poli­cial los que
> > des­ca­be­za­ron a Sen­dero. Y cuando Guz­mán cayó,
> > Fuji­
> > mori se hallaba pes­cando pai­ches en un río del oriente
> > peruano.
> >
> > ¿Que con él se firmó el tra­tado de paz con Ecuador?
> >
> > Sí, y eso es meri­to­rio, sobre todo si se tiene en
> > cuenta que esa paz de 1998 fue fir­mada luego de la
> > dra­má­tica derrota del ejér­cito peruano en la lla­
> > mada “gue­rra del Cenepa” de 1995, en la que nueve
> > naves aéreas del Perú fue­ron aba­ti­das con
> > cohe­te­ría de segui­miento tér­mico y en la que
> > per­di­mos a
> > dece­nas de efec­ti­vos por falta de equi­pa­miento y
> > logís­tica (eran los tiem­pos en que se robaba
> > exten­sa­mente a la hora de com­prar arma­mento: 60
> > millo­nes
> > de dóla­res en una sola com­pra de Migs rusos, como se
> > pudo pro­bar judicialmente).
> >
> > Pero, en todo caso, ¿valían Guz­mán y Ecua­dor la
> > indigni­dad de una década? ¿Somos los perua­nos gente de
> > ter­cera que debe de acep­tar el robo y el ase­
> > si­nato como costo inexo­rable de una ges­tión
> > gubernamental?
> >
> > Me dirán que Keiko no es su padre.
> >
> > Si Keiko no es su padre, ¿qué hacen con ella José
> > Chlim­per, ex minis­tro; Jorge Tre­lles, líder
> > con­gre­sal; Vicente Silva Checa, miem­bro de la mafia
> > mediá­tica
> > fuji­mo­rista; Jorge More­lli, inte­ligente
> > por­ta­voz de Fuji­mori en el canal CCN, com­prado con
> > plata negra del ejér­cito; Mila­gros Maraví, alta
> > fun­cio­na­ria del sec­tor
> > econo­mía y aliada de Mon­te­si­nos; Martha Chá­vez,
> > feroz vocera par­la­men­ta­ria; Absa­lón Vás­quez,
> > ex minis­tro y ope­ra­dor som­brío; Rafael Rey,
> > co­laborador
> > desde los comien­zos y amnis­tia­dor de ase­si­nos;
> > Augusto Bedoya, ex minis­tro; Luz Sal­gado y Car­men
> > Lozada de Gam­boa, dúo de mas­ti­nes par­la­men­ta­
> > rias; Luis Del­gado Apa­ri­cio, abo­gado impla­ca­ble
> > de la causa; Car­los Blanco, ex congresista…?
> >
> > ¿Y qué hacen San­tiago Fuji­mori y Jaime Yos­hi­yama
> > cerca?
> >
> > ¿Y por qué todos ellos, en vez de tomar una dis­tan­cia
> > hi­giénica res­pecto del con­de­nado —tal como hizo
> > la dere­cha chi­lena en rela­ción al no con­de­nado
> > Pino­chet— visi­tan la Diroes, reci­ben allí
> > ins­truc­cio­nes y con­se­jos, aliento y planes?
> >
> > No, seño­res. La pasión en este trance no sólo es
> > admi­si­ble sino que resulta moral­mente imprescindible.
> >
> > Lo que no pode­mos hacer los perio­dis­tas es men­tir,
> > in­ventar, fal­sear, titu­lar a nues­tro antojo,
> > esta­ble­cer analo­gías que no lo son, crear
> > fan­tas­mas, omi­tir
> > datos cla­ves, calum­niar, mez­clar la opi­nión con el
> > regis­tro del hecho. En resu­men, prostituirse.
> >
> > Pero en una coyun­tura como esta tene­mos el dere­cho
> > ple­no de opi­nar y prevenir.
> >
> > Y ade­más, ¿a qué obje­ti­vi­dad se refie­ren
> > algu­nos corregi­dores en visita?
> >
> > ¿A la de El País, a punto de ser des­truido como el
> > mejor perió­dico de habla his­pana por los suce­so­res
> > de Polanco y sus múl­ti­ples intereses?
> >
> > ¿A la de El Mundo, que dijo, sabiendo que men­tía, que
> > el cri­men de Ato­cha era atri­bui­ble a ETA?
> >
> > ¿A la de Ber­lus­coni y sus televisiones?
> >
> > ¿O es que hablan de Fox News y sus chi­cos del Tea Party?
> > ¿O del nuevo Wall Street Jour­nal y su olor a Mur­doch?
> > ¡Como si no supié­ra­mos que un buen
> > lote de la gran prensa mun­dial es parte de una
> > sin­fo­nía que aspira a la unanimidad!
> >
> > Pasión: no me aban­do­nes. Sólo tú me has sal­vado de
> > la peste de la aceptación.
> >