Nuestros gobiernos, desde la fundación de la república,
proclaman estar sostenidos en un sistema de democracia representativa, sin
embargo, este título ha ido adjudicado sin el respectivo contenido.
Representante, en el diccionario de habla española,
significa alguien que está autorizado a actuar por mandato de otra persona,
grupo social o comunidad, es decir, es quien lleva su voz y defiende sus
intereses, renunciando a su voz e interés propio.
En nuestro sistema político, los parlamentarios son propuestos
por organizaciones políticas, con objetivos declarados en sus respectivas
campañas, y elegidos por cada circunscripción electoral, pero una vez que estos
son elegidos se rompe todo vínculo mandatorio, tanto con la organización
política que los propuso, como con los ciudadanos que los eligieron, cada cual
puede actuar a libre albedrio y siguiendo sus propios intereses.
Por tanto la figura que más se ajusta para describir
el sistema político actual es la de delegación de poderes; algo que se ajusta a
la percepción de las primeras décadas de la república, donde se despreciaba la
capacidad del “populacho” (especialmente referido la población de las serranías,
en ese tiempo mayoritaria en el país) para gobernarse, por lo que una casta política
educada se arrogaba el derecho de gobernar en nombre de todos; en el entendido
que eran los únicos que podían ver que era lo mejor para el país.
Que mejor ejemplo del remanente de esta ideología, que
las últimas declaraciones del constitucionalista invitado, por la mayoría
fujimorista, a las sesiones de la comisión de constitución del congreso,
afirmando que los políticos no deben hacer caso al clamor del pueblo, que, más
bien, la misión del político es gobernar al pueblo, porque este no conoce lo
que es su bienestar; es decir desconoce por completo el origen del poder
político, especialmente en una democracia.
Vivimos pues bajo un régimen de democracia delegativa,
y el actual congreso se encuentra en tal estado de desprestigio, debido a la
infame actuación de una mayoría política que se ha propuesto defender una red
de organización delincuencial enquistada en el Estado y liderada por una
excandidata presidencial desde su prisión.
El adelanto de elecciones generales, propuesto por
Vizcarra, que terminaría con esta mayoría congresal y renovaría el mando
ejecutivo, no es lo más deseable para el país, pero en las actuales
circunstancias de entrampamiento, en una crisis que lleva más de dos años, es
la opción más viable para romper con el circulo de la corrupción.
El daño que provocaría, al sistema democrático y al
país, prolongar esta crisis por dos años más, no se justifica con una supuesta
defensa de las instituciones.
Los defensores del sistema, que conforman la mayoría
parlamentaria, y se oponen tozudamente al adelanto de las elecciones, se asumen
representantes de la ciudadanía, nombrados por el voto popular; nada más
alejado de la realidad, en primer lugar, porque no representan a nadie, más que
a sus propios intereses, esto lo demuestra la ciudadanía en las calles pidiendo
el cierre del congreso, además de los altísimos índices de desaprobación que
muestran en las encuestas nacionales, y en segundo lugar, porque han sido
elegidos por una mínima porción del electorado.
La demostración de este hecho se basa en datos de la
ONPE acerca de las elecciones parlamentarias 2016:
Población nacional del Perú (PNP) = 33 millones
Población electoral del Perú (PEP) = 23 millones 70% PNP
Población electoral de Lima (PEL) = 9.2 millones 40% PEP
Votos emitidos nacional (VEN) = 19 millones 82% PEP
Votos emitidos Lima (VEL) = 7.7
millones 84% PEL
Votos válidos nacional =
15 millones 79% VEN
Votos válidos Lima =
7.2 millones 93% VEL
¿Cuánto de estos votos han recogido los candidatos
para sentirse ungidos por la representación ciudadana?
Cecilia Chacón (FP) 186
mil 0.8% PEP 2% PEL
Jenny Vilcatoma (FP) 140
mil 0.6% PEP 1.5% PEL
Mauricio Mulder (Apra) 123
mil 0.5% PEP 1.4% PEL
Luz Salgado (FP) 82
mil 0.4% PEP 0.9% PEL
Gilbert Violeta (PPK) 81
mil 0.4% PEP 0.9% PEL
Juan Sheput (PPK) 73 mil 0.3% PEP 0.8%
PEL
Jorge Del Castillo (Apra) 56 mil 0.2% PEP 0.6% PEL
Luis Galarreta (FP) 50
mil 0.2% PEP 0.6% PEL
Pedro Olaechea (PPK) 41
mil 0.17% PEP 0.5% PEL
Miguel Torres (FP) 27
mil 0.13% PEP 0.3% PEL
Úrsula Letona (FP) 23
mil 0.1% PEP 0.25% PEL
De acuerdo a los números ningún candidato ha podido
alcanzar el 1% de los votos nacionales, y ajustadamente el 2% de los votos de
Lima; esa es la verdadera medida de la representación de nuestros congresistas.
Aun debemos poner relevancia al hecho de que algunos
candidatos, a pesar de haber obtenido más alta votación en su circunscripción
son reemplazados, por otros con menor votación, debido a la cifra repartidora
que asigna posiciones a las organizaciones políticas.
En suma, no tenemos representantes en el congreso, puesto
que los elegidos no tienen una vinculo de obligación con sus electores, nuestra
actual constitución, emitida bajo la dictadura fujimorista, solo nos otorga el
derecho a delegar nuestro poder de decisión en las personas que elijamos para cada
periodo, las que actuaran en nuestro nombre, asumiendo así de hecho, que no
somos capaces de decidir por nosotros mismos; es decir, aún seguimos
justificando esta ideología discriminadora.
Reformar este sistema requiere devolver el poder de
decisión a los ciudadanos, que los representantes tengan la obligación de
atender la opinión de los ciudadanos, que sus discursos, así como sus
votaciones sean dirigidas por mandato de sus electores y no por opiniones
personales o intereses propios.
Obviamente, una trasformación política de esta
naturaleza, requerirá de mucho mas que una reforma constitucional, dado que implicará
no solo el desarrollo del sistema electoral, sino que afectará también el
sistema económico del país y por ende su base social.
Desde este punto esta plenamente justificado el
llamamiento a una asamblea constituyente, la cual nos daría la oportunidad de repensar
nuestro país y empezar a darle forma a la patria que queremos heredar a
nuestros hijos.
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