lunes, 2 de abril de 2018

OTRA OPORTUNIDAD PERDIDA?


Después de la guerra con Chile, la traición de Prado y su camarilla gobernante, con la republica en ruinas, hubo la oportunidad de reconstruir la nación como una patria unificada, haciendo frente a nuestro enemigo y a la adversidad que nos rodeaba; pero la burguesía criolla supo recomponerse rápidamente y con Piérola a la cabeza volvieron a retomar el poder y restaurar el Estado Oligárquico.
Cuando Velazco quebró el espinazo de la oligarquía terrateniente con su golpe de estado, la reforma agraria y la toma de la Brea y Pariñas, se presento otra gran oportunidad de cambiar el rumbo del país y crear un nuevo sistema de gobierno; pero el gobierno militar no supo encontrar sus enlaces con las organizaciones populares, no fortaleció la autoridad de las bases, pretendiendo hacer una revolución desde arriba; se fue quedando así aislada de apoyo y vino el contragolpe de Morales Bermúdez, el paro de Julio del 77, el descabezamiento de las dirigencias sindicales y el retorno de la burguesía al poder, esta vez en los capitales financieros.
Cuando aparecieron los vladivideos y cayo la dictadura fujimorista, todo el aparato del Estado quebró, ante la evidencia de una corrupción generalizada, que abarco gobierno, fuerzas armadas, poder judicial, congresistas, ministros, poder electoral, tribunal constitucional y fue más allá del propio Estado, afectando a la prensa y a la iglesia católica; fue la oportunidad de rehacer el Estado eliminando ese sistema que favorecía la internalización de la corrupción; pero nuevamente el sistema encontró la forma de sobrevivir, eliminando las cabezas visibles y reemplazando a su operadores, volvimos a elegir a la misma clase de gente para gobernanrnos.
Actualmente, el escandalo de Odebrecht, con las declaraciones de Barata que implica en actos de cohecho a las más altas autoridades políticas de las últimas décadas en el país, el infame negociado para el indulto del asesino dictador, y la explicita incapacidad del presidente para gobernar que lo llevo a su renuncia para evitar una vacancia cantada; se presenta una nueva oportunidad para cambiar las reglas de juego; resulta evidente que mas allá de las personas que nos gobiernen, el sistema de gobierno esta fallando, es este sistema el que esta permitiendo que los inescrupulosos intereses financieros de personas, empresas y/o grupos de poder, manipulen a su antojo a cualquiera que asuma cargos políticos en el Estado.
¡La calle está gritando a viva voz “!que se vayan todos!” porque es el sentido común que todos estos políticos con poder están manchados de una u otra manera por la corrupción; pero eso no es suficiente, aun cuando lográramos que se vayan todos, si continuamos jugando con las mismas reglas de juego, solo lograremos que surjan nuevos corruptos aun no conocidos, porque el sistema se reproduce automáticamente.
Muchos hemos esperado con esperanza que por lo menos exista un cambio saludable en la nueva administración de Vizcarra; revisando su historia asumimos que es una persona sencilla, abierto al dialogo, con una buena experiencia en el gobierno regional de Moquegua, con una conciencia limpia; ¿pero bastara eso para asumir los grandes retos que significa tomar las riendas del país?
Las primeras señales que vemos en una semana en el sillón de Pizarro, no parecen esperanzadoras, la primera tarea en la dirección de la nación es tener una visión clara de la situación, hacerla sentir a la población y poner una fuerte dosis de determinación en sus actos; tiene una fuerte oposición boicoteadora en el congreso, no tiene una bancada propia en que apoyarse, ni un partido que pueda sustentar sus bases, pero tiene el poder político y la esperanza de treinta millones de ciudadanos que cuentan con él, y que, si el da las señales positivas necesarias, sabrá salir a las calles a respaldarlo.
En las circunstancias que atraviesa el país no se puede ser ambivalente, no se puede tener contentos a todos, no repita los grandes errores de su antecesor, hay que ser claro en las metas que nos proponemos alcanzar y firme para enfrentar los obstáculos que nos pondrán en el camino.
Aún tenemos esperanzas Sr. Vizcarra, estas ambivalencias e indecisiones pueden ser un test para evaluar las reacciones de las partes, para luego dar un paso adelante hacia lo que todos esperamos de Ud.
No queremos arrepentirnos de haber dejado pasar nuevamente en la historia una oportunidad para convertir nuestra patria en una abanderada de la democracia y la justicia.

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