martes, 4 de marzo de 2014

VENEZUELA EN EL CANDIL 

Venezuela es en estos días el punto neurálgico de América Latina, la polarización política está llevando al país a un enfrentamiento violento entre partidarios del gobierno y la oposición. El país se encuentra obviamente dividido, el gobierno tiene un 50% de la población apoyándolo, la oposición podría estar entre el 25% o 30%, no es una mayoría, pero si es una minoría importante, el gobierno se declara socialista y bolivariano, la oposición les acusa de ser una dictadura comunista. La oposición desde la derecha, siendo una minoría sin poder, utiliza los apoyos del empresariado privado y de sectores afines en gobiernos extranjeros, en Estados Unidos esencialmente, para crear mediante la violencia una situación de crisis, introduciendo una imagen de ingobernabilidad que sustente la tesis de la intervención extranjera, derrocado al actual gobierno. El análisis de esta crisis debe empezar por deslindar que el gobierno venezolano no es una dictadura comunista, ni de otro signo, es un gobierno elegido con voto universal, en elecciones respaldadas por observadores internacionales, si tiene el apoyo del 50% de su población, que ya quisieran ostentar muchos gobiernos nacionales, es porque ha desarrollado políticas públicas en favor de los sectores más empobrecidos de su país, no es casual que sus principales bastiones políticos se ubiquen en los sectores campesinos y en los barrios pobres de las ciudades. La oposición al gobierno se ubica entre algunos sectores de clase media, empleados, pequeños comerciantes, estudiantes, y especialmente los grandes empresarios que han visto afectados sus intereses económicos por las medidas populistas del gobierno; tampoco es casual que el origen de las marchas de protesta contra el gobierno se ubica entre los barrios acomodados de la ciudad. No soy un defensor del régimen chavista, siempre vi a Chávez como un imitador de Fidel Castro, y toda imitación reduce su calidad, y Maduro trata de ser un imitador de Chávez, por lo que resulta siendo una imitación del imitador; en el Perú ya hemos vivido la experiencia de gobiernos nacionalistas autoritarios y populistas, queriendo imponer sus estilos desde arriba, y conocemos de sus estrepitosos fracasos, pero no por eso podemos dejar de reconocer la obra social que Chávez ha construido y que Maduro ha heredado, así como la legitimidad de su gobierno. La oposición no es un bloque homogéneo, gran parte de ella simplemente no está organizada, la mayoría de los protestantes son arrastrados bajo el liderazgo de los sectores ultraderechistas, las organizaciones que lideran las protestas tienen diferentes enfoques, tanto de las reivindicaciones que exigen, que van desde demandas económicas hasta libertades políticas, como de los métodos de acción para conseguirlas, como marchas de protesta, presión en los medios, llamados de negociación, saqueos y violencia; esencialmente lo único que los une como plataforma de lucha es derrocar al gobierno, pero no hay un horizonte que pueda definir qué camino tomaran si logran su objetivo, lo más probable es que a continuación se inicie una cruenta confrontación entre ellos por las cuotas de poder. Si este tipo de oposición está teniendo un éxito relativo en crear la crisis, es porque ha sabido aprovechar las debilidades del régimen, es evidente el autoritarismo del régimen, el culto a la personalidad de Chávez, la nula separación entre Estado y partido de gobierno, la creciente hostilización hacia la oposición, una política económica basada estratégicamente en el potencial de hidrocarburos, y una demagogia populista a nivel social que ha creado una escasez de productos de primera necesidad; hay un descontento entre la población por ciertas medidas del régimen, nada de esto sin embargo altera la legitimidad del régimen ni su vocación democrática; no hay democracia perfecta, algunos regímenes tiene más amplitud que otros, unos son más abiertos en ciertas áreas y otros en diferentes. La chispa que enciende la pólvora sin embargo, es la existencia de grupos armados que desde ambos bandos se enfrentan en las calles, cada cual se apoya en la auto defensa frente a su oponente, la polarización política aviva el fuego de la violencia, la violencia genera odios que se vuelven irreconciliables, no se puede construir una patria basada en el odio. Esta estrategia opositora buscando llevar al país al borde de la crisis y de esta manera montarse sobre una escalada interventora de países extranjeros, los cuales encabezados por Estados Unidos están presurosos en apoyar y financiar en busca del control de las reservas petroleras Venezolanas, solo traerá como consecuencia el debilitamiento de la institución del Estado y la fragmentación de la nación. La unidad de Venezuela como nación soberana es el sentimiento que debe primar ante las disensiones internas que se puedan presentar, una primera medida necesaria es que la oposición se reconozca como tal, una oposición constitucional, reconociendo la legitimidad del gobierno y abandonar las posiciones subversivas cuya única finalidad es derrocarlo, en cambio plantear tres o cuatro puntos que considera claves para discutir y abrir el dialogo; por el lado del gobierno las medidas se presentan en dos niveles, en el primer nivel debe recomponer su trato con la oposición, demostrando respeto por las minorías, la liberación de los detenidos por las protestas, a menos que exista una acusación especifica de participación directa en alguna de las muertes acaecidas esos días, sería una acción de buena voluntad, así como abrir las restricciones a la prensa en cuanto no se difundan nuevos llamados a la violencia callejera y al derrocamiento del gobierno, y convocar a mesas de negociaciones separadas a cada sector de la oposición, con la finalidad de reducir los obstáculos que diferentes posiciones pondrían para un acuerdo. En un segundo nivel tiene que recomponer su posición en la base social, eliminando progresivamente el populismo demagógico en el manejo económico del país, que significa solo un paliativo temporal para el sector más pobre, pero que a mediano plazo perjudica profundamente el sistema económico; así como abrir canales para que una oposición democrática pueda expresar sus discrepancias sin temor a ser aterrorizados por asumir ciertas posiciones. El llamado a la paz y a una contienda racional entre opositores políticos es la prioridad en este momento, la oportunidad que se presenta en esta encrucijada para Venezuela es importante, reconocer errores, plantear las discrepancias, asegurarse una oposición racional y democrática, recuperar el rumbo económico y con ello consolidar el apoyo mayoritario que empieza a resquebrajar su base; el impulso que esto representaría para UNASUR y la consolidación del bloque democrático en América Latina.