miércoles, 15 de abril de 2020

CORONAVIRUS : ¿UN SALTO A LA POSMODERNIDAD?


banksy-paradise | prinykey45 | Flickr
Nos llego la pandemia, al inicio ni nos dimos cuenta de lo que estaba sucediendo, China esta tan lejos, pensamos, nada que les pasa a ellos nos preocupo demasiado, pero antes de que tuviéramos tiempo de asimilar los hechos, el virus ataco Europa, luego Estados Unidos y se esparció por todos los continentes.
Esta pandemia esta causando decenas de miles de muertos, para tratar de detenerla se dieron ordenes de restricción de movimientos a las personas, ciudad tras ciudad, país tras país han ido cerrando sus fronteras, aplicando el toque de queda, cerrando los negocios y toda actividad que signifique individuos reunidos; las recomendaciones son quedarse en casa y salir de ella solo en casos realmente necesarios, para evitar el contagio y que el virus se expanda, incrementando los enfermos y por tanto los decesos.
La cuarentena y la distancia social han arrojado millones de trabajadores al desempleo, han causado el cierre de negocios e industrias, está rompiendo los récords de perdidas en la bolsa de valores, además está creando una nueva forma de socialización.
La pandemia tiene otra consecuencia que afecta el escenario político, habiéndose paralizado gran parte de la actividad económica, la fuerza laboral ha sido arrojada al desempleo por millones, por la gran cantidad de infectados, los servicios de salud se ven copados, los implementos necesarios para la atención de los enfermos se vuelven escasos, la alarma que produce esta crisis también está causando escases de víveres; esta situación ha desnudado en toda su debilidad al sistema social neoliberal, el cual se muestra rebasado en sus capacidad de respuesta ante la crisis, incompetente para resolver la dicotomía entre capital y trabajo, entre el patrimonio y la vida humana.
En los países en desarrollo, además, existe una gran proporción de la población que se encuentra dentro de la economía informal, lo que significa que, si no trabajan debido a la cuarentena, no tendrán ingresos y sus probabilidades de supervivencia son menores conforme se prolonga la crisis; otros muchos a los que sus condiciones de vida son tan precarias que no tienen acceso a los servicios de agua potable, incrementando inmensamente su riesgo al reducir sus posibilidades de higiene.
En otros países vemos incrementarse día a día la cantidad de infectados, por lo tanto, de muertos, porque se resisten a tomar medidas que significan el cierre de la economía, la industria no quiere parar, lo que les significaría una perdida monetaria notable; obligan a sus trabajadores a continuar sus labores, pero no cubren su responsabilidad cuando estos caen enfermos, los consideran simplemente desechables.
Lo que no quieren aceptar es que esta pandemia ataca a todos por igual, ricos, pobres, blancos, negros, indios, mujeres, hombres, jóvenes, viejos, algunos son mas vulnerables, ya sea por su situación social o por condiciones medicas previas, pero nadie es inmune.
Quiero recordar acá un post de la hija del presidente del Banco Santander, fallecido por corona virus, “somos una familia millonaria, pero mi padre murió solo, asfixiado, sufriendo por algo que es gratis: el aire; el dinero se quedó en casa”
La situación de los servicios médicos en la mayoría de países, no solo en los países pobres, sino también en los más desarrollados, es endeble, si no es porque inexistencia de medios, es porque tienen un costo es inalcanzable para gran parte de la población; es que la salud de la población siempre ha sido vista como una carga.
Si bien la salud publica ha sido la cenicienta del sistema, tampoco ninguno de los otros servicios públicos ha sido privilegiado, la seguridad, la limpieza, el transporte, la vivienda, todo lo que significa el bienestar ciudadano, ha sido considerado una pesada carga que debería ser aliviada y reducida al mínimo en beneficio de una economía industrial y de servicios, una economía que sirve de sustento a una minoría propietaria.
El paradigma del sistema ha sido el mercado, el cual debería regular el funcionamiento de la sociedad, la teoría que nos hicieron creer es que el mercado crearía el balance necesario entre las fuerzas sociales, que las fallas que se presentaran en el camino serian la excepción de la regla y podrían ser subsanadas o por lo menos no afectarían de manera importante el sustento de la teoría.
Sin embargo, la pandemia ha puesto al desnudo las extremas debilidades del sistema neoliberal; la cuarentena ha obligado a cerrar los negocios, lo que obliga a cortar los puestos de trabajo y deja sin ingresos a una mayoría de trabajadores, las empresas no se hacen responsables del bienestar de sus trabajadores y sus familias, pero si presionan al Estado por apoyo para soportar la crisis.
Producto del modelo neoliberal, las funciones del Estado fueron minimizadas, sin embargo, el sector privado tampoco asume las tareas que deja de cumplir el Estado, en la teoría las fuerzas del mercado se encargarían de resolver los conflictos; ahora, frente a la crisis global, acuden al Estado y le exigen una solución, una solución que no afecte su ganancia, por supuesto.
Un Estado cuyos ingresos han sido fuertemente recortados, así como sus funciones de control y regulación, por lo que ahora no está en condiciones de afrontar con la debida eficiencia una crisis como la que se presenta.
Hay una población altamente vulnerable, dentro de una economía informal, de la cual se tiene poco o ningún control, que vive en la miseria del día a día y para la cual es sumamente difícil cumplir una cuarentena rígida, debidamente hablando, para un sector de pobreza extrema el dilema moral consiste en quedarse en casa y morir de hambre o salir a ganarse un pan y contagiar a otros, condenando a muerte a algunos de ellos. ¿Morir o matar?
Ahora podemos ver con claridad que no es solo las deficiencias en los servicios públicos, el modelo a creado toda una estructura económica y social, que abarca los medios de comunicación, el currículo educativo, las formas de interacción social, el modo de circulación de los bienes, etc. cuyo objetivo es convalidar el sistema por encima de todas sus deficiencias.
Sin embargo, las grandes empresas no se ponen en el modo de rescate social, que exigiría la situación; los bancos, las financieras, las trasnacionales de servicios, no están dispuestos a condonar deudas, aun conociendo que sus usuarios no están recibiendo ingresos, muchas de ellas continúan enviando sus facturas a las fechas de vencimiento, algunas otras han optado por suspender los cobros por un par de meses, pero cargaran lo adeudado en los meses siguientes, con los respectivos intereses por supuesto.
En Estados Unidos, su gobierno les dice a los trabajadores que deben sacrificarse para salvar a las empresas y de esta manera conservar los puestos de trabajo a futuro; el fundamento de esta idea es que son las empresas las que crean los puestos de trabajo y si estas fracasan, toda la economía nacional caerá, y no habrá mas trabajo para las personas.
Pero el otro lado de la moneda es que, si los trabajadores no reciben ingresos, al ser ellos mismos clientes de las empresas, o sea los que crean la demanda, si no tienen dinero, no habrá demanda y sin demanda no habrá sustento para las empresas que no tendrán a quien vender sus productos.
Por eso la relación capital-trabajo es una relación simbiótica, de mutua dependencia, a pesar que históricamente el capital siempre ha tomado una posición dominante y muchas veces pierde la perspectiva, sintiendo que es más importante y puede prescindir del trabajador.
Este momento que estamos viviendo, es el propicio para exigir un replanteamiento del sistema económico, en vista de sus enormes deficiencias; es demasiado evidente hoy que el sistema neoliberal ha colapsado, dado que no es capaz de sostener lo que es su base social: su fuerza laboral.
El capital tiene que dejar de pensar que los servicios sociales son una carga y empezar a considerarlos como una inversión; el sistema de salud le ofrece trabajadores sanos y fuertes para cumplir sus labores, el sistema educativo le proporciona empleados con habilidades y conocimientos suficientes para hacer funcionar la maquinaria industrial, el sistema de transporte facilita que los trabajadores puedan llegar a tiempo a cubrir sus turnos de trabajo, el sistema de vivienda proporciona lugar de descanso a los trabajadores y protección de su familia, el sistema de transito proporciona las vías para que trabajadores y productos puedan llegar a su destino.
Es decir, así como cualquier empresa tiene que tener en cuenta para sus operaciones, gastos de infraestructura, maquinaria, suministros, etc., el capital debe tener en cuenta que debe invertir en los servicios públicos, en tanto que esta es la manera de conservar su fuerza laboral y esta es, volvemos a insistir, no solo el poder que mueve la maquinaria, sino además el cliente potencial que consume los productos.
La responsabilidad social de las empresas tiene que dejar de ser una declaración, o una forma de caridad, donde “voluntariamente” donan una ridícula parte de sus ganancias para proporcionar ayuda a sectores vulnerables de la población.
La etapa histórica del industrialismo feneció hace algunas décadas; con el advenimiento de la era posmoderna el funcionamiento de una economía sana y dinámica, ya no se sustenta en una mano de obra barata, la economía entra en modo cibernético, tecnológico, donde el valor se mide por el poder del conocimiento, se necesita ahora trabajadores imbuidos en la tecnología; el desarrollo de las potencias económicas, no está más en los ejércitos y en una masa ignorante que se deje manipular; esto se demuestra con la creciente decadencia de aquella que ha sido una de las más grandes potencias mundiales.
Es tiempo de concertar un nuevo acuerdo social, donde el ciudadano tenga un mayor control del aparato político, donde la economía tenga una estructura equitativa; cambios que han venido ya produciéndose durante la década pasada, aunque muchos no han querido percatarse; la pandemia, al evidenciar claramente las fallas del sistema, simplemente esta acelerando el cambio, al punto que debe producir un verdadero salto epistemológico, creando nuevos paradigmas dentro de los cuales va a surgir la sociedad del futuro.
Resulta obvio, pero no dejare de mencionar, que el cambio del modelo económico no es posible sin una consecuente ruptura del sistema político que lo justifica; un análisis mas profundo de la relevancia del sistema político es materia de otras líneas, solo especificaré que la democracia tiene que ser ampliada, con un cambio de valores y un control efectivo de las representaciones, para que esta funcione sincronizadamente con el sistema económico.