viernes, 15 de julio de 2011

El legado perdido de los Incas

Se  celebran cien años del descubrimiento del santuario de Macchu Picchu, del cual se puede decir que es el baluarte turístico de Latinoamérica, situado en la zona nororiental del Cuzco, capital y centro cultural y de gobierno del vasto Imperio de los Incas.


Les tomó a los españoles cuarenta años, desde la llegada de Colón a América, por el Caribe, hasta alcanzar los territorios Incas en Sudamérica, sin embargo el proceso de conquista de los nuevos territorios se logró de manera relativamente rápida y sumamente eficiente teniendo en cuenta el escaso número de los conquistadores.
La facilidad con que fue lograda la conquista ha sido explicada desde numerosos puntos de vista, esencialmente la debilidad del Imperio en una etapa de transición de gobierno, durante el cual los hermanos herederos del trono, buscaban la deslegitimación del otro, así como el frágil domino sobre territorios recién conquistados como el de los Chancas y otras nacionalidades que aprovecharon el desconcierto para apoyarse en los españoles en su rebeldía contra la casta cuzqueña; sin embargo también estuvieron presentes factores como los mitos premonitorios del fin del imperio y por supuesto el uso de las armas de fuego, la caballería, las corazas protectoras y otras técnicas modernas de guerra en la que los europeos eran especialistas.
Mucho se ha escrito respecto a los avances científicos que trajeron los europeos a esta parte de América, algunos de estos son evidentemente reales, pero otros no pasan de ser pretextos para justificar la conquista del territorio; porque deberíamos tener en cuenta que tanto la cultura Inca como la Azteca, tenían civilizaciones muy avanzadas, y que en muchas ramas de la ciencia eran superiores a los europeos, especialmente en la geografía (los europeos aún etnocéntricos miraban su mundo plano), en astronomía (dentro de la misma visión tenían al planeta como centro del universo), en medicina (aquí teníamos las técnicas de trepanación craneal y de momificación de cadáveres, mientras ellos no conocían aún los usos medicinales de las diversas plantas y eran diezmados por plagas y epidemias),  en la agricultura e hidrografía (desconocían las técnicas para elevar la productividad de las tierras, el manejo de las aguas para regadío y en general el aprovechamiento del ecosistema sin destruirlo), en arquitectura e ingeniería (como prueba las imponentes fortalezas que aún perduran y los sistemas de acueductos), en textilería (aún no pueden igualar la alta calidad de los tintes naturales usados por los Incas, así como la firmeza y belleza de sus diseños ) esto sin mencionar un sistema social aún en el proceso de construcción pero con unas proyecciones muy propicias y una filosofía de la vida que superaba ampliamente la era del oscurantismo ideológico que se abatía sobre Europa en esos siglos.
Por supuesto, la ceguera intelectual de los españoles, su lujuriosa ambición por el oro y los metales preciosos, así como su completo desconocimiento de la diversidad cultural, desembocaron en el más amplio aniquilamiento de la floreciente cultura andina y en el súbito truncamiento del desarrollo científico en curso, con las consiguientes pérdidas de la mayor parte de lo avanzado hasta ese entonces.
Entre los más grandes avances científicos que trajeron los europeos a América, se cuenta, la rueda, la escritura, la religión cristiana y la pólvora; sin embargo, analicemos puntualmente
Sabemos que la cultura andina se desarrolló en las alturas de la cordillera, por motivo que las tierras fértiles se encuentran entre los valles interandinos, ya que la costa es solo una faja de desiertos áridos en su gran extensión, la abrupta geografía de los andes realmente vuelve impráctico el uso de carruajes rodados en esta zona, plena de empinadas pendientes y empedrados senderos, solo los europeos que acostumbran vivir a orillas del mar, frente a extensas planicies, podían sacar provecho de un invento similar.
Respecto a la escritura, la ceguera intelectual de los españoles les llevó a asumir que no existía en América, pero los Incas desarrollaron un sistema de almacenamiento de datos, más bien cercano a los ideogramas de las culturas orientales, expresados en los Quipus, los cuales eran manejados por una casta de especialistas en dicha materia, pero además, dado que la sociedad andina se basa en la comunidad, el lenguaje oral era una de las herramientas más importantes de la cohesión social, por este motivo, la historia, la tradición, la ciencia y la religión eran prioritariamente trasmitidas en forma de leyendas, de boca a boca, de familia a familia, de generación a generación, de esta manera no solo se aseguraban que cada comunidad se viera obligada a compartir sus conocimientos y afianzar sus lazos de unidad, sino que se cercioraban de que la información no se perdiera, tal como sucedió en Europa con el incendio de la biblioteca de Alejandría en el siglo III AC., más bien aquí, tal como está diseñado el sistema de internet, cuando la información es trasmitida por la red de usuarios, en este caso los destinatarios son los miembros de las comunidades, cada uno de ellos es portador de parte de ella indistintamente, y aunque se eliminara a una parte de los emisores, la información podría ser reconstruida nuevamente desde los usuarios, esto es un gran avance en sistemas de comunicación para la época; por supuesto ellos no podían prever la magnitud de la destrucción que causaron los españoles con la explotación inmisericorde del indio.


Si nos ponemos a pensar en los aportes de la religión católica, tenemos que darnos cuenta que los españoles trajeron lo peor de su legado religioso, en una época en que la jerarquía católica se encontraba en la cima de la corrupción y la lujuria del poder, con una doctrina ortodoxa, la santería, la excomunión, la santa inquisición, y todo aquello impuesto a sangre y fuego por los conquistadores, convirtiéndose en una más de las herramientas de exterminio racial usadas por los europeos; esto en contraste con una religión andina espiritualista, fuertemente adaptada a su filosofía de la vida en convivencia con la naturaleza y en defensa del ecosistema que les acogía; sus creencias estaban tan arraigadas en sus raíces ancestrales y su modo de vida, que ni las amenazas de muerte pudieron erradicarlas por completo y los indios terminaron adoptando un sincretismo práctico, donde se fusionan a los Apus con los santos, los rezos con las adoraciones, las fiestas paganas con las cristianas.
La pólvora ciertamente es un avance científico loable, hay muchas utilidades productivas para esta materia, pero lamentablemente, la principal, si no la única, aplicación que trajeron los españoles fue la de las armas de fuego, aquellas que usaron para aniquilar la resistencia indígena, y entonces podemos iniciar una discusión acerca de si esto fue realmente un aporte de civilización.
En conclusión, el punto que me interesa resaltar es, que a consecuencia del dominio español en América Latina, en relación a la ciencia y a la civilización, fue más lo que se perdió que lo que se ganó; aún en estos días se siguen descubriendo aplicaciones de la medicina y de la astronomía andina principalmente, que, en primer lugar, nos sorprenden por su desarrollo en dicha época, y en segundo lugar, nos iluminan, porque incluso hasta ahora las desconocíamos.
¿Cómo podríamos llenar los vacíos que dejó la destrucción casi total de una cultura en esplendor? Se arrasó completamente con todo el conocimiento que la incapacidad europea les impedía comprender, el genocidio no fue solamente circunscrito a los individuos, fue tanto su odio y su temor a la rebelión que destruyeron todo lo que era diferente a ellos.
Quizá me digan que sería un ejercicio inútil, tratar de imaginar una proyección de lo que hubiera sido en la actualidad el desarrollo de una cultura paralela en América, pero con los conocimientos que hoy manejamos sobre nacionalidad y diversidad cultural, no puedo dejar de enorgullecerme, al pensar en lo que nuestra nación Inca pudo llegar a ser.