No pudo llegar a ser la primera presidente del Perú,
aunque los intento dos veces, perdiendo por muy poco, además que estaba preparando
el terreno para la tercera oportunidad; ejerció el poder, aun desde prisión,
gracias a una mayoría parlamentaria obsecuente.
La lujuria del poder y el apetito de venganza, no le
permitieron ver el abanico de posibilidades que tenía por delante para forjarse
un sólido destino político como líder de la reforma del estado peruano; con una
mayoría parlamentaria absoluta, que le hubiera permitido aprobar todas las
leyes que hubiera propuesto, reconstruyendo el país desde sus cimientos.
Sin embargo busco apoyo para llegar al poder con
financiamiento de dinero negro, lavando activos con actividades de campaña
electoral, comprometiendo su posible gobierno con la promesa de facilitar
obras, embargando el bienestar público, se alió con la cúpula aprista para
asegurarse la impunidad dentro de la mafia judicial que esta maneja.
Cuando se vieron descubiertos sus manejos, lo negó
todo, cubrieron sus pasos, compro jueces y fiscales, amenazo testigos, creo
campañas de difamación contra sus enemigos, utilizo a su argolla de
“periodistas” para desprestigiar al gobierno; protegió a sus aliados
blindándolos con su mayoría parlamentaria.
Ordeno obstruir todas las iniciativas del gobierno,
con la finalidad de desprestigiarlo y bloquear la gobernabilidad del país y
poder tomar la presidencia por asalto, ya que los votos no le fueron
favorables.
PPK cayó en el juego y se vio obligado a renunciar
antes de ser vacado, a Vizcarra le esperaba el mismo camino, pero hubo
demasiada soberbia y abuso de poder, las fechorías muy evidentes, la ciudadanía
no soportaba más tanta impunidad, desde todos los puntos del país le pedían al
presidente que cierre ese congreso inepto, la propia constitución le señalaba
el camino.
La discapacidad de los congresistas de la mayoría parlamentaria
se hizo cada día más evidente, con intervenciones que provocaron lastima, si no
vergüenza ajena, por la falta de sentido común.
Ante el llamado a elecciones generales propuesto por
el presidente, se propusieron ganar tiempo, engañar con supuestas
negociaciones, ganar tiempo para copar el tribunal constitucional, así poder
deslegitimar la propuesta del gobierno.
El enfrentamiento entre los poderes del Estado se prolongó
tanto que provoco una verdadera crisis, que afecto no solo la economía sino el
mismo desarrollo de la vida cotidiana del país.
Finalmente, el presidente tomo la decisión que todo el
país le estaba pidiendo, presentando una moción de confianza, la cual el
congreso se negó a debatir, otorgándole así al gobierno el poder constitucional
para disolverlo, debiendo nombrar un nuevo gabinete y convocando inmediatamente
a elecciones para un nuevo congreso.
Las acciones posteriores de los desaforados
congresistas, votando una suspensión de su cargo al presidente y la investidura
de Mercedes Araoz como presidenta interina, resultan no solo actos nulos
legalmente, sino bochornosos y ridículos intentos de salvación.
Una salvación que tuvieron durante buen tiempo en sus
manos, con el ofrecimiento del gobierno de una retirada honrosa, donde no solo
se disolvía el congreso, sino además el mismo presidente ponía su cargo a
disposición, llamando a elecciones generales, pero la soberbia del poder pudo más
desechando dicha propuesta.
Todo el Perú ha sido testigo de las múltiples
oportunidades de negociación que este gobierno ofreció a la mayoría
parlamentaria para encontrar el camino de salida a esta confrontación; las que
fueron respondidas con rudeza; solo cuando se vieron atrapados con la
disolución de su bastión de poder, quisieron aceptar las propuestas de
negociación, muy tarde, ya no es posible dar paso atrás.
Keiko ha perdido, una vez más, esta vez, al parecer,
definitivamente, nunca más podrá pretender acceder a la primera magistratura
del país; los graves y reiterados errores políticos, cometidos por sus
allegados y su organización electoral, ha cobrado sus consecuencias en
detrimento de la imagen y la popularidad de la misma.
Ciertamente, el fujimorismo como organización política
aún tiene vigencia en el Perú, pero jamás podrá soñar con volver a tener esa
mayoría que obtuvo en el 2016; con su mejor suerte puede llegar a un diez por
ciento de la votación, suerte que no tendrá el Apra, su aliado estratégico,
quienes tendrán que luchar fieramente para llegar al mínimo legal para no
perder su inscripción ante el JNE; de las demás agrupaciones políticas que
todavía conservan su inscripción muy pocas lograran conservarla, estando
obligados a participar en el próximo evento.
Estamos asistiendo al fin de la era del clan japones,
luego de la caída de Alberto y Montesinos, el sistema de corrupción, edificado
por ellos en las instituciones del Estado, siguió funcionando a favor de los
gobernantes de turno; ahora se encuentran a descubierto.
A raíz de algunas investigaciones de la DIVIAC, que
comenzaron entre una banda de narcotraficantes en el Callao, y que significo el
hilo de la cadena que fue llevándolos hasta las más altas esferas del poder
judicial y de gobierno, se fue delatando la maquinaria de la corrupción.
Al mismo tiempo las confesiones de Odebrecht,
sometidos a un trato de confesión sincera en Brasil, están revelando las coimas
que pago en el Perú por la concesión de obras sobrevaluadas, las que no hacen
sino confirmar la existencia de toda esta red con la que esta mafia tiene
cubierta la administración del Estado.
Aun así, no nos engañemos, la mafia no está totalmente
acabada, aún está dando sus últimos coletazos de ahogado, aun puede causar graves
daños, significa que no hay que bajar la guardia, debemos permanecer atentos y
activos en las calles, apoyando las acciones de los jueces y fiscales honestos
que están haciendo su trabajo desarticulando estas organizaciones criminales.
Como dije anteriormente, la disolución del congreso y
el llamado a elecciones, dispuestos por el gobierno, no son una solución, deja aún
mucho que desear, pero no podemos dejar de celebrar cada pequeño paso adelante que
se dé para tratar de desarticular este sistema.
No significa un apoyo incondicional al gobierno de
Vizcarra, como dice el dicho, una paloma no hace la primavera, este tiene aun
muchos errores en el campo de los derechos laborales, en el manejo de la economía,
en nuestras relaciones internacionales, incluso no podemos descartar que también
tenga cuantas pendientes con la corrupción; el tendrá que afrontar todos sus
errores y estaremos tras ellos, pero, en lo que concierne a la lucha contra el
clan fujimorista, estaremos apoyándole.
Definitivamente la caída de la Geisha nos libera de
una mafia prepotente que intento durante años hacerse del gobierno del país; la
valiente acción de los fiscales está atacando no solo a los cabecillas de la
organización criminal, sino además a los intermediarios, en dirección a acabar
con toda la red.
Pero hace falta también una verdadera reforma política
que cambie el sistema vigente y devuelva el poder al ciudadano, que es la base
de la democracia y lo único que puede elevarse como una garantía en contra de
que nuevas mafias traten de apoderarse del Estado.
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