sábado, 5 de octubre de 2019

LA CAIDA DE LA GEISHA


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No pudo llegar a ser la primera presidente del Perú, aunque los intento dos veces, perdiendo por muy poco, además que estaba preparando el terreno para la tercera oportunidad; ejerció el poder, aun desde prisión, gracias a una mayoría parlamentaria obsecuente.
La lujuria del poder y el apetito de venganza, no le permitieron ver el abanico de posibilidades que tenía por delante para forjarse un sólido destino político como líder de la reforma del estado peruano; con una mayoría parlamentaria absoluta, que le hubiera permitido aprobar todas las leyes que hubiera propuesto, reconstruyendo el país desde sus cimientos.
Sin embargo busco apoyo para llegar al poder con financiamiento de dinero negro, lavando activos con actividades de campaña electoral, comprometiendo su posible gobierno con la promesa de facilitar obras, embargando el bienestar público, se alió con la cúpula aprista para asegurarse la impunidad dentro de la mafia judicial que esta maneja.
Cuando se vieron descubiertos sus manejos, lo negó todo, cubrieron sus pasos, compro jueces y fiscales, amenazo testigos, creo campañas de difamación contra sus enemigos, utilizo a su argolla de “periodistas” para desprestigiar al gobierno; protegió a sus aliados blindándolos con su mayoría parlamentaria.
Ordeno obstruir todas las iniciativas del gobierno, con la finalidad de desprestigiarlo y bloquear la gobernabilidad del país y poder tomar la presidencia por asalto, ya que los votos no le fueron favorables.
PPK cayó en el juego y se vio obligado a renunciar antes de ser vacado, a Vizcarra le esperaba el mismo camino, pero hubo demasiada soberbia y abuso de poder, las fechorías muy evidentes, la ciudadanía no soportaba más tanta impunidad, desde todos los puntos del país le pedían al presidente que cierre ese congreso inepto, la propia constitución le señalaba el camino.
La discapacidad de los congresistas de la mayoría parlamentaria se hizo cada día más evidente, con intervenciones que provocaron lastima, si no vergüenza ajena, por la falta de sentido común.
Ante el llamado a elecciones generales propuesto por el presidente, se propusieron ganar tiempo, engañar con supuestas negociaciones, ganar tiempo para copar el tribunal constitucional, así poder deslegitimar la propuesta del gobierno.
El enfrentamiento entre los poderes del Estado se prolongó tanto que provoco una verdadera crisis, que afecto no solo la economía sino el mismo desarrollo de la vida cotidiana del país.
Finalmente, el presidente tomo la decisión que todo el país le estaba pidiendo, presentando una moción de confianza, la cual el congreso se negó a debatir, otorgándole así al gobierno el poder constitucional para disolverlo, debiendo nombrar un nuevo gabinete y convocando inmediatamente a elecciones para un nuevo congreso.
Las acciones posteriores de los desaforados congresistas, votando una suspensión de su cargo al presidente y la investidura de Mercedes Araoz como presidenta interina, resultan no solo actos nulos legalmente, sino bochornosos y ridículos intentos de salvación.
Una salvación que tuvieron durante buen tiempo en sus manos, con el ofrecimiento del gobierno de una retirada honrosa, donde no solo se disolvía el congreso, sino además el mismo presidente ponía su cargo a disposición, llamando a elecciones generales, pero la soberbia del poder pudo más desechando dicha propuesta.
Todo el Perú ha sido testigo de las múltiples oportunidades de negociación que este gobierno ofreció a la mayoría parlamentaria para encontrar el camino de salida a esta confrontación; las que fueron respondidas con rudeza; solo cuando se vieron atrapados con la disolución de su bastión de poder, quisieron aceptar las propuestas de negociación, muy tarde, ya no es posible dar paso atrás.
Keiko ha perdido, una vez más, esta vez, al parecer, definitivamente, nunca más podrá pretender acceder a la primera magistratura del país; los graves y reiterados errores políticos, cometidos por sus allegados y su organización electoral, ha cobrado sus consecuencias en detrimento de la imagen y la popularidad de la misma.
Ciertamente, el fujimorismo como organización política aún tiene vigencia en el Perú, pero jamás podrá soñar con volver a tener esa mayoría que obtuvo en el 2016; con su mejor suerte puede llegar a un diez por ciento de la votación, suerte que no tendrá el Apra, su aliado estratégico, quienes tendrán que luchar fieramente para llegar al mínimo legal para no perder su inscripción ante el JNE; de las demás agrupaciones políticas que todavía conservan su inscripción muy pocas lograran conservarla, estando obligados a participar en el próximo evento.
Estamos asistiendo al fin de la era del clan japones, luego de la caída de Alberto y Montesinos, el sistema de corrupción, edificado por ellos en las instituciones del Estado, siguió funcionando a favor de los gobernantes de turno; ahora se encuentran a descubierto.
A raíz de algunas investigaciones de la DIVIAC, que comenzaron entre una banda de narcotraficantes en el Callao, y que significo el hilo de la cadena que fue llevándolos hasta las más altas esferas del poder judicial y de gobierno, se fue delatando la maquinaria de la corrupción.
Al mismo tiempo las confesiones de Odebrecht, sometidos a un trato de confesión sincera en Brasil, están revelando las coimas que pago en el Perú por la concesión de obras sobrevaluadas, las que no hacen sino confirmar la existencia de toda esta red con la que esta mafia tiene cubierta la administración del Estado.
Aun así, no nos engañemos, la mafia no está totalmente acabada, aún está dando sus últimos coletazos de ahogado, aun puede causar graves daños, significa que no hay que bajar la guardia, debemos permanecer atentos y activos en las calles, apoyando las acciones de los jueces y fiscales honestos que están haciendo su trabajo desarticulando estas organizaciones criminales.
Como dije anteriormente, la disolución del congreso y el llamado a elecciones, dispuestos por el gobierno, no son una solución, deja aún mucho que desear, pero no podemos dejar de celebrar cada pequeño paso adelante que se dé para tratar de desarticular este sistema.
No significa un apoyo incondicional al gobierno de Vizcarra, como dice el dicho, una paloma no hace la primavera, este tiene aun muchos errores en el campo de los derechos laborales, en el manejo de la economía, en nuestras relaciones internacionales, incluso no podemos descartar que también tenga cuantas pendientes con la corrupción; el tendrá que afrontar todos sus errores y estaremos tras ellos, pero, en lo que concierne a la lucha contra el clan fujimorista, estaremos apoyándole.
Definitivamente la caída de la Geisha nos libera de una mafia prepotente que intento durante años hacerse del gobierno del país; la valiente acción de los fiscales está atacando no solo a los cabecillas de la organización criminal, sino además a los intermediarios, en dirección a acabar con toda la red.
Pero hace falta también una verdadera reforma política que cambie el sistema vigente y devuelva el poder al ciudadano, que es la base de la democracia y lo único que puede elevarse como una garantía en contra de que nuevas mafias traten de apoderarse del Estado.


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