lunes, 7 de mayo de 2018

CORRUPCION Y NEOLIBERALISMO


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Escribí hace algún tiempo que la corrupción no podía erradicarse definitivamente porque pertenece a la concepción del ser humano, no como corrupción en sí, más bien como el delito, la transgresión, es la eterna lucha entre el bien y el mal dentro del espíritu humano; me criticaron entonces si debíamos dejar de luchar contra la corrupción en la convicción que jamás podremos erradicarla.
Si viviéramos en un mundo ideal, donde no existiera el delito, todos obedeciéramos las normas, todas las personas tuvieran buenas intenciones y solo existiera la bondad, entonces habríamos dejado de pertenecer a la raza humana.
Tener la convicción de que el mal no puede ser erradicado, no significa que permitamos que domine nuestras vidas y nuestra sociedad; siempre existirán delincuentes, porque esta en el ser humano el fallar, pero es nuestra tarea minimizar estos acontecimientos al máximo, elaborando las normas que dificulten al límite su ejecución y asegurando una sanción efectiva a los transgresores, de esa manera se permita un desarrollo social con justicia y libertad; esa es la esencia fundamental para la que los individuos constituimos una sociedad.
El modelo económico neoliberal, ultima acepción del capitalismo salvaje, ha demostrado ser el caldo de cultivo perfecto para el crecimiento incontrolado del fenómeno de la corrupción; esta se ha desarrollado de tal manera que se ha incrustado dentro de las mas altas esferas de la institución del Estado, está corroyendo todo, las leyes, la justicia, las elecciones, los negocios, la educación, hasta el modo de vida del simple ciudadano.
No hablamos de un fenómeno peruano, es un sistema global, cuyos casos más resaltantes los podemos ver en Brasil, Argentina, México, Panamá, Honduras, España, Francia, por mencionar algunos.
Los defensores del sistema hablan de las bondades de la libre empresa para el crecimiento sostenido de un país, de los beneficios que genera la libre competencia en el desarrollo del mercado, de lo maravilloso que es poder atraer a los grandes capitales a países en desarrollo inyectándoles gran cantidad de divisas a su economía y generando gran cantidad de puestos de trabajo a su población.
Lo que no dicen es que la libre empresa exige de los gobiernos desregularización y falta de control, tampoco dicen que los grandes capitales solicitan exoneraciones tributarias para ingresar a un país, y que la libre competencia permite arrollar a los pequeños negocios y crear grandes trust que dominen el mercado, ni que los puestos de trabajo que crean solo sirven para aprovechar la mano de obra barata y explotar a los trabajadores con el fin de maximizar sus ganancias.
Lo que es evidente es que la misión generada por el neoliberalismo, de anteponer el lucro sobre todas las normas sociales, es la raíz de la extensión de la corrupción que llega a institucionalizarse en la estructura de los Estados.
La forma como el sistema neoliberal propone la libre competencia es un viaje a la ley de la selva, sin rigurosos controles desde el gobierno, sin competencia del Estado, dejando expuesto a todo funcionario frente a las coimas y “comisiones”.
La forma como el sistema funciona es premiando el “éxito” de la empresa, no importa cuál sea el camino para lograr los objetivos, lo importante es alcanzar la meta; la evasión de impuestos, la festinación de tramites, los arbitrajes comprados, las coimas para obtener la licitación de obras, la compra de legisladores, etc. son solo algunos de los métodos “normales” de acción para las grandes empresas.
El Estado neoliberal defiende el interés de las empresas sobre los de las naciones y su población, las trasnacionales no ostentan la bandera de ningún país, solo les guía la búsqueda de la mayor ganancia, ingresan a un país buscando la mano de obra barata, buscando extraer sus riquezas naturales, buscando un mercado para colocar sus mercaderías; no van a dejar nada de valor dentro de los países que saquean.
El sistema neoliberal promueve el egoísmo individual, educa a los niños en la competencia despiadada, penetra toda la institucionalidad del Estado y se enraíza en las mentes ciudadanas haciéndose sentir como normal, a tal punto que puede mover a la sociedad en su defensa.
Ser antisistema significa tener la convicción de que este proceso económico es injusto y no puede seguir sosteniéndose en el tiempo; se trata obviamente de cuestionar toda bagaje propagandístico que camufla sus irregularidades, significa, últimamente, que somos capaces de imaginar un sistema social con un conjunto de controles de poder necesariamente balanceados para garantizar equidad entre los diferentes estratos sociales.
Los cambios sociales que marcan saltos epistemológicos en la historia  no se detienen, las sociedades humanas vamos a su encuentro a diferentes velocidades de acuerdo a la convergencia de diversas circunstancias, de las cuales la más importante es los niveles de conciencia social que alcanzan los pueblos, así fuimos pasando del esclavismo al feudalismo y al mercantilismo, y así seguirá sucediendo, no es una ruta lineal, la complejidad de cada formación social determina muchas especifidades, pero definitivamente los cambios se concretan; ¿seremos uno de los últimos países en incorporarnos al futuro o seremos pioneros en el cambio?



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