Recordemos que PPK fue
elegido, no por sus virtudes personales, sino porque era la opción para
bloquear el acceso del fujimorismo al poder,
Cuando quedó en
evidencia el humillante sometimiento de su gobierno a la mayoría fujimorista en
el congreso, cuyo punto culminante fue la liberación del terrorista japonés, la
ciudadanía tomo las calles y logro la renuncia del infame norteamericano, que
evito así enfrentar una vacancia por incapacidad moral permanente.
Vizcarra como primer
vicepresidente asume la primera magistratura con un mayoritario apoyo
ciudadano, porque trayendo como bagaje una positiva gestión en el gobierno
regional de Moquegua, y habiendo tenido que enfrentar una posible censura como
ministro de Transportes por parte del fujimorismo, representaba la esperanza de
un gobierno integro, que hiciera frente a los poderes de una mafia corrupta que
esta copando las instituciones del Estado.
Sin embargo, lo que su
actuación nos deja ver, hasta el momento, es que, siguiendo la línea de su
antecesor, ha elegido conservar el sillón presidencial y tratar de terminar su
periodo, buscando el apoyo de la delincuencial mayoría parlamentaria;
reservándose un buen provecho pecuniario para su retiro por supuesto.
El escenario político
peruano muestra una traición más, de las muchas que ha venido sufriendo en los
últimos años.
Y esto seguirá
repitiéndose una y otra vez, mientras no lleguemos al convencimiento de que no
podemos seguir enfeudando nuestra confianza en personajes que asumen como
líderes, de que este sistema de gobierno es obsoleto, porque empodera a
personas individuales, las que como seres humanos pueden cambiar de opinión, o
ceder ante intereses particulares, de lo cual la ciudadanía que los eligió no
tiene mayor control.
Las fuerzas anti
sistema están dirigidas precisamente a combatir el poder económico del
neoliberalismo, que pone al mando el dinero antes que, a las personas, y a
empoderar al ciudadano en la toma de decisiones del Estado.
Decidamos enteramente
nuestro destino como país, hay que dejar de votar por un rostro, por un
individuo, empecemos a decidir por cada una de las acciones concretas que el
Estado debe tomar, decidamos acerca de los planes de gobierno, sobre las leyes
que deben ser aprobadas.
El movimiento hacia una
nueva Constitución es por ello el punto clave en la construcción de una patria
nueva.
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