El gobierno de PPK se
encuentra sumido en una prolongada huelga de los profesores, que mantiene a los
muchachos sin clases y en las calles diarios enfrentamientos de los
manifestantes que apoyan la huelga con la policía, además está la huelga médica,
que deja sin atención los centros de salud y hospitales del Estado y a ella se
suman los médicos legistas dejando los cadáveres estancados en la morgue, no
olvidemos tampoco las marchas de los pensionistas de las FFAA y PNP que exigen
la homologación de sus pensiones desde hace años, la que fue también una de las
promesas electorales de PPK, y además tiene que hacer frente a la urgente reconstrucción
del norte del país, desbastada por un inusual fenómeno del niño; todo esto dentro
del cuadro del enfrentamiento político entre el ejecutivo y el legislativo
donde los fujimoristas, no resignados a haber perdido las elecciones, tratan de
quebrar la voluntad del gobierno para ponerse ellos al mando tras bambalinas, por
si todo esto no fuera suficiente caos, el caso Odebrecht sigue destapando
archivos que comprometen a importantes figuras políticas y de gobierno en materia de corrupción y lavado de activos.
Dentro de estas
circunstancias los índices económicos han bajado, y han bajado terriblemente no
solo por causas externas, como la caída de los precios de los minerales, principal
producto de exportación del país, sino porque todo este cuadro mencionado
anteriormente no hace sino demostrar la gran incapacidad del gobierno para
manejar el país.
Y es que aparte de
mostrar toda su incapacidad como gobernante, no ha declinado de ser el fiel
mandadero de los intereses de los grandes lobbies transnacionales; sin autoridad
para manejar sus propios asuntos, pretende dar lecciones de democracia a
Venezuela, calificando a su gobierno, expulsando a su embajador y llamando a consulta
de cancilleres en Lima para sancionar al hermano país, consulta que por cierto
fue todo un fracaso, pues no lograron consenso ni entre los pocos que
asistieron.
Algunos pensamos al
inicio que PPK dada su edad, sin organización política consolidada que lo
respalde, sin futuro político luego de su periodo presidencial, podía, sin
salir de los rangos del sistema capitalista, hacer un gobierno, no progresista,
pero positivo, tratando de llegar a logros remarcables que lo dejaran en la
historia como un buen presidente.
Pero con la respuesta a
los sucesivos acontecimientos que viene afrontando, vemos que la base social
que sostiene este gobierno se está disolviendo, lo más preocupante es que aún
no se ha construido una opción válida de reemplazo; el fujimorismo está a la
espera, alimentando la crisis, para reinstaurar su dominio, esta vez absoluto y
desangrar una vez más al país.
Por lo visto el perrito
que mueve la cola no significa ningún peligro para el sistema, y dado que se muestra
ineficaz incluso para cumplir la tarea que le dictan sus amos, no moverán un
dedo para ayudarlo a salir de su crisis; la democracia solo tiene sentido para
ellos cuando sirve a sus intereses, de otra manera es desechable.