Las elecciones presidenciales en el Perú continúan siendo un
gran circo, los candidatos mayores son los mismos dinosaurios de siempre, con
las mismas mentiras habituales, solo con un mayor prontuario delincuencial; sin
embargo el ciudadano común parece no encontrar ninguna opción diferente, el
sentimiento extendido parece siempre ser elegir el mal menor, como en las
elecciones municipales precedentes, “roba pero hace obra”.
Desde hace unos años atrás el instinto popular ha sido
buscar alguien no comprometido con los partidos políticos tradicionales, un
“outsider”, como tabla de salvación contra ese círculo vicioso de “políticos
profesionales”, pero chocamos con la realidad que ningún “outsider” puede escapar de los engranajes del sistema,
una vez que entran en el espacio político son devorados y resultan siendo
peores que los viejos conocidos.
La izquierda está ahora reinventándose y tratando de
presentar una candidatura de unidad, una unidad aun endeble y llena de
obstáculos ridículos para la etapa posmoderna que estamos viviendo, pero aún
hay mentalidades que moldear dentro de lo que debería ser la vanguardia del
cambio revolucionario de una sociedad tradicionalista como la nuestra; sin
embargo hay que anotar que son pasos positivos los que se están dando.
Sin embargo, no nos engañemos, la candidatura de Verónica
tiene puntos muy positivos, como ser una genuina representante de su
generación, la juventud es una fuerza palpitante en estos momentos en el país;
además cuenta a su favor no tener un pasado político oscuro y vergonzoso como
la mayoría de sus mayores; es también una mujer carismática y muy inteligente
tal como se ha presentado en la cobertura mediática.
Aun así, su
candidatura tiene que arrastrar con la pesada carga que significa una imagen
ligada a los “comunistas” lo que es casi menos que decir “terroristas” gracias
a la exitosa campaña mediática de Montesinos, que durante la década Fujimorista
convirtió en tales a cualquier tipo de luchadores sociales; además representa a
una izquierda con un historial de múltiples divisiones y luchas internas, la misma
que demuestra no haber superado aun, solo tenemos que echar un vistazo a las
grandes dificultades que puso cada grupo para llegar al acuerdo de unidad, la
cual no abarca aun todo el espectro, ni se muestra tampoco muy sólida que
digamos.
Algo más importante,
a pesar de su discurso muy coherente y su habilidad para desenvolverse en las
entrevistas, no presenta un plan muy concreto para detener el avance
neoliberal, entramos en el mismo juego de todos los candidatos, muchas promesas
y buenas intenciones, pero poco realismo en cuanto a forma como esto se va a
construir.
Toda la izquierda ha levantado siempre las banderas del
antisistema, pero en la realidad seguimos pegados al sistema, seguimos
insistiendo en querer entrar al sistema, luchamos por ser aceptados dentro del
sistema, como en la monarquía constitucional inglesa, los liberales fueron
aceptados en el parlamento como la leal oposición de su majestad.
Es que solo tenemos
que imaginarnos el escenario posible si Verónica gana las elecciones y se
convierte en la primera presidente mujer y de izquierda en el Perú; en primer
lugar no contaría con una mayoría calificada para gobernar con tranquilidad,
segundo las pugnas internas dentro del frente por las cuotas de poder dentro
del gobierno terminarían debilitándola aún más, tercero no cuenta con una
estructura partidaria a nivel nacional que le sirva de respaldo a las medidas
de gobierno que deba tomar, cuarto, y no menos importante, tendrá que enfrentar
la recesión que la huida de los capitales extranjeros crearan para debilitar su
gobierno.
Y es que estamos tratando de enfrentar al toro jalándole por
la cola en vez de tomarlo por las astas, seguimos tomando el hecho de ganar
unas elecciones como una meta, ¿y después que las ganemos qué? ¿Cómo vamos a
organizar una fuerza de gobierno capaz de concretar las promesas hechas? ¿Quiénes
son nuestros amigos y quienes nuestros enemigos para lograr las alianzas necesarias?
¿Cuáles son los puntos negociables y cuales los principios irrevocables? Proponemos
una Constituyente para crear una nueva Constitución ¿pero qué concretamente proponemos para la nueva
Constitución que signifiquen reales cambios sociales? ¿Hasta dónde
logramos comprometer al ciudadano común con
los cambios necesarios para salir del atolladero donde nos encontramos?
Solo tenemos que ponernos a pensar un poquito en cuanto es
lo que realmente vale nuestro voto; aquí donde en las elecciones ya nadie vota
por el candidato de su preferencia, sino más bien votamos para que no salgan
elegidos ciertos candidatos; parafraseando al expresidente narcoindultador: “no
podremos hacer presidente a quien queremos, pero podemos impedir que sea
presidente a quien no queremos”
Es una verdadera vergüenza que el ciudadano peruano tenga
por opciones elegir como presidente a un asesino, un ladrón, un corrupto, una sinvergüenza,
un lobista mentiroso, todos aquellos mencionados con altas posibilidades en las
encuestas, muestran su amplio prontuario delincuencial; ¿qué nos dice eso del
estado de la política peruana?
Votare por Verónica y el Frente Amplio porque es la opción más
honesta y prometedora, especialmente porque votar por ella es cerrar el paso a
los delincuentes que se disputan la presidencia, pero no hay ilusiones dentro
del sistema; construir una alternativa antisistema significa revolucionar la
forma como se hace política, hacer una revolución no significa la reivindicación
de la lucha armada, significa romper con ese círculo de autocomplacencia en que
estamos inmersos y cambiar el modo de hacer las cosas, hay que entender que
requiere mucho valor renunciar a la aceptación y el cobijo que nos ofrece un
sistema consolidado y saltar a lo desconocido.
El Frente Amplio es un paso adelante, uno pequeño, queda
mucho trabajo que hacer por delante, especialmente en levantar esa esperanza
que requiere nuestra nación para crecer y creer que realmente se puede hacer
las cosas mejor.
¡Vamos Verónica, tu levantas nuestras esperanzas!