Después de escuchar los
audios que hasta el momento continúan siendo difundidos, nos queda una sensación
de rabia, asco e impotencia, que no encontramos forma de desahogar.
Quisiéramos tener un escuadrón,
como “los intocables” de la TV, para hacer en estos momentos una gran redada y
meter a todos estos malnacidos de frente a Lurigancho, sin beneficios penales,
por no menos de veinte años.
O por último tomarle la
palabra a Antauro y sus seguidores y pasar a fusilarlos en fila contra una
pared.
Pero aun estamos en una
democracia, deficiente e ineficaz, pero democracia al fin, y existe un Estado
de Derecho, aunque el estado del derecho sea la podredumbre.
Y no es que desconociéramos
las cochinadas que se fraguaban en el poder judicial, esto ha venido sucediendo
durante décadas, pero en los últimos tiempos se ha vuelto mas descarado y ha
avanzado como un cáncer en metástasis.
El palacio de justicia
se ha convertido en un mercado, donde todo se vende, todo se compra, solo hay
que tener el precio justo para alcanzar lo que necesitas.
Pero lo que estos
audios están demostrando es que la podredumbre no se queda en el poder
judicial, ha arraigado raíces en el poder legislativo y en el poder ejecutivo también,
la red de corrupción es tan grande y eficaz que abarca prácticamente a todas
las instituciones del Estado.
El contenido de los
audios revela que hay toda una cadena de mando, al estilo militar, donde el guachimán
de la puerta cobra al litigante, este le paga al secretario, el secretario al
juez de primera instancia, este al juez superior y este al juez supremo, el
juez supremo llama por apoyo al congresista este al ministro y el ministro
llega al presidente; ¡nadie se salva! Es una telaraña donde todos se cuidan
unos a otros, por el justo precio, por supuesto.
La reacción de los implicados,
apristas y fujimoristas coludidos en el enriquecimiento ilícito y el abuso de
poder, es por demás irrita y descarada, tratan de desvirtuar la fuente de las
informaciones en vez de aclarar el fondo de las acusaciones, que implican
delitos flagrantes.
Estamos pues, no ante una
crisis del poder judicial, estamos ante una crisis de la institucionalidad del
Estado, de la misma magnitud de la que remeció nuestro país en el 2000 y trajo
abajo la dictadura fujimorista con los vladivideos.
Si el presidente no
toma las riendas y empieza urgentemente a tomar medidas drásticas para
desarticular esta red mafiosa, cosa en la que Vizcarra ha demostrado hasta
ahora tener muy poco coraje, va a tener que enfrentar otra masiva marcha de los
cuatro suyos y va a caer junto con todos ellos.
Es que la crisis ha
llegado a puntos culminantes en que ya ni los propios simpatizantes
fujimoristas tienen cara para defender el sistema, se les acabaron los
argumentos, ya no hay “terrucos” “caviares” “mermeleros” ni otros enemigos a
quienes responsabilizar; sus enemigos están dentro de sus propias filas.
La impotencia de la
gente tiene un límite, y la situación está llegando a ese punto, lo que se
aproxima es una rebelión ciudadana que va a destituir los actuales poderes del
Estado, ejecutivo, legislativo, judicial, electoral, porque todos están podridos
en su interior.
Una rebelión ciudadana,
justa y necesaria, de renovación y refundación del Estado, llamando a una
Asamblea Constituyente, tantas veces exigida desde diferentes estamentos
sociales y políticos; la creación de un Estado democrático donde el ciudadano
tenga el poder de decisión frente a sus autoridades, un sistema inverso al
actual, donde sea el ciudadano quien controle y fiscalice a sus autoridades, y su
voto no solo valga para elegir un diferente ladrón cada cinco años.
Ante la rebelión ciudadana,
habrá que encarar a las Fuerzas Armadas y Policiales a tomar posición, ¿van a
ser obsecuentes con una institucionalidad evidentemente corrupta e ilegítima? o
¿van a ponerse del lado de la justicia y la democracia?
Al recuperar el poder
del Estado hay que tener en cuenta, para luchar contra la corrupción, las palabras
de Lord Acton: “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”, se
puede minimizar los efectos de la corrupción siempre que se colectivice el
poder, la decisión de un tribunal no puede estar en manos de un solo juez, la decisión
de Estado en las manos de un solo ministro, o presidente, las decisiones económicas
en manos de un solo individuo; siempre será más fácil corromper o extorsionar a
un solo individuo que a varios, y no debemos nunca poner las cosas fáciles para
los corruptos.
Por ahora y en la
espera de mas destapes en los siguientes audios, se hace necesario estar preparado
para actuar frente a la insurrección ciudadana que se aproxima si no encuentran
una salida efectiva en los próximos días.
Este aniversario de la declaración
de independencia nacional puede ser memorable.