Hemos asistido al denigrante
espectáculo de mujeres quemadas por sus parejas, en Lima, en Cajamarca, y otros
puntos de país, modus operandi que se repite sucesivamente, en parte porque en
la retorcida mente de algunos “machos” esto les dará notoriedad al salir
destacados en las noticias.
Pero sabemos que estos
casos son solo la punta del iceberg, los asesinatos de mujeres por su condición
de tales, por la posición de subordinación al hombre, llamado feminicidio,
supera la centena cada año, y si tuviéramos que contar los casos de violencia
sexual, habría que multiplicar por diez esta cantidad, y por cien esta última
cantidad si agregamos los casos de abuso doméstico.
Y es que el denominado
machismo, reproducido equívocamente como símbolo de una cultura dentro de
nuestra sociedad, programa las mentes de la gente, desde su primera infancia,
con la imagen del dominio del hombre sobre la mujer, sentencias como: “el
hombre es el jefe del hogar” “el padre es el proveedor de la familia” “el
hombre debe proteger a la mujer” “el hombre es quien toma las decisiones de la
familia” “ el hombre es el que hace el trabajo duro” “ el hombre es fuerte y la
mujer débil” “ el hombre es mas inteligente y creador” “ el hombre puede
tomarse mas libertades por su propia condición” “ el hombre toma una mujer como
suya en el matrimonio”; lo que se refuerza por el otro lado con sentencias
como: “la mujer depende del hombre” “la mujer se debe al hogar y los hijos” “
la mujer debe ser recatada y sumisa” “ hay labores específicas para mujeres”
“la mujer debe respeto a hombre” “el matrimonio es para siempre” y muchas más
como los ejemplos anteriores.
Estas sentencias son
tomadas mas literalmente por las personas que tienen muy poca o ninguna
educación, especialmente, sin que también deje de afectar a los grupos sociales
con más alta educación, porque, como repito, es una imagen cultural que se
reproduce en toda la sociedad en su conjunto.
El recalcitrante
machismo de nuestra sociedad no se circunscribe a la violencia contra la mujer,
hay otras expresiones de esta epidemia que no queremos reconocer, como la actitud
hacia el aborto; los movimientos antiabortistas ponen como lema la defensa de
la vida, asumiendo falsamente que un embrión es un ser humano, por tanto su extracción
sería un asesinato aleve, pero el trasfondo de esta excusa es que realmente
defienden la posición sumisa de la mujer como tal, sin derecho a decidir, cuya
tarea, para la cual han sido concebidas, es criar hijos; asumen que si la mujer
tuvo sexo y sale embarazada tiene la obligación de criar el producto, total
para eso fue criada ella, es decir los hijos son su castigo por “libertina”; no
logran entender la situación de violencia a que están sometidas gran parte de
estas mujeres, no solo en los casos de violación, que suelen suceder también
dentro del matrimonio, sino aquello mas frecuente cuando la mujer es tomada
como objeto sexual y le hacen sentir que tiene la obligación de tener sexo con
su pareja, porque para eso es “su mujer”, y mas aun, no es permitida de tomar
anticonceptivos, no solo por creencias religiosas, sino por una situación de
dominio del hombre, que en su propia inseguridad imagina que estando la mujer
protegida, podría tener sexo con otros hombres.
La realidad es que los
abortos se realizan por miles en todo el país, y por ser una practica ilegal es
conducida no por doctores especializados, sino por enfermeras, practicantes y
parteras, en condiciones de poca salubridad y con pobres recursos técnicos, lo
que genera una alta tasa de mortalidad entre las que se ven obligadas a
someterse a estas prácticas, que son en su gran mayoría gente pobre, porque la
gente con recursos económicos puede pagar los altos costos que solicita un médico
en una clínica para arriesgarse a contravenir la ley, o incluso los más
pudientes pueden viajar al extranjero donde esta práctica es completamente
legal.
Esta situación genera
que en realidad no estamos decidiendo sobre la vida de un embrión que poco
puede ser llamado un ser humano, sino que estamos decidiendo sobre la vida de
miles de mujeres pobres que se ven obligadas a tomar este ruinoso camino, sin más
opciones, condenándolas a un alto riesgo de muerte y reforzando ese patrón de
sometimiento impregnado en nuestra sociedad.
La misma situación se presenta
en la discusión del enfoque de género en las escuelas, los defensores del
machismo descontrolado, muchos de los cuales agrupados en la secta autodenominada
“#conmishijosnotemetas”; en primer lugar, esta gente no logra entender la
diferencia entre sexo y género, todos los seres humanos nacemos con un determinado
sexo, macho o hembra, no hay otras opciones, pero el género, el cual generalmente
empata con el sexo, macho=masculino, hembra=femenino, no siempre está
determinado por las hormonas, el genero se va formando en la temprana niñez y
se realiza en la infancia con el uso de razón, se llega a determinar por una colusión
de múltiples factores, especialmente sociales, de los cuales cada cual tiene un
peso especifico diferente en cada persona, porque cada cual es un universo en
conflicto y puede tomar diferentes vías de acuerdo a su particularidad como
individuo único en el mundo.
Lo que se tiene que descubrir,
es que ser homosexual no es una aberración, ni una perversión, ni una
enfermedad, es tan normal como ser diferente por el color de tu piel, por tu
lugar de nacimiento o por la religión que profesas, todos merecemos el mismo
respeto por quienes somos.
Lo que es reprobable es
la conducta sexual aberrante o indecorosa, ser homosexual no significa ir por
las calles mostrando las nalgas, o pechos implantados, vendiendo sexo en la vía
publica, ni implica inducir a otros a sus practicas sexuales; esto es tan
reprobable en un homosexual como en una mujer e incluso en un hombre; hay que
aprender a diferenciar las conductas aberrantes de lo que significa ser
homosexual.
La perspectiva de género
también procura desligar los roles asignados socialmente, por la cultura
machista, a la mujer y al hombre, brindando un enfoque más equitativo, de cooperación
e igualdad, en provecho de su desarrollo en la sociedad.
Bajo esta perspectiva también
se trata de influir en la dación de leyes especiales para estas poblaciones desprotegidas,
como las mujeres y los homosexuales, no se trata de darles prioridad a unos
sobre otros, sino de restaurar sus derechos y poder garantizar de que estos
sean ejercidos en una sociedad que por largos siglos los ha tenido sometidos.
Entender que esta labor
tiene que realizarse en la escuela, desde los primeros años, es apostar a que
nuestras nuevas generaciones aprendan a convivir en equidad de género, el
respeto a los demás, por diferentes que sean, la reciprocidad y el compromiso
para el desarrollo son las herramientas con las cuales podemos construir un Perú
mejor.
HAY QUE PARAR EL
FEMINICIDIO YA!!
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