Este domingo se
realizará el referéndum convocado por el gobierno peruano para decidir algunas
reformas a la Constitución.
A pesar de la
popularidad de dichas reformas, hay aún muchos críticos de su contenido y propósito,
desde ambos extremos.
Desde la derecha se le
critica como una medida populista dirigida por Vizcarra para consolidarse en el
poder, subir en las encuestas, conseguir legitimación en una campaña para
destruir a la oposición y distraer la atención de otros implicados en la corrupción
del caso Lava jato, blindando a sus socios en el negociado.
Desde la izquierda se critica
la superficialidad de las propuestas, dado que la Constitución no solo necesita
un par de reformas, que son vistas como un parche inútil, para ellos la Constitución
necesita un cambio total que signifique un empoderamiento de los pueblos; desde
esta perspectiva coinciden con la derecha en que Vizcarra usa el referéndum para
consolidarse en el poder.
Sinceramente hay que
reconocer que las propuestas del referéndum no van a ser una solución a los
problemas de corrupción y abuso de poder que aquejan al país, son unas reformas
débiles e incompletas; pero, el solo hecho de que se hayan planteado por
primera vez, con la amplitud que se ha desarrollado, significa ya un paso
adelante; otro logro de este referéndum es el golpe que significa para la
cadena de corrupción liderada por los fujimoristas y apoyada por los apristas,
que tienen aposentada su hegemonía en el poder legislativo y el poder judicial.
No podemos esperar una solución
radical en el contexto social que estamos viviendo, pero negarnos a apoyar una acción
que significa, aunque sea, un pequeño avance hacia una solución integral, significa
bloquear las posibilidades de desarrollo de una plataforma mayor, en la espera
de condiciones para una revolución sociopolítica radical.
Los resultados de este referéndum
no serán la panacea política que resuelva la crisis del Estado peruano, pero,
repito, es un paso adelante que no debemos despreciar; mas bien hay que usar
esta plataforma para mantener una ciudadanía vigilante hacia el desarrollo de
los acontecimientos del país e iniciar nuevas propuestas que signifiquen más
pasos adelante en esta lucha contra la corrupción y por el poder político;
entender este referéndum como el inicio de un movimiento hacia una reforma radical,
hacia una nueva Constitución, hacia una patria deseada.
Votemos SI, en la primera propuesta porque significa romper la columna
vertebral a la mafia que manejo el nombramiento de jueces y fiscales, desde el
Consejo Nacional de la Magistratura, para favorecer intereses políticos,
personales y enriquecerse vendiendo sentencias al mejor postor.
Con el nuevo organismo serán
siete autoridades quienes elegirán a su vez a siete magistrados, quienes serán los
responsables de los nombramientos en el poder judicial.
Votemos SI, en la segunda propuesta porque significa un mayor
rigor en el control del financiamiento que reciben las organizaciones políticas,
de esta manera evitar que las empresas, que luego negociaran con el Estado,
compren los favores de los lideres políticos, como ha venido sucediendo y cuyo
gran ejemplo es el caso Odebrecht.
Votemos SI, en la tercera propuesta porque, no solo en este
Congreso, sino que desde hace un par de décadas, sus representantes han
demostrado una elevada incapacidad política, un desconocimiento de la voluntad ciudadana
y han estado ejerciendo su poder en provecho propio y blindando delincuentes e
impresentables, por lo menos en este Congreso la gran mayoría merece irse a su
casa, si no a la cárcel, no permitiremos que vuelvan a presentarse a una reelección.
Los que están en contra
de esta propuesta argumentan que le restaría eficiencia al Congreso tener a todos
sus miembros nuevos, porque no habría una reserva de experiencia para el manejo
de los procedimientos legislativos, pero, entendamos que no estamos votando por
la no reelección absoluta, sino por la no reelección inmediata, lo que limita
este problema solo al primer Congreso elegido con este sistema, ya que algunos
congresistas podrán reelegirse en el siguiente periodo y así sucesivamente.
Votemos NO, en la cuarta propuesta porque, en primer lugar, pretende
ser usada por los actuales congresistas para hacer trampa a la tercera
propuesta, y hacerse reelegir, ya no como congresistas, sino como diputados o
senadores; en segundo lugar, porque pretende incrementar el número de representantes
generando un mayor gasto público, no solo en sus altísimos salarios y
bonificaciones, sino en asesores, seguridad, movilidad, viajes, infraestructura
en oficinas legislativas, etc., además que se pretende introducir en este texto
modificaciones a la potestad del ejecutivo para establecer una cuestión de
confianza y con esto se altera el equilibrio de poderes que es base de una
democracia; sin contar con que no se tuvieron en cuenta las cuotas étnicas y de
género en las representaciones.
Por principio debemos
ser conscientes que ninguna reforma es capaz de asegurarnos 100% que no volverán
a ocurrir los mismos problemas de corrupción y abuso de poder que estamos
sufriendo, siempre habrá delincuentes dispuestos a torcer la ley y encontrar
una rendija que les permita burlar la justicia; toda decisión es siempre una
apuesta, toda apuesta conlleva riesgos, pero lo inteligente es dirigir nuestra
apuesta hacia la decisión que tiene menor riesgo; esto debería hacernos conscientes
que no basta con emitir nuestro voto y
dejar en manos de las autoridades que se hagan cargo del resto, necesitamos estar
siempre vigilantes de la forma como las normas se van cumpliendo y ser miembros
activos de nuestra sociedad impulsando nuevas propuestas que coadyuven al desarrollo
de nuestra nación en el sentido que deseamos, con justicia y equidad.
Poe estos motivos y con
la esperanza de construir un Perú mejor para nuestras generaciones posteriores
este domingo:
SI…SI…SI…NO
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