Los audios que continúan
siendo publicados cada día, lo único que hacen es restregar en nuestros rostros
una realidad que ya todos imaginábamos, con la cual convivíamos cada día; pero
aun así no deja de sorprendernos y dejarnos esa sensación de rabia e
impotencia.
Los alcances de la
corrupción en la institución del Estado son muy amplios, la pista se inició
increíblemente investigando una organización
de narcotraficantes, los que a través de abogados mafiosos se
contactaban con jueces y fiscales para obtener impunidad para sus fechorías;
pero los hilos de la corrupción nos llevó hasta el presidente de la corte
superior, este a los jueces de la corte suprema, a los miembros del consejo
nacional de la magistratura, al ministro
de justicia, al ministro del interior, a un grupo de congresistas de la república,
a los miembros del organismo nacional de procesos electorales, a un grupo de periodistas
de importantes medios de comunicación y hasta la presidencia de la federación
peruana de futbol; comprobamos pues que el poder ejecutivo, el poder judicial,
el poder legislativo y el poder electoral están plagados por esta enfermedad.
Es decir que ninguna
parte del organismo del Estado esta libre de este virus que la invade; aún más,
esta metástasis ha estado desarrollándose por tanto tiempo en nuestro organismo
social, que la hemos metabolizado hasta convertirla en parte de nuestra vida
diaria.
Quien no ha visto o
participado de la coima bajo la mesa o el uso de recomendaciones para conseguir
un expediente en la comisaria, para una cita con el especialista en el
hospital, para acceder a un puesto de trabajo, para evitar una infracción de tráfico
o una multa municipal, hasta para conseguir unas entradas para algún
espectáculo, etc., etc.,
¿Pero como llegamos a
este punto? Es que durante décadas hemos estado sufriendo, viendo como otros
lograban las cosas por este medio sin ningún reparo ni sanción, y caemos
fácilmente en ese: ¿y por qué yo no?
Cuando investigamos el
crimen organizado aprendimos que la direccionalidad del delito es vertical en
sentido de arriba hacia abajo, es decir los que organizan y sustentan la red
criminal son un pequeño grupo de “jefes”; es por esto que la acción policial en
estos casos no se detiene ante los diversos operadores directos, sino que busca
escalar en la red hasta llegar a cúspide de la pirámide, porque saben que mientras
no se desarticule la cabeza de la organización criminal, por mas golpes que se
de en las bases, esta volverá a renacer si los cerebros delictivos siguen funcionando.
La ruta que sigue el
delito de la corrupción es totalmente opuesta, es alimentada desde la base de
la pirámide y sostiene toda la estructura; cuando el primer sujeto paga una
coima o hace uso de un “favor” para saltar el sistema, pone en funcionamiento
toda una cadena por la cual el dinero y el tráfico de influencias van subiendo
por la red delictiva hasta su extremo superior, dejando todo un rastro de
deterioro moral en su camino.
Por esta razón la
manera de combatirlo debe ser diferente a su vez, eliminar a los que están posicionados
en la cúspide de la pirámide solo lograra que nuevos personajes asuman la posición,
puesto que la base seguirá alimentando el sistema, es necesario neutralizar a
aquellos que la sustentan para detener el flujo, el problema es que la base
social es muy amplia, además, por la misma razón, sería muy difícil encontrar las
personas adecuadas para realizar el trabajo, que estén lejos de la tentación de
caer en la misma red que están supuestos a combatir; en el vértice superior,
por las razones opuestas, tenemos el mismo problema, siendo un grupo más pequeño
es difícil asegurar que alguno de ellos no esta ya comprometido en la corrupción;
es entonces en los estamentos medios donde debemos encontrar los elementos nuevos
que estén dispuestos a fajarse por el país arriesgándolo todo.
Es necesario la creación
de una agencia especializada, de alcance nacional, con participación de agentes
civiles, judiciales y policiales, con facultades para investigar de oficio, acceder
al secreto bancario, realizar seguimientos e intervención de las comunicaciones
de cualquier sospechoso.
Definitivamente es necesario
impartir justicia con dureza e imparcialidad para sancionar a los infractores,
a los que incitan al delito, mostrando que los intentos de delinquir serán fuertemente
castigados, que no habrá condescendencia con este tipo de delitos, como forma
de coactar desde la raíz el nacimiento del sistema de corrupción.
Imprescindible, por
cierto, a largo plazo, trabajar en la educación de las nuevas generaciones,
inculcando los valores necesarios para crear ciudadanos responsables, conocedores
y defensores tanto de sus derechos como de sus deberes cívicos.
Una tarea que no
podemos obviar, si deseamos construir una nación soberana, tarea que debe
completarse con la discusión de una nueva constitución, reemplazando la apócrifa
inventada por la dictadura, y para evitar que nuevamente caigamos en poder de
bandas criminales como los apristas y los fujimoristas u otros por crearse.
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