El proceso judicial a
Susana Villarán, por su implicancia en los sobornos de Odebrecht, ha abierto
una discusión que hasta ahora no se había planteado, es decir, ¿tiene la
izquierda una propuesta diferente? ¿puede una organización de izquierda hacer
un gobierno honesto?
Las voces del fujimorismo
y los apristas ahora se alzan para acusar a la izquierda por su participación
en la corrupción, como si los pecados ajenos pudieran atenuar los propios.
Lo cierto es que gracias
a los votos de la izquierda Fujimori accedió al poder, como también lo hicieron
Toledo, Humala y PPK, lo cual solo demuestra que la izquierda es a pesar de
todo una fuerza importante del electorado peruano.
Desde la década de los
80’s la izquierda a sido destruida por la utilización que hizo el fujimorismo
del fenómeno del terrorismo, todo movimiento que tuviera cierto tufillo a
izquierda, era inmediatamente perseguido por terrorista, nunca pudieron levantar
una alternativa durante este tiempo, porque les costó mucho trabajo asimilar el
daño ideológico causado por el terrorismo y adaptarse a los cambios sociales
producidos por la globalización.
Apoyaron a Fujimori que
se presentaba como un independiente progresista, contra un Alan que amenazaba
regresar, aunque luego se convirtió en dictador, apoyaron a Toledo porque
mostro valor al enfrentarse a la dictadura, aunque luego desde el gobierno se dedicó
a desfalcar al Estado, apoyaron a Humala porque se mostró como una alternativa
nacionalista y democrática, cortándole el paso a Keiko, aunque luego traiciono
sus objetivos y se vendió a la corrupción, apoyaron a Susana, una progresista
de izquierda sin partido, para llegar al municipio limeño, sin sospechar las
prebendas que implicaría, finalmente apoyaron
a PPK, aun conociendo su historia, porque era la única alternativa para evitar
que Keiko y el fujimorismo se adueñen del poder.
Debido a la dispersión
sufrida a raíz del terrorismo y el sicosocial armado por la dictadura y la
corrupción, la izquierda no tuvo, durante todo este tiempo, la capacidad de
presentar un candidato propio, con la suficiente fuerza para dar un contenido
significativo de cambio social, sin embargo tampoco podía dejar de actuar,
mantenerse en silencio, seguía siendo un referente político y tenía que enarbolar
una posición dentro del contexto, buscando un líder, una organización, a partir
de la cual pudieran empezar a reconstruir el espacio que les fue birlado, sin
ningún resultado positivo hasta que emergió la figura de Verónica Mendoza, con
una propuesta de izquierda renovada, moderna, enviando un claro mensaje
anticorrupción en los momentos que más el país lo necesita.
Luchar contra el
etiquetado de “terrorista” les está aun costando mucho esfuerzo, pero también han
tenido que atravesar un duro proceso interno de cambio para adaptar su ideología
a los cambios sociales posmodernos.
No tenemos, de su lado,
ya más expresiones como “dictadura del proletariado” “lucha de clases” o “economía
centralizada”, sus metas ahora son: justicia social, equidad de género,
democracia participativa, distribución de la riqueza, lucha frontal contra la corrupción
y para ello propugnan un cambio constitucional que afirme el tipo de nación que
deseamos los peruanos.
El punto de este análisis
es que las fuerzas de izquierda en el Perú, por su importancia política entre la
ciudadanía, no podía mantenerse al margen de los procesos electorales, aun ante
el hecho de no contar con una propuesta o un candidato propio, estuvieron actuando
entre la esperanza de un candidato más o menos progresista y “el mal menor”; si
las opciones que tomaron fueron equivocadas o solo frustradas, es un debate
para la historia que no afecta la actuación que en la presente coyuntura les
toca asumir.
La responsabilidad por
dichas decisiones esta pagada con creces, pues han sido excluidos sistemáticamente
de la escena política durante un par de décadas; por otro lado, tampoco han actuado
como encubridores, ni blindando personajes, como acostumbramos ver en los sectores
de la derecha; cuando hay delitos de por medio, han señalado directamente las responsabilidades,
aunque se trate de alguien que estuvo en sus filas, claramente en el caso de
Susana Villarán.
Hay que tener en claro que,
si bien el eje politico actualmente en el país gira alrededor de la lucha
contra la corrupción, ella esta directamente ligada a la reforma del poder
judicial, la reforma política y la reforma del sistema económico, lo cual significaría
un profundo cambio estructural de nuestra sociedad y que solo podrá ser
alcanzada plasmándolo en una nueva constitución.
Finalmente, la respuesta
a la pregunta del titular es SI, hay una alternativa en las posiciones de
izquierda, porque está demostrado su capacidad de cambio, porque no muestra
lenidad con la corrupción, venga de donde venga; pero no caminamos hacia el totalitarismo, la
democracia exige el mandato de la mayoría, pero también el respeto a los
derechos de las minorías.
Entonces, ¿existe una
derecha lúcida y consecuente que pueda aportar al desarrollo nacional?, esta es
una pregunta que queda en el aire, por el momento; pero, si no existe aún, es
nuestro deber buscarla y validarla, porque el país la necesita, toda sociedad
necesita un balance de poderes para no caer en la dictadura.