A partir del desenlace
del caso Lavajato y la valiente actuación de un grupo de policías, fiscales y
jueces en la lucha contra la corrupción en la política, se vienen alzando voces
denunciando como un abuso la aplicación de
las prisiones preventivas para estos personajes, sacando, de sus libros de leyes,
la explicación de que la prisión preventiva es una medida excepcional, un
ultimo recurso contra la libertad de un investigado, pues debe priorizarse la presunción
de inocencia mientras no se demuestre lo contrario.
Tienen razón los
jurisconsultos al respecto, aunque hay que decir que nunca se les escucho un
clamor cuando, en todos los años que se viene aplicando esta medida, miles de
personas sufren esta carcelería por largos periodos hasta que la fiscalía construye
una acusación y un juez dictamina su causa; es que se trataba de simples
ciudadanos comunes y corrientes, solo ahora
que se toca a los señores de cuello y corbata, que han detentado posiciones de
poder, alguien se preocupa del abuso de la ley.
Pero les doy la razón en
el punto que la privación de la libertad de un individuo es siempre una medida
excepcional, el punto es que el país está viviendo una etapa histórica excepcional
también, lo que justifica plenamente la ejecución de medidas excepcionales;
nunca antes en la historia se había visto desfilar tantas pruebas de corrupción
generalizada en todos los ambientes del Estado, a tantos políticos y
funcionarios despachándose del erario nacional, vendiendo nuestros recursos al
mejor postor en provecho propio, coligándose con delincuentes comunes para
cometer sus fechorías y blindándose entre ellos para evadir la justicia, con todo
descaro frente a la opinión pública; estamos pues en tiempos excepcionales y no
es un abuso dictaminar las prisiones preventivas para estos delincuentes de
cuello y corbata, es más, pienso que deberían activarse mucho más, puesto que
estamos presenciado como tienen facilidades, con el contubernio de algunas autoridades,
para escapar del país y evadir sus responsabilidades ante la justicia.
La actuación de estos jóvenes
fiscales, de la nueva guardia, que se han comprado el pleito de la lucha contra
la corrupción, caiga quien caiga, teniendo que superar todos los obstáculos que
los guardianes del sistema, aun dentro de sus propios organismos, les ponen para
tratar de sacarlos del camino que se han trazado, es muy valiente y valiosa
para tratar de limpiar el aparato del Estado de esta terrible lacra, pero hay
una cosa que debemos tener muy presente, no se trata solo del clan de los
Fujimori, ni de Alan y sus búfalos, ni de PPK, ni de Humala y Nadine, ni de
Toledo, ni de los Cuellos Blancos del Puerto o de los Huachiturros, todos ellos
son las cabezas visibles de todo un sistema bien montado de corruptela
enquistado en las instituciones del Estado, es necesario dar muestras claras de
que a la justicia no le tiembla la mano para castigar a estos miembros de la
mafia y para esto las prisiones preventivas son una muy buena señal para la población
y para el resto de corruptos de que hay firmeza en esta lucha y no claudicación;
pero no es suficiente, tenemos que aprender la lección de los errores que cometimos
cuando echamos abajo la dictadura fujimorista, cuando se dio prisión a las
cabezas visibles, a los responsables políticos, pero se dejo intacto el resto
de este sistema organizado para enquistarse como parásitos en la estructura del
Estado, a consecuencia de ello, volvieron a surgir nuevas cabezas que se
encaramaron en esta organización criminal para aprovechar sus ventajas; si
dejamos las raíces de esta organización intactas, solo será cuestión de tiempo
para que nuevas cabezas broten y todo continúe igual; el sistema se
retroalimenta y se recompone no importa quienes sean las figuras visibles, los
rostros pueden cambiar cuantas veces sea necesario, pero el sistema sobrevive a
las personas.
Esta es la importancia
vital de reconocer que no solo existen individuos que hacen de la corrupción su
medio de vida, sino que hay todo un sistema de corrupción que está socavando las
instituciones de nuestra sociedad, que no se trata solo de meter presos a los
corruptos, sino que hay que atacar el sistema en sí, este sistema que promueve
o permite la corrupción, que protege y
trata con lenidad a los corruptos, es tiempo de acometer la tarea de impulsar
los cambios necesarios en el modelo de crecimiento, de desarrollar mayores mecanismos
de control ciudadano, de dotarnos de una nueva Constitución de la República que
defina mejor el tipo de país en el que queremos vivir y que empodere al
ciudadano común en las decisiones de estado.
Vivimos tiempos de
cambio y es hora de demostrar que estamos a la altura que las circunstancias de
la patria nos exigen.
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