sábado, 25 de noviembre de 2017

VERONICA MENDOZA


Desde que, para sorpresa de todos, Verónica Mendoza obtuvo casi veinte porciento de caudal electoral, la derecha, pero en especial el fujimorismo, desató una campaña para destruir su imagen pública; se le quiso ligar al desastroso gobierno de Ollanta Humala, y ahora tratan de incluirla en la corrupción generada por Odebrecht.
Aclaraciones de su participación en el gobierno de Humala han sido hechas en múltiples oportunidades, que la prensa controlada no publicita para permitir que el común de la gente siga creyendo las falsedades que se lanzaron en un principio.
Se dijo que era dirigente nacional del partido Nacionalista y que era la secretaria de Nadine, falso, ella demostró que ostentaba un cargo dentro de la Secretaria de Relaciones Internacionales, el cual le fue ofrecido debido a los contactos que logró en Europa durante el tiempo que estuvo cursando estudios en Francia.
Se dijo que escribió en las agendas de Nadine acerca de las contribuciones que el partido recibió del gobierno de Venezuela, donde viajo cumpliendo sus funciones, ella ha negado en repetidas ocasiones dichas anotaciones, a pesar que intentaron presentar falsos informes de grafólogos examinando fotocopias de ciertas páginas de dichas agendas, lo cual es totalmente impropio, profesionalmente hablando; pero después de todo debe quedar en claro que es irrelevante que sea o no su letra en dichos apuntes, pues nadie tendría por qué asumir que dichos fondos tuvieran un origen ilegal, así como que el uso que se dio a dichos fondos escapa totalmente de su control, acerca de ello puede preguntarse a los responsables de la Secretaria de Economía del partido nacionalista o al hermano de Nadine, quien estaba personalmente encargado de colectar el dinero para la campaña, en vista que el manejo de las finanzas era de un grupo familiar cerrado; lo más importante que cabe resaltar es que, Verónica mantiene un estilo de vida austero, no tiene propiedades lujosas, ni en el Perú ni en el extranjero, no maneja cuentas bancarias millonarias, ni con su nombre ni a nombre de testaferros, ni viaja en vehículos costosos, ni en aviones particulares, no la  rodean guardaespaldas, nadie le paga cientos de miles de dólares por supuestas “conferencias”, es una persona sencilla que le gusta mezclarse con su público en cada lugar que visita.
De su participación en el gobierno de Ollanta, ninguno de los despropósitos cometidos y la corrupción que lo describe, pueden ser achacados a su persona, mas bien fue el motivo por el que ella renuncio públicamente a dicho partido y se alejó de cualquier puesto público, tan temprano como en su primer año de ejercicio.
Algunos le reclaman que no denunció en ese momento las irregularidades o actos de corrupción dentro del gobierno, pero no contemplan que como persona publica no se puede lanzar denuncias al aire sin las debidas pruebas, sin ser acusada de irresponsable y dejar una imagen poco fiable, que la acosaría por siempre desvirtuando sus subsiguientes afirmaciones.  
También la insultan, porque ya no son simples acusaciones, terrorista, terruca, rojete, caviar, le gritan, porque representa una opción de izquierda, porque sabe que la derecha esta acabada, sin nuevas propuestas, y porque sostiene que solo una revolución social puede poner sobre sus pies un sistema político que esta funcionando de manera inversa; esa revolución social que tanto horroriza a la casta política enquistada en el poder, que vive succionando su vitalidad del erario público, que todos pagamos con nuestros impuestos.
En resumen, siendo la única candidata, que, habiendo obtenido un apreciable caudal electoral, no ha sido manchada por los escándalos de corrupción, la suciedad característica de la casta política trata de salpicarla de su podredumbre, pero sus acusaciones poco elaboradas, faltas de consistencia, caen por si solas; repetirlas una y otra vez, en cada ocasión que les hace sentir la relevancia de su presencia política, no las hace más creíbles.
En el escenario de la política peruana actual, Verónica Mendoza resulta ser, en primer lugar, la persona más confiable en relación a su entereza moral, y en segundo lugar pertenece a un grupo que representa un programa de cambio y desarrollo social viable y sustentado para la reconstrucción de nuestra patria; situación que la hace una persona muy peligrosa para el statu quo.


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