Desde que, para
sorpresa de todos, Verónica Mendoza obtuvo casi veinte porciento de caudal
electoral, la derecha, pero en especial el fujimorismo, desató una campaña para
destruir su imagen pública; se le quiso ligar al desastroso gobierno de Ollanta
Humala, y ahora tratan de incluirla en la corrupción generada por Odebrecht.
Aclaraciones de su
participación en el gobierno de Humala han sido hechas en múltiples
oportunidades, que la prensa controlada no publicita para permitir que el común
de la gente siga creyendo las falsedades que se lanzaron en un principio.
Se dijo que era
dirigente nacional del partido Nacionalista y que era la secretaria de Nadine,
falso, ella demostró que ostentaba un cargo dentro de la Secretaria de
Relaciones Internacionales, el cual le fue ofrecido debido a los contactos que
logró en Europa durante el tiempo que estuvo cursando estudios en Francia.
Se dijo que escribió en
las agendas de Nadine acerca de las contribuciones que el partido recibió del
gobierno de Venezuela, donde viajo cumpliendo sus funciones, ella ha negado en
repetidas ocasiones dichas anotaciones, a pesar que intentaron presentar falsos
informes de grafólogos examinando fotocopias de ciertas páginas de dichas
agendas, lo cual es totalmente impropio, profesionalmente hablando; pero después
de todo debe quedar en claro que es irrelevante que sea o no su letra en dichos
apuntes, pues nadie tendría por qué asumir que dichos fondos tuvieran un origen
ilegal, así como que el uso que se dio a dichos fondos escapa totalmente de su
control, acerca de ello puede preguntarse a los responsables de la Secretaria
de Economía del partido nacionalista o al hermano de Nadine, quien estaba
personalmente encargado de colectar el dinero para la campaña, en vista que el
manejo de las finanzas era de un grupo familiar cerrado; lo más importante que
cabe resaltar es que, Verónica mantiene un estilo de vida austero, no tiene
propiedades lujosas, ni en el Perú ni en el extranjero, no maneja cuentas
bancarias millonarias, ni con su nombre ni a nombre de testaferros, ni viaja en
vehículos costosos, ni en aviones particulares, no la rodean guardaespaldas, nadie le paga cientos
de miles de dólares por supuestas “conferencias”, es una persona sencilla que
le gusta mezclarse con su público en cada lugar que visita.
De su participación en
el gobierno de Ollanta, ninguno de los despropósitos cometidos y la corrupción
que lo describe, pueden ser achacados a su persona, mas bien fue el motivo por
el que ella renuncio públicamente a dicho partido y se alejó de cualquier
puesto público, tan temprano como en su primer año de ejercicio.
Algunos le reclaman que
no denunció en ese momento las irregularidades o actos de corrupción dentro del
gobierno, pero no contemplan que como persona publica no se puede lanzar
denuncias al aire sin las debidas pruebas, sin ser acusada de irresponsable y dejar
una imagen poco fiable, que la acosaría por siempre desvirtuando sus subsiguientes
afirmaciones.
También la insultan,
porque ya no son simples acusaciones, terrorista, terruca, rojete, caviar, le
gritan, porque representa una opción de izquierda, porque sabe que la derecha
esta acabada, sin nuevas propuestas, y porque sostiene que solo una revolución
social puede poner sobre sus pies un sistema político que esta funcionando de
manera inversa; esa revolución social que tanto horroriza a la casta política
enquistada en el poder, que vive succionando su vitalidad del erario público,
que todos pagamos con nuestros impuestos.
En resumen, siendo la
única candidata, que, habiendo obtenido un apreciable caudal electoral, no ha
sido manchada por los escándalos de corrupción, la suciedad característica de
la casta política trata de salpicarla de su podredumbre, pero sus acusaciones poco
elaboradas, faltas de consistencia, caen por si solas; repetirlas una y otra
vez, en cada ocasión que les hace sentir la relevancia de su presencia
política, no las hace más creíbles.
En el escenario de la política
peruana actual, Verónica Mendoza resulta ser, en primer lugar, la persona más
confiable en relación a su entereza moral, y en segundo lugar pertenece a un grupo
que representa un programa de cambio y desarrollo social viable y sustentado
para la reconstrucción de nuestra patria; situación que la hace una persona muy
peligrosa para el statu quo.
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