Un gran éxito de
taquilla la presentación de la película, basada en el alto ranking de su
programa televisivo, definitivamente un buen negocio; pero, ¿Por qué le gusta
tanto a la gente este personaje desvencijado?
La respuesta es sencilla desde la visión psicológica,
es la risa fácil, chabacana, que no necesita un elaborado argumento, es la que
trae la burla de la desgracia ajena, ¿Quién no ha visto personas riéndose cuando
observan a alguien que resbala y se cae? ¿o riéndose cuando a alguien le
robaron por estar descuidado? ¿o remedando exageradamente algún defecto físico del
compañero? ¿o cuando alguien comete un error en el trabajo, otro lo señala a
los demás y se burla de lo tonto que fue al cometer ese error? Claro, las personas
más educadas y las bien intencionadas, saben reprimir ese instinto primitivo, y
mas bien ayudan a levantarse al caído, tratan de ayudar a la victima de la
delincuencia, ignoran los defectos físicos de las otras personas, explican al
compañero de trabajo cual ha sido su error para que lo corrija; eso nos
caracteriza como seres humanos solidarios y son los que impulsan las sociedades
hacia el progreso.
Pero estas actitudes,
se transforman desde una burla personal, hasta un escarnio social, cuando el
sujeto de burla es un grupo étnico; La paisana Jacinta, exagerando los defectos
físicos, la manera de vestir, el modo de hablar, y el entorno de vida, ha creado
un personaje que hace escarnio de la población campesina altoandina de nuestra
patria, pero claro, para el “criollo” costeño, y para ese grupo de inmigrantes que
ya quiere sentirse “blanco” y “costeño”, es fácil reírse y aceptar la burla que
significa el personaje, no se sienten identificados nunca mas con esa manera de
hablar, ni con sus vestimentas, ya están “culturizados” y pueden reírse, porque
de quien se burlan es “del otro”.
Sus defensores han
sacado a relucir la libertad de expresión,
y tienen razón, sería una exceso pedir que el programa, la película o el
personaje sea censurado, pero si podemos exigir que esas opiniones agraviantes
sean trasladadas a horarios discretos, igual que la pornografía y los videos de
violencia, pueden ser vistos y disfrutados por quienes optan por esos temas; pero
es un abuso contra la mayoría de la población imponerlo en horarios familiares,
donde niños y jóvenes serán bombardeados con mensajes de intolerancia como el
que trasmite este personaje.
A los que opinan que es
un personaje ficticio que no ofende a nadie, (como dice su propio autor) les pondría
como ejemplo, ¿si un grupo de fanáticos de la “U” hiciera un programa cómico
donde ponen a unos negros en camisetas rayadas blanquiazul y los presentan como
ineptos, brutos, débiles, haciendo burla de todos estos defectos? Seguro que tendrían
mucho ranking entre los hinchas de Universitario, ¿no se sentirían ofendidos
los de Alianza Lima? O ¿si los evangelistas hacen un programa cómico burlándose
de los rituales católicos? O ¿si los chilenos hacen un programa cómico donde
ponen a los peruanos como cobardes? Es que es fácil reírse cuando el objeto de
la burla es “el otro” acá siempre se trata pues entonces de qué lado estas tú.
Si no, yo le invitaría
a Jorge Benavides para que hiciera un show con su personaje de la paisana
Jacinta en una de las comunidades altoandinas de Ayacucho, o que vaya a Chincha,
al barrio de los Basombrio y que haga el show del negro mame, a ver cuanta
gente se ríe de su personaje.
Es que no son
personajes ficticios como pretende hacernos creer su interprete, son personajes
que reflejan una realidad existente, pero a la cual no aportan nada, solo hacen
escarnio y burla grotesca.
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