martes, 5 de diciembre de 2017

LAS POLLERAS DE LA PAISANA JACINTA


Un gran éxito de taquilla la presentación de la película, basada en el alto ranking de su programa televisivo, definitivamente un buen negocio; pero, ¿Por qué le gusta tanto a la gente este personaje desvencijado?
 La respuesta es sencilla desde la visión psicológica, es la risa fácil, chabacana, que no necesita un elaborado argumento, es la que trae la burla de la desgracia ajena, ¿Quién no ha visto personas riéndose cuando observan a alguien que resbala y se cae? ¿o riéndose cuando a alguien le robaron por estar descuidado? ¿o remedando exageradamente algún defecto físico del compañero? ¿o cuando alguien comete un error en el trabajo, otro lo señala a los demás y se burla de lo tonto que fue al cometer ese error? Claro, las personas más educadas y las bien intencionadas, saben reprimir ese instinto primitivo, y mas bien ayudan a levantarse al caído, tratan de ayudar a la victima de la delincuencia, ignoran los defectos físicos de las otras personas, explican al compañero de trabajo cual ha sido su error para que lo corrija; eso nos caracteriza como seres humanos solidarios y son los que impulsan las sociedades hacia el progreso.
Pero estas actitudes, se transforman desde una burla personal, hasta un escarnio social, cuando el sujeto de burla es un grupo étnico; La paisana Jacinta, exagerando los defectos físicos, la manera de vestir, el modo de hablar, y el entorno de vida, ha creado un personaje que hace escarnio de la población campesina altoandina de nuestra patria, pero claro, para el “criollo” costeño, y para ese grupo de inmigrantes que ya quiere sentirse “blanco” y “costeño”, es fácil reírse y aceptar la burla que significa el personaje, no se sienten identificados nunca mas con esa manera de hablar, ni con sus vestimentas, ya están “culturizados” y pueden reírse, porque de quien se burlan es “del otro”.
Sus defensores han sacado a relucir  la libertad de expresión, y tienen razón, sería una exceso pedir que el programa, la película o el personaje sea censurado, pero si podemos exigir que esas opiniones agraviantes sean trasladadas a horarios discretos, igual que la pornografía y los videos de violencia, pueden ser vistos y disfrutados por quienes optan por esos temas; pero es un abuso contra la mayoría de la población imponerlo en horarios familiares, donde niños y jóvenes serán bombardeados con mensajes de intolerancia como el que trasmite este personaje.
A los que opinan que es un personaje ficticio que no ofende a nadie, (como dice su propio autor) les pondría como ejemplo, ¿si un grupo de fanáticos de la “U” hiciera un programa cómico donde ponen a unos negros en camisetas rayadas blanquiazul y los presentan como ineptos, brutos, débiles, haciendo burla de todos estos defectos? Seguro que tendrían mucho ranking entre los hinchas de Universitario, ¿no se sentirían ofendidos los de Alianza Lima? O ¿si los evangelistas hacen un programa cómico burlándose de los rituales católicos? O ¿si los chilenos hacen un programa cómico donde ponen a los peruanos como cobardes? Es que es fácil reírse cuando el objeto de la burla es “el otro” acá siempre se trata pues entonces de qué lado estas tú.
Si no, yo le invitaría a Jorge Benavides para que hiciera un show con su personaje de la paisana Jacinta en una de las comunidades altoandinas de Ayacucho, o que vaya a Chincha, al barrio de los Basombrio y que haga el show del negro mame, a ver cuanta gente se ríe de su personaje.
Es que no son personajes ficticios como pretende hacernos creer su interprete, son personajes que reflejan una realidad existente, pero a la cual no aportan nada, solo hacen escarnio y burla grotesca.


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