Nuevamente se movilizan las fuerzas más conservadoras del
país, liderados por los grupos evangelistas ortodoxos, para tratar de manipular
la opinión publica e interferir en la política educacional del gobierno.
A pesar de los estremecedores homicidios con
violación, cometidos contra niñas indefensas en las últimas semanas y las
estadísticas que muestran la cantidad de casos de abusos contra menores y el
feminicidio, producto de un esquema social evidentemente machista; los líderes
de #conmishijosnotemetas insisten en condenar los proyectos de educación sexual
en las escuelas públicas.
Los argumentos
que presentan lindan con el ostracismo religioso, más que con una realidad
nacional que nos golpea; además que se propaga con falsedades como que el
enfoque de genero les dice a los niños que pueden escoger ser homosexuales o
que se les induce a tener relaciones sexuales tempranas.
Parten de un concepto anacrónico que define la familia
exclusivamente como nuclear y compuesta por una pareja de padres, masculino y
femenino, más los hijos procreados dentro del matrimonio.
Este conservadurismo intenso nos hubiera llevado, en
otros tiempos, a seguir considerando a la mujer como propiedad del padre
primero y luego del esposo, a que la niñas se les enseñe a coser, cocinar,
lavar y planchar, porque ese es su destino manifiesto, a que la violencia
familiar quede encerrada entre las cuatro paredes del hogar debido a que son
asuntos internos de la pareja; es la actitud de negar los cambios que el
desarrollo de la ciencia y la historia de nuestra cultura han venido
procesando, significan un ancla con el pasado que nos impide progresar.
Enseñarles a los niños las funciones de su cuerpo no
es inducir su sexualidad, es darles el conocimiento para defenderse de
abusadores; mostrarles los diferentes tipos de familia que se forman en nuestra
sociedad, los ubica como miembros de esta comunidad y no sentirse excluidos si
pertenecen a un tipo diferente de familia que no sea la nuclear.
Formar las mentes de nuestros niños con la tolerancia
hacia los que son diferentes a nosotros, va a iniciar el proceso de equidad
entre los géneros, hacia la igualdad y el respeto entre hombres y mujeres, así
como para evitar la posterior violencia familiar; decirles que el
homosexualismo no es una enfermedad, ni una perversión, es ponerlos al día con
la ciencia y prevenir el bullying, nadie nace homosexual, ni se aprende a ser
homosexual, ni se elige ser homosexual, es simplemente una forma de ser que se
va moldeando bajo el influjo de muchos factores que están fuera de nuestro
control.
Nuestra nación necesita modificar los estándares con
los que se evalúa los vínculos entre géneros, los conceptos que definen
nuestras familias como base de la sociedad que estamos formando; necesitamos fortalecer
la equidad y ampliar nuestras nociones sobre nuestras relaciones como seres humanos.
Frente a la manipulación de los conservadores evangélicos
que se rasgan las vestiduras tratando de tocar los sentimientos de autodefensa
de los padres de familia, quizá deberíamos pensar en dar también en dar capacitación
en sexualidad a los padres; después de todo uno de sus slogans es “a mis hijos
de sexo les hablo yo”, claro que, si ellos mismos no han tenido una debida orientación,
¿de que les pueden hablar a sus hijos? ¿De lo que aprendieron en la calle con
los amigos? ¿de lo que leyeron en las revistas? ¿o lo que les enseñaron en la iglesia?,
ninguna de las opciones es muy buena, por ese camino es que hemos llegado al
estado de cosas en que estamos.
En resumen, si queremos reducir la violencia familiar,
el feminicidio, detener el bullying, promover el respeto mutuo entre hombres y mujeres,
acabar con los abusos y violaciones a menores, tenemos que impulsar con determinación
un cambio radical de las normas y desestimar los requerimientos de los
oscurantistas que tratan de fundamentar un status quo que degrada los derechos de
determinados sectores sociales.
El colectivo #conmishijosnotemetas trata de utilizar
los temores de cierto sector de padres de familia, la ignorancia y falta de
nivel educativo de algunos de ellos, maniobrando con falsedades y medias
verdades para sustentar su punto.
Es nuestro deber como nación hacer frente al
fundamentalismo religioso, nótese que no se acomete contra la religión en sí,
sino contra su versión mas ortodoxa y oscurantista, y apostar por una patria moderna
y civilizada.
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