jueves, 1 de noviembre de 2018

UNA NUEVA CONSTITUCION


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Los sectores mas conservadores de la derecha peruana critican de la izquierda su posición antisistema, tratando de empatar el contenido de antisistema con anarquía, caos o dictadura.
Un principio básico, de quien se declara de izquierda, es ser antisistema, porque criticamos un sistema impuesto globalmente que apunta a hacer crecer las economías de los países a costa de la sobreexplotación de la mayoría de su población, con una democracia que delega el poder ciudadano a una elite política que mantiene secuestrada la institucionalidad del Estado, con un modelo económico que otorga absoluta supremacía al afán de lucro sobre el bienestar ciudadano, ensanchando cada vez mas la brecha entre una amplia base de pobres y una pequeño vértice de ricos.
Una nueva constitución, para redefinir los sustentos de nuestra nación, es indispensable para cambiar el sistema; nótese que digo cambiar el sistema, no se trata simplemente de traerse abajo lo existente.
Elaborar un nuevo sistema político y económico para la nación, no puede dejarse en manos de “políticos profesionales”; es el error que hemos estado cometiendo por décadas, donde estos políticos luego se adueñan del poder y manejan el Estado de acuerdo a sus propios intereses, sin dar cuenta al ciudadano que los eligió.
Una deficiencia endémica de los procesos de izquierda, especialmente en América Latina, es la carencia de líderes, entendido como los sujetos que trabajan dentro de las bases constituidas de una organización política, van creando espacios de expresión ciudadana, enseñando a la vez que aprendiendo con su gente, delegando responsabilidades, impulsando nuevos liderazgos y construyendo las bases para una nueva generación de lideres de recambio, tomando las decisiones en acuerdo con su gente de base a partir de que las han comprendido correctamente; un líder no es indispensable, siempre habrá alguien de recambio sin que afecte el proyecto político.
Lo que hemos tenido, hasta ahora, son caudillos, que se proclaman jefes de sus propias organizaciones, cuyo poder defienden con ardor, rodeados de una cúpula que los adula y aprovecha las ventajas de ese poder, cúpula dirigente que se sienten dueños de la organización y que por ello defenestran a todo el que no se alinea con su dirección, son dueños de la única verdad y el resto de equivocados tiene que someterse.
Por esta razón las experiencias de la izquierda en Latino América fracasan inmediatamente que sus caudillos caen en desgracia, no hay una visión de futuro con una ideología de vanguardia que sirva de fundamento a una militancia perdurable.
La debacle de las instituciones del Estado, actualmente en el Perú, presenta una nueva oportunidad, (la tuvimos en el 2000 con la caída de la dictadura fujimorista) para dirigir esa ira e impotencia ciudadana frente al alcance de la corrupción que se ha destapado, e impulsar la necesidad de repensar los fundamentos de nuestra patria dándole una nueva Constitución que refleje el sentimiento de la gran mayoría de los ciudadanos y nos mantenga en control de ese poder.
Las constituciones, en nuestros países, cambian frecuentemente, porque fueron creadas de acuerdo a intereses políticos del grupo hegemónico que está en el poder circunstancialmente.
Una Constitución que perdure en el tiempo necesita dejar de lado las definiciones puntuales del sistema, lo que debe ser trabajado por las leyes; la Constitución debe centrarse en el como llegar a decidir los temas centrales de la nación, antes que adelantar decisiones que, con el tiempo y con las variaciones de la política, van a cambiar y dejan anacrónico el texto constitucional.
El fundamento de la nueva Constitución tiene que ser romper con la delegación de poderes que sostiene el presente sistema, devolviendo el poder de decisión al ciudadano, como cimiento de la democracia.
Un Congreso de representantes, elegido por departamentos electorales, los cuales a su vez se subdividen en provincias electorales y estas en distritos electorales, hasta llegar a secciones electorales, las que podrían coincidir con las mesas de votación actuales.
De tal manera que todas las propuestas de ley que se presenten en el Congreso sean en primer lugar debatidas y votadas en cada sección electoral, cuyos resultados numéricos, con votos en mayoría y minoría, sean elevados a los siguientes escalones superiores hasta llegar a sus representantes en el Congreso; de esta manera se despoja al congresista del poder de decisión personal, sujetándose exclusivamente al mandato de sus electores.
Los congresistas siempre mantendrán la capacidad de iniciativa, pero tienen la obligación de conseguir la aprobación de sus propuestas por parte del ciudadano.
Esto es quebrar la columna vertebral del sistema delegativo, que discrimina la capacidad del ciudadano en decidir sus propios destinos, cerrando el círculo de poder en una elite política y ser capaces de convertirlo en una democracia representativa, democracia directa, en un proceso plebiscitario permanente.
Quebrar asimismo el poder indebidamente otorgado a las organizaciones políticas, corrigiendo la paradoja que se produce disponiendo que nadie puede postular en las elecciones sin pertenecer a una organización política, sin embargo, una vez que eres elegido, puedes cambiar de bando o simplemente renunciar a tu afiliación política sin que eso afecte tu representación, dándose el caso que incluso muchos candidatos son elegidos en gracia al porcentaje obtenido por su organización antes que por la votación que personalmente obtuvieron.
Escuchamos decir que los partidos políticos son la base de la democracia y por tanto deben ser protegidos y se les otorgan ventajas, falso, el fenómeno social de la globalización ha disgregado las antiguas clases sociales, creando una diáspora de estratos cuyos limites resultan bastante borrosos, dejando solo una división muy clara, pero genérica, entre pobres y ricos, explotados y explotadores, destruyendo así la base de lo que conocíamos como partidos políticos, representantes de los intereses de una clase social, con una ideología de vanguardia, con una doctrina creadora de mística, con una estructura organizacional vertical y escalonada; ya no existen más.
Los que ahora se hacen llamar partidos políticos, no pasan de ser organizaciones políticas de sufragantes, cuyo accionar se limita a organizar campañas para lanzar candidatos en determinado proceso electoral.
En consecuencia, deberíamos determinar que cada candidato postule por si mismo, con sus propias propuestas, en igualdad de condiciones, para ser elegido por sus propios méritos; las organizaciones políticas son libres de hacer campaña y apoyar a tal o tales candidatos, pero son los propios candidatos los responsables por sus propuestas y de ganarse el apoyo ciudadano.
En resumen, no va mas la practica de otorgar poderes a las organizaciones políticas, no mas delegar el poder en candidatos, dándoles carta blanca para tomar decisiones en nuestro nombre, y toca ahora devolver el poder del gobierno al ciudadano común.
Insisto, una nueva Constitución, para ser duradera, necesita centrarse, en primer lugar, en definir los derechos civiles de todo ciudadano, luego describir la estructura del Estado así como sus funciones, y también concretar la forma de gobierno, entendiéndose esta en cómo y quienes van a tomar las decisiones de Estado; las definiciones de fondo tienen que dejarse a cargo de las leyes, pues están cambian conforme las circunstancias políticas y sociales del país se van trasformando, mientras que las normas de la Constitución deben permanecer, pues son las que nos definen como nación.


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