Se ha satanizado
permanentemente a la izquierda por ser antisistema, identificando la lucha
contra el sistema con dictaduras totalitarias o con el caos y la anarquía;
pero, ¿Qué significa realmente ser antisistema?
Para enmarcar
correctamente nuestra respuesta definamos en primer lugar el sistema vigente;
el sistema que rige el mundo global, tanto político como socioeconómico, es el neoliberal,
llamado así porque suponía ser una tercera vía entre la teoría de la libre
empresa desregulada (liberal) y el centralismo del control estatal en la
economía (socialista); pero en la practica las fuerzas del poder económico
terminaron secuestrando las instituciones de los estados e imponiendo las
reglas de juego.
Son tres las columnas
que sostienen este sistema: su base política, su base económica y su base
social.
Cuando hablamos de su
base política nos referimos al embargo de la representación ciudadana en una
elite política que difícilmente se renueva y aun cuando ingresan nuevos
miembros son rápidamente coaptados por la maquinaria instaurada sin la cual no
pueden ejercer.
La teoría elitista de
la política tiene larga data y se sustenta en la presunción de que el ciudadano
común no esta capacitado para tomar las decisiones que competen al Estado, solo
un “político profesional” tiene las competencias necesarias para decidir por
sus electores.
De esta manera el
sistema se asegura de que los “políticos profesionales” tengan los estímulos
suficientes para que se sientan obligados a defender sus intereses antes que
los de la ciudadanía que los llevo al puesto que ostentan, más aún los que
intentaran salir de este esquema son prontamente devorados por los
procedimientos burocráticos que están diseñados para defender el sistema.
Cuando hablamos de su
base económica nos referimos a la forma como opera el gran capital para
incrementar constantemente sus ganancias, la pirámide económica está diseñada
para que una elite conservadora en le vértice superior vea enriquecido su
patrimonio gracias al soporte de la sobreexplotación de la ancha base de la
pirámide, conformada por los trabajadores y cuya brecha (entre la base y su vértice
superior) se ensancha constantemente gracias a esta política económica, lo que
significa que hay pobres cada vez mas pobres y ricos cada vez más ricos.
Gracias al avance tecnológico
indetenible de nuestra época, se libera cada vez mas al ser humano del esfuerzo
que demanda el trabajo, sin embargo, paradójicamente, gracias a este sistema,
en vez de significar un beneficio para el ciudadano común, resulta siendo una
grave amenaza para su existencia, porque le priva de los medios para su
sustento.
Cuando hablamos de su
base social nos referimos a la forma como este sistema se retroalimenta a si
mismo y se justifica como tal; las restricciones existentes del acceso a los
servicios básicos, como salud, educación, justicia, vivienda, entre otros, no
son casuales, reproducen constantemente las condiciones de inequidad, limitando
la movilidad social, perpetuando los escalones de la pirámide social y creando
un circulo vicioso que nos lleva a concebir un mundo creado con funciones
determinadas ineluctablemente; bajo esta lógica unos nacen para mandar y otros
para obedecer.
Entonces, bajo esta
perspectiva, ¿Quiénes son los antisistema? Respuesta: los que luchan por
derribar estas tres columnas que lo sostienen.
En lo político, ser
antisistema significa romper con ese proceso de delegación de poderes y empoderar
al ciudadano con su voto en las decisiones del estado, defenestrando a la casta
de “políticos profesionales” y confiando en el conocimiento de la problemática local
que cada poblador tiene de su comunidad, iniciando una democracia plebiscitaria
real.
En lo económico, ser antisistema
significa quebrar el poder absoluto de la empresa privada sobre las
instituciones del Estado, empezar a cerrar esa brecha entre ricos y pobres,
trastocar el marco tributario de tal manera que sean quienes obtienen las
mayores ganancias los que contribuyan en mayor medida con el erario nacional,
con el cual se cubra las falencias provocadas por la merma del empleo; dando
mayor competencia a la fuerza de trabajo en la política económica del país.
En lo social, ser
antisistema significa reforzar y ampliar los programas sociales de lucha contra
la pobreza, teniendo como meta romper las barreras que se levantan entre los
diferentes estamentos sociales en el país y abrir las puertas de la movilidad
social ascendente, rompiendo definitivamente con la imagen de que el statu quo es
inamovible y que las personas nacen con un destino manifiesto.
Tenemos entonces evidencia
de que, la izquierda, por ser antisistema resulta como abanderada de los derechos
sociales de los trabajadores, de la representación democrática de los
ciudadanos y procuradora del ascenso social de la población.
Todo este proyecto requiere
de una cantidad importante de reformas constitucionales, lo cual justifica la campaña
por una nueva constitución en el Perú; una constitución que garantice el poder
ciudadano y sobrepasando las agendas políticas de los intereses hegemónicos en
una determinada época, construya un proyecto de país a largo plazo que abarque
mas que unas cuantas décadas.
Ser antisistema significa
entonces tener esperanza en una sociedad mejor siendo consciente que el sistema
actual acentúa la inequidad y anida en su seno las semillas de la corrupción y
el abuso de poder.
Muy agradecido por el enfoque claro, analítico y explícito.
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