Con la llegada de la pandemia al Perú se hizo
necesaria la aplicación de una cuarentena para evitar que los contagios y por tanto
las muertes se disparen exponencialmente; pero someter a la población a una
inmovilidad domiciliaria requiere que se tomen medidas complementarias para
asegurar su subsistencia y que, en consecuencia, la medida pueda ser acatada racionalmente.
El gobierno asigno inicialmente un bono de 380 soles
focalizado en la población de extrema pobreza, el problema es que la “extrema
pobreza” registrada en los organismos gubernamentales solo alcanza a una pequeña
parte de los mismos, además que 380 soles es insuficiente para sobrevivir dos
semanas, sin contar que no solo los de extrema pobreza están paralizados económicamente
y sin ingresos para sobrevivir.
En un país donde más del 50% de trabajadores pertenecen
a la economía informal y son quienes mueven un pequeño capital que debe rotar día
a día para poder sobrevivir, pretender dar una asistencia solo al sector de
extrema pobreza es ineficaz.
La cuarentena tuvo que extenderse dos semanas mas y
luego otras dos semanas, realmente no podemos determinar, hoy día, cuando realmente
podremos reabrir la economía sin el peligro que el contagio rebrote
inesperadamente.
En el Perú, como en otros muchos países, los gobiernos
se han preocupado en primer lugar por salvar la economía nacional, llámese los
negocios de las grandes empresas, para esto gestionaron un presupuesto de 30
mil millones de soles, los cuales se destinarían a otorgar préstamos, a través de
la banca privada, a las empresas con mínimos intereses, con la finalidad de
evitar su quiebra financiera.
Por supuesto los gigantes financieros no desaprovechan
la oportunidad de incrementar sus ganancias, así sea a costa de la desgracia
ajena, el bono solidario de 380 soles también fue distribuido a través de a
banca privada, la cual no tuvo reparo en cobrar sus comisiones por el servicio;
por eso los prestamos otorgados a las empresas desde los 30 mil millones que el
gobierno desembolsó a un interés de 0.25% ellos lo cobran a 8% a sus usuarios.
La prolongación indefinida de la cuarentena y la presión
de algunos sectores políticos de izquierda, así como la evolución en las redes sociales,
obligó al gobierno a otorgar un bono supuestamente universal de 760 soles, esta
vez dirigido a toda la población mayor de edad que percibe ingresos menores de
cinco mil soles mensuales.
Esta resulta una buena medida, pero a todas luces
insuficiente, el bono, en realidad no resulta “universal”, es un bono familiar,
es decir, solo tienen derecho a un bono por familia, ¿piensan que una familia
de cuatro o cinco personas puede sobrevivir con 760 soles al mes?
En primer lugar, no debe ser un bono, que significa
que se otorgará por única vez, mientras que la cuarentena obligatoria no tiene
fecha de termino y pretendemos que la población cumpla con las restricciones
impuestas durante todo ese tiempo, por eso en vez de bono tiene que disponerse
una renta mensual, por el tiempo que dure la cuarentena; segundo, esta renta
debe otorgarse a cada individuo mayor de edad identificado con su DNI, por un
monto mínimo de mil soles, para que sea realmente universal.
Pero, aun así, esta renta universal no seria eficaz,
si no se complementa con la refinanciación de las facturas de servicios básicos
como electricidad, agua, gas, teléfono, internet, renta de viviendas y locales
comerciales, hipotecas, créditos financieros, durante la duración de la
cuarentena; las cuales se dividirían en 12 cuotas iguales sin recargo de
intereses.
De esta manera todas las personas, desde los
desempleados, los informales, pequeños y medianos empresarios, todos ellos recibirán
un monto suficiente para sobrevivir sin trabajo durante los meses que dure la
cuarentena, la cual podemos con la razón y la fuerza exigir que se cumpla
estrictamente, así luego puedan reanudar sus labores cuando la pandemia sea
controlada.
¿De cuantas personas estamos hablando? El Perú cuenta
con 30 millones de habitantes, si de estos restamos los menores de edad, los
jubilados que reciben su pensión, los trabajadores de servicios básicos que continúan
recibiendo su salario y las personas de altos ingresos (digamos que reportan más
de cien mil al año), nos quedamos con un promedio de diez millones, por mil
soles cada uno el desembolso alcanzaría hasta 10 mil millones de soles; el
Estado peruano ha destinado 30 mil millones para rescatar a las empresas, generando
ganancias extraordinarias al sector financiero, mientras que ese monto hubiera
servido para sostener a la población por tres meses; por lo que podemos afirmar
que no hay incapacidad de emisión para cubrir los fondos necesarios.
Para hacer efectivo el pago de la renta a diez
millones de personas, sin afectar el distanciamiento social, se les selecciona
por grupo de votación dentro de sus lugares de residencia, se les separa en
diez secciones de un millón cada cual, cada una cobrara un día de la semana, se
necesitan 10 mil oficinas o agencias bancarias en todo el país para que cada
una atienda solo a cien personas cada día, de las cuales tres mil deberán estar
ubicadas en Lima Capital; no es demasiado complicado, solo se necesita decisión
política y una buena capacidad de organización.
Por ahora parece que el gobierno ha puesto su prioridad
en hacer un salvataje de “la economía nacional” (entiéndase la gran empresa),
antes que direccionar la ayuda a los trabajadores; existe una errada interpretación
que nos hace creer que la empresa es muy importante para la economía del país porque
crea empleos que garantizan un ingreso monetario regular a los trabajadores,
cuando la realidad es que son los trabajadores con su fuerza productiva quienes
crean los bienes que justifican la existencia de una empresa, así también como
esos mismos trabajadores son los potenciales clientes que consumen los bienes
creados por la empresa para generar la
ganancia de la que viven los empresarios; por ende es la fuerza de trabajo la
piedra angular de cualquier economía, las empresas pueden quebrar y desaparecer,
pero mientras haya una potente fuerza de trabajo que crea una demanda de
bienes, la empresa resurgirá como ave fénix desde sus cenizas, es la ley del
mercado que tanto idealizan los neoliberales.
Una renta básica universal y la refinanciación de las
deudas son la clave para asegurar una cuarentena rigurosa y así contener
eficazmente la contaminación por el virus en un tiempo relativamente corto y con
un menor costo social.
Es fácil reclamar al gobierno por la falta de recursos
en los hospitales y no reconocer que esta realidad ha sido una constante desde
la misma fundación de la república, ¿Qué este gobierno debió empezar una
reforma del sector salud? ¡Por supuesto que sí! Entre oras muchas, no solo el
sector salud necesita atención, también educación, así la población sería más
disciplinada y coherente para combatir la pandemia, también trabajo, así los
trabajadores estarían protegidos mínimamente en sus derechos laborales en esta
crisis, también vivienda, así no habría gente viviendo apiñada en espacios
reducidos, sin electricidad, sin agua potable y seria mas confortable resistir
la cuarentena, también transporte, así la gente no se vería obligada a viajar apretujada
en vehículos que no brindan ninguna seguridad, etc. etc. Pero eso requiere de
una transformación radical del sistema socio-político, lo que significa que la población
tome la decisión de elegir un gobierno con la capacidad de realizar estas
reformas y adecuarse a un plan de acción que necesita un par de generaciones
para terminar con éxito.
No soy un defensor del gobierno de Vizcarra, el cual
obviamente es un gobierno de derecha, que obedece a los intereses del gran
empresariado y la ideología del libre mercado, así como se alinea internacionalmente
con los intereses de la potencia norteamericana,
Pero hay que ser honestos en reconocer un par de logros
de su corto periodo, el primero de ellos, por supuesto, el cierre del congreso,
que permitió desarticular en gran parte, y con apoyo de valientes fiscales, la
banda criminal fuji-aprista que había copado las instituciones del Estado; la
segunda ha sido una rápida intervención para combatir la pandemia que ataca el
planeta, si no se hubieran tomado las medidas de cuarentena y distanciamiento
social en el momento, aunque insuficientes, los desenlaces fatales se hubieran
multiplicado por diez, al menos, para estas fechas, al haber colapsado rápidamente
la capacidad de los servicios de salud del país.
Se lee en las redes a nuestros opinologos clamando
porque los hospitales no tienen capacidad ni recursos para atender la creciente
demanda creada por esta pandemia, es una triste realidad, pero por muy buena voluntad
que pueda poner el gobierno, no está en la posibilidad de solucionar un
problema heredado de un siglo atrás; exigir la compra de mascarillas y trajes
protectores para el personal de salud, los respiradores para las unidades de
cuidados intensivos, las pruebas rápidas para su aplicación masiva, en un
contexto donde sabemos que estas están agotadas en el mercado internacional, es
una actitud demagógica o ignorante de la realidad; hay que ser pragmáticos y tener en cuenta cuales son nuestras
verdaderas posibilidades.
En estos momentos toca exigir al gobierno que cumpla
con decretar las medidas de cuarentena rígida, renta universal, refinanciación de
deudas, control de los mercados, restricción del transporte público, bonos para
el personal de salud, policial y FFAA que arriesgan su vida por cuidarnos, así
como dar toda la atención que sea posible a los hospitales para que cumplan su tarea.
Perú ha tenido durante varios años una buena situación
económica, en relación a sus vecinos latinoamericanos, se han acumulado reservas
internacionales importantes, nuestra reserva de recursos naturales esta
valorada con precio a futuro; lo que significa que el capital para financiar
estas medidas no es inalcanzable; este es el momento en que debemos usar esos
recursos para proteger a nuestra población.
Cuando hayamos derrotado a la curva del contagio, se
empezaran a liberar las restricciones paulatinamente y cuando se descubra la
vacuna y se aplique masivamente, para
que podamos retornar a la vida normal; entonces debemos ponernos a replantear
nuestros paradigmas sociales, en vista de lo que debemos haber aprendido en
esta crisis, hay que retomar nuestro camino hacia una sociedad mas humana y
menos mercantilista, donde el poder de decisión este en manos del ciudadano y
no de los intereses económicos; una democracia abierta y responsable.