Dos muchachos muertos a
raíz de un incendio en Las Malvinas; murieron carbonizados sin poder escapar
del fuego, luego de ser encerrados con candado por su empleador en un conteiner
situado en la azotea de un edificio, cuya tarea, pagada a veinte soles diarios
por diez horas de trabajo, era borrar las marcas originales de fluorescentes
baratos para suplantarlos con marcas de prestigio, sus muertes divulgadas en
directo por la televisión a nivel nacional.
Esta tragedia ha rasgado,
en su parte más deprimente, el telón de fondo que sostiene el glorioso
escenario del crecimiento económico bajo el sistema neoliberal y nos ha dejado
ver un pedacito de toda la podredumbre que esconde el modelo.
El neoliberalismo
necesita de la pobreza, se sostiene sobre ella, es más, necesita de la miseria
de la gente, porque prima la ganancia, el dinero lo es todo, la competencia lo
define, y solo el que es más duro y más atrevido sobrevive; mientras la miseria
apriete a la gente siempre habrá quien quiere trabajar más por menos dinero, y
eso disminuye los costos, incrementa las utilidades, impulsa hacia arriba la economía
del país; el sistema trabaja con números, no con personas, estas solo sirven
mientras den valor a la economía.
¿Cómo, si no, poder
explicar que existan jóvenes que se arriesguen a trabajar bajo esas
condiciones? ¿Como permitieron que instalen conteiner en los techos de un
edificio? ¿Cómo se permite estafar a la gente cambiando las marcas de los
productos? ¿Cómo el Ministerio de Trabajo no superviso las condiciones de
trabajo de esa empresa? ¿Cómo Defensa
Civil permitió el funcionamiento de esos talleres? ¿Cómo nunca tomaron
previsiones de seguridad contra incendios en esas galerías?
Los bomberos hicieron
un heroico trabajo controlando el incendio y tratando de rescatar a los
muchachos, pero fallaron, pues como siempre, pobres en recursos, no reciben
salario, pero el Estado tampoco se preocupa en dotarlos de los equipos modernos
que más necesitan, no cuentan con nuevas unidades de rescate, sus bombas necesitan
mantenimiento constante, sus mangueras parchadas, los uniformes que usan la mayoría
son adquiridos por cada uno, la falta de agua en los grifos es un problema común
cada vez que se desata un siniestro.
Pero los que si tenían los
recursos para haber salido al rescate de esos pobres muchachos, nunca lo
hicieron, las FFAA disponen de helicópteros, maquinaria pesada para remoción de
escombros, explosivos y herramientas para abrirse paso, además de personal
altamente entrenado; pero no se movió un dedo, a pesar que los intentos de
rescate demoraron como dos horas, primero porque el Estado es una burocracia
absoluta, necesitan llenar una docena de permisos y solicitudes para
movilizarse, y segundo porque se trataba de dos muchachos desconocidos, pobres,
desechables, que nadie va a reclamar, no justifican el gasto, simple; el
gobierno falló terriblemente en vivo y a nivel nacional.
Esta que esta tragedia
fue solo una rasgadura en el telón, como dijimos antes, es la punta del
iceberg, no hemos visto la escena completa; no se piense que estos dos muchachos
eran los únicos que hacían ese trabajo, ni que solo en ese tipo de trabajo se
dan esas condiciones, ni que solo se produce allí en Las Malvinas; es un fenómeno
mucho más amplio, parte de un sistema económico, y que en diferentes formas se
produce en los distintos niveles de la sociedad; solo para dar unos ejemplos
que están más a la vista, aunque no los queremos ver, la esclavitud en la minería
informal, la subvaluación de sus productos a los campesinos, los profesionales
titulados que se dedican a taxistas o trabajos manuales, la educación a los jóvenes
dirigida a poner mano de obra cualificada en la industria, la reducción de
personal en las empresas recargando cada vez más las labores de los que se
quedan, el sobretiempo exigido por los empleadores sin pago adicional; pero
existen muchos más casos y más graves que permanecen encubiertos en el anonimato.
Así se explica por qué
el Estado se muestra indolente con toda esa masa de jóvenes que no logran
alcanzar una educación superior, los “pulpines” solo sirven si se someten a regímenes
de trabajo draconianos, para abaratar costos de producción; también por qué
nunca hay recursos suficientes para la seguridad social, por qué hay una
desamparo con los pensionistas y en general con las personas de tercera edad,
por qué solo se mantienen en buen estado las vías que comunican con los centros
productivos y comerciales; en general la razón subyacente en todos los casos es
que no son rentables, no producen ganancia.
Ese es el secreto
cantado del modelo económico neoliberal, el motor que lo impulsa es la
competencia irracional y salvaje donde solo los más fuertes, hábiles y
tramposos consiguen éxito, el resto tiene que tratar de sobrevivir sirviendo
como combustible dentro de la gran maquinaria.
¿Acaso si no existiera
tanta miseria entre la población del país, la aplanadora naranja podría obtener
la adhesión que tiene, con una bolsa de arroz y un táper?
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