lunes, 3 de julio de 2017

CUANDO LA PUS BROTA DEL SISTEMA


Dos muchachos muertos a raíz de un incendio en Las Malvinas; murieron carbonizados sin poder escapar del fuego, luego de ser encerrados con candado por su empleador en un conteiner situado en la azotea de un edificio, cuya tarea, pagada a veinte soles diarios por diez horas de trabajo, era borrar las marcas originales de fluorescentes baratos para suplantarlos con marcas de prestigio, sus muertes divulgadas en directo por la televisión a nivel nacional.
Esta tragedia ha rasgado, en su parte más deprimente, el telón de fondo que sostiene el glorioso escenario del crecimiento económico bajo el sistema neoliberal y nos ha dejado ver un pedacito de toda la podredumbre que esconde el modelo.
El neoliberalismo necesita de la pobreza, se sostiene sobre ella, es más, necesita de la miseria de la gente, porque prima la ganancia, el dinero lo es todo, la competencia lo define, y solo el que es más duro y más atrevido sobrevive; mientras la miseria apriete a la gente siempre habrá quien quiere trabajar más por menos dinero, y eso disminuye los costos, incrementa las utilidades, impulsa hacia arriba la economía del país; el sistema trabaja con números, no con personas, estas solo sirven mientras den valor a la economía.
¿Cómo, si no, poder explicar que existan jóvenes que se arriesguen a trabajar bajo esas condiciones? ¿Como permitieron que instalen conteiner en los techos de un edificio? ¿Cómo se permite estafar a la gente cambiando las marcas de los productos? ¿Cómo el Ministerio de Trabajo no superviso las condiciones de trabajo de esa empresa?  ¿Cómo Defensa Civil permitió el funcionamiento de esos talleres? ¿Cómo nunca tomaron previsiones de seguridad contra incendios en esas galerías?
Los bomberos hicieron un heroico trabajo controlando el incendio y tratando de rescatar a los muchachos, pero fallaron, pues como siempre, pobres en recursos, no reciben salario, pero el Estado tampoco se preocupa en dotarlos de los equipos modernos que más necesitan, no cuentan con nuevas unidades de rescate, sus bombas necesitan mantenimiento constante, sus mangueras parchadas, los uniformes que usan la mayoría son adquiridos por cada uno, la falta de agua en los grifos es un problema común cada vez que se desata un siniestro.
Pero los que si tenían los recursos para haber salido al rescate de esos pobres muchachos, nunca lo hicieron, las FFAA disponen de helicópteros, maquinaria pesada para remoción de escombros, explosivos y herramientas para abrirse paso, además de personal altamente entrenado; pero no se movió un dedo, a pesar que los intentos de rescate demoraron como dos horas, primero porque el Estado es una burocracia absoluta, necesitan llenar una docena de permisos y solicitudes para movilizarse, y segundo porque se trataba de dos muchachos desconocidos, pobres, desechables, que nadie va a reclamar, no justifican el gasto, simple; el gobierno falló terriblemente en vivo y a nivel nacional.
Esta que esta tragedia fue solo una rasgadura en el telón, como dijimos antes, es la punta del iceberg, no hemos visto la escena completa; no se piense que estos dos muchachos eran los únicos que hacían ese trabajo, ni que solo en ese tipo de trabajo se dan esas condiciones, ni que solo se produce allí en Las Malvinas; es un fenómeno mucho más amplio, parte de un sistema económico, y que en diferentes formas se produce en los distintos niveles de la sociedad; solo para dar unos ejemplos que están más a la vista, aunque no los queremos ver, la esclavitud en la minería informal, la subvaluación de sus productos a los campesinos, los profesionales titulados que se dedican a taxistas o trabajos manuales, la educación a los jóvenes dirigida a poner mano de obra cualificada en la industria, la reducción de personal en las empresas recargando cada vez más las labores de los que se quedan, el sobretiempo exigido por los empleadores sin pago adicional; pero existen muchos más casos y más graves que permanecen encubiertos en el anonimato.
Así se explica por qué el Estado se muestra indolente con toda esa masa de jóvenes que no logran alcanzar una educación superior, los “pulpines” solo sirven si se someten a regímenes de trabajo draconianos, para abaratar costos de producción; también por qué nunca hay recursos suficientes para la seguridad social, por qué hay una desamparo con los pensionistas y en general con las personas de tercera edad, por qué solo se mantienen en buen estado las vías que comunican con los centros productivos y comerciales; en general la razón subyacente en todos los casos es que no son rentables, no producen ganancia.
Ese es el secreto cantado del modelo económico neoliberal, el motor que lo impulsa es la competencia irracional y salvaje donde solo los más fuertes, hábiles y tramposos consiguen éxito, el resto tiene que tratar de sobrevivir sirviendo como combustible dentro de la gran maquinaria.
¿Acaso si no existiera tanta miseria entre la población del país, la aplanadora naranja podría obtener la adhesión que tiene, con una bolsa de arroz y un táper?


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