No es solo un término,
ni una etiqueta de marketing político, es una definición para toda una
organización delincuencial, que ha tomado muchos años en consolidarse tal como
la vemos ahora, y funciona como una máquina de relojería.
Fue el Apra quien
empezó a construirla, hizo un fuerte trabajo de reclutamiento político en las
facultades de derecho de las universidades, militantes a los que luego durante
su gobierno se aseguró de comprar lealtades a base de puestos en el aparato del
estado y beneficios en sus negocios con este, lealtades que le fueron muy útiles
cuando finalizo su gobierno y sus dirigentes fueron investigados por sus
fechorías.
Luego durante la
dictadura de Fujimori, su compinche Montesinos, fue más allá, creo una completa
red de corrupción que abarco no solo toda la estructura del Estado, sino que
llego hasta las más representativas instituciones de la sociedad.
Fue esta red de corrupción
la que le permitió al fujimorismo permanecer en el poder por toda una década,
vendieron las empresas públicas, traficaron armas y drogas, desvalijaron la
hacienda pública, arrinconaron a la oposición y asesinaron indiscriminadamente,
sin afrontar las consecuencias, pues tenían sometido al poder judicial, la policía,
las FFAA, la prensa, la iglesia, todo estaba a su favor hasta que forzaron su
suerte intentado una tercera rereelección, empezaron a salir los vladivideos y
fue el fin de su era en el poder.
Con la caída del
fujimorismo, se cortaron las cabezas más evidentes del sistema de corrupción creado
por Montesinos, pero la red construida era tan densa y extendida, que no se llegó
a eliminar la raíz de este complejo sistema; los subsiguientes gobiernos no
tuvieron ni la fuerza ni la suficiente voluntad para acabar con el monstruo, de
manera que se adaptaron a él, reemplazaron las cabezas faltantes y aprovecharon
las ventajas que les ofrecía.
Ahora el fujimorismo
quiere levantar cabeza y pretende hacerse del poder nuevamente, está tomando
control poco a poco de los remanentes que sobrevivieron dentro de su red, pero
se han dado cuenta, tras un par de intentos, que solos no pueden, por eso han recurrido a una alianza natural;
el Apra les provee ahora protección contra
las denuncias de la oposición en el poder judicial, blindando su lado más débil,
mientras que ellos les ofrecen el acceso a posiciones dentro de la estructura
del Estado, facultad que los apristas habían perdido después de sucesivos
fracasos políticos, y que el fujimorismo está en capacidad de ofrecer gracias a
su mayoría parlamentaria y a la extorsión que mantiene sobre la presidencia de
la Republica.
De aquí proviene la definición
de aprofujimontesinismo, un aparato creado por Montesinos, apropiado por los
fujimoristas y ahora reforzado por los apristas, poderosa maquinaria que corre
con prisa para apoderarse del aparato el Estado y asegurar impunidad para todas
sus fechorías y cometer muchas más en su provecho a despecho de los intereses
del país.
¿Qué necesitamos para
impedir el éxito de este diabólico constructo?
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