viernes, 22 de junio de 2018

LA PROLETARIZACION DE LA EDUCACION


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La ampliación del alcance de la educación superior ha traído como consecuencia un deterioro en la calidad de la misma; no solo hay que tener en cuenta los cientos de academias e institutos creados en las últimas décadas, también las universidades que surgen por doquier, de las cuales solo unas pocas merecen el nombre de tales.
Pero el problema no termina allí, hay una reforma mas profunda que se ha producido en el campo de la educación superior, y esta viene como consecuencia del dominio de la empresa dentro del fenómeno de la globalización; se trata del taylorismo aplicado al sistema educativo.
Como sabemos el taylorismo fue impuesto en la era industrial a comienzos del siglo pasado como perfeccionamiento del llamado fordismo; consiste en capacitar a cada obrero en una función muy especifica la cual repetirá indefinidamente bajo el control de un supervisor con la finalidad, primero, de optimizar la producción, y segundo, de evitar que los trabajadores tengan un completo control del proceso productivo de la fábrica.
Hoy en día este mismo sistema es aplicado para entrenar al estrato intelectual del país, la malla curricular de los centros superiores y universidades, han estrechado sus especialidades hasta eliminar todas las materias que no tengan que ver directamente con una utilidad especifica de la especialidad que ha sido definida.
La meta es conseguir capacitar una casta de tecnócratas, con una sola habilidad, sin una visión total del entorno, entrenados exclusivamente para cubrir ciertos puestos de trabajo; en otras palabras, seguimos entrenando mano de obra (intelectual en este caso) barata para alimentar las necesidades de la empresa privada.
Se ha desvirtuado de esta manera el objeto central de los estudios universitarios; universidad es una palabra que proviene del latín, significa universal, en el caso quiere decir casa del conocimiento universal, por ende, las personas asisten a sus aulas para adquirir el conocimiento acumulado por la humanidad.
No se malentienda, la especialización en buena, y deseada, queremos profesionales con conocimientos profundos sobre cada materia, pero una adecuada especialización no conlleva a confinar al individuo en el marco de una materia especifica; el verdadero profesional tiene que tener además la capacidad de desenvolverse dentro de los conocimientos básicos que el entorno cultural demanda.
Es común escuchar a los jóvenes hoy en día : “para que voy a llevar cursos de literatura si yo quiero ser contador” “no necesito aprender matemáticas porque yo voy a ser abogado” “no me sirve de nada aprender historia siendo ingeniero” y otros por el estilo; ninguno parece entender la magnitud del error que cometen, si a nuestro cerebro no le adiestramos a ser multifacético, nos vamos convirtiendo en maquinas monocromáticas, sin la capacidad de analizar todo el contorno social, cultural, político, que las relaciones humanas crean en su interacción diaria.
Estamos hablando de un contador al cual le encargan llevar los libros de una gran empresa y no reconoce los grandes casos de estafa y corrupción porque no lee, de un abogado que lleva un caso de narcotráfico y no puede leer los estados financieros de los centros de lavado de dinero, de un ingeniero que le encargan construir un puente y no es capaz de analizar el impacto socio cultural de la zona indicada, y muchos casos más que se podrían enumerar;  estos “profesionales” solo les interesa lo que “afecta” a su tarea especifica y se lavan las manos de las consecuencias o daños colaterales de sus acciones.
Cuando esta casta logra llegar al gobierno es lo que se ha dado en llamar la “tecnocracia”, que se supone es más eficiente porque solo se fija en los resultados, y hablamos de resultados económicos exclusivamente, porque no se interesan mas en el lado humano; esa es la corriente cultural impuesta por el neoliberalismo, solo importa llegar a la meta a despecho de cual vía es la que se tome para llegar.
Es parte de la deshumanización de las sociedades y tenemos el deber de revelarlo y combatirlo; nuestras universidades tienen que ser centros donde se imparten conocimientos universales, creando individuos no solo capacitados técnicamente, sino entronizados en la cultura de nuestros tiempos, seres capaces de razonar, con un amplio sentido crítico, capaces de ser no solo una pieza de la maquinaria global, sino lideres el cambio, innovadores, rompiendo rutinas para ser no solo eficaces sino además eficientes.
La construcción de la patria que queremos necesita de estos profesionales y hay que forjarlos en las universidades hoy.


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