Hemos visto salir de la cárcel a Keiko Fujimori, después
de que en un acto de malabarismo político el Tribunal Constitucional, con una “interpretación
autentica” del voto singular de uno de sus miembros, aceptara el habeas corpus
presentado por su hermana Sashi.
Los abogados, la mayoría de ellos ligados políticamente
al aprofujimorismo, miembros de la comisión de arbitraje, acusados de haber recibido
dinero para dictaminar en favor de Odebrecht en las contiendas presentadas contra
el Estado Peruano, también se han visto librados de la prisión preventiva en una
segunda instancia judicial.
En el Perú de hoy, cada semana se destapa un nuevo escándalo,
hay siempre noticias para la primera plana, este es solo un capítulo más de una
serie histórica, digna de una maratón de Netflix; hay una guerra declarada entre
la inmensa red de corrupción que invade gran parte de la institucionalidad del
Estado y un grupo comparativamente reducido de valientes jueces, fiscales, políticos
y policías, que representan a la inmensa mayoría de la ciudadanía que esta
harta de ser esquilmada por estas organizaciones criminales; repitiendo a
Nicolas Lucar, se ha trazado una raya en el piso y cada cual tiene que decidir
de que lado esta, en estas condiciones no se puede ser neutral.
A cada golpe que recibe la corrupción le sigue un
contragolpe, desde el destape de los audios de “los cuellos blancos del puerto”,
con el blindaje de los magistrados en el congreso, el amedrentamiento a los
falsos aportantes de campaña, la destitución frustrada de los fiscales Vela y Pérez,
la sanción contra el juez Carhuancho, la prisión de Ríos, de los Graña, de
Toledo, de Hinostroza, de Villarán, la prisión preventiva de Keiko y la cúpula de
Fuerza Popular, el cierre del congreso, la investigación de Fuerza Popular como
organización criminal, el destape de los aportes en efectivo por parte de las
empresas, etc., son solo otras batallas de la misma guerra.
Aun así, con los avances y retrocesos, los peruanos
podemos estar orgullosos porque somos el único país de Sudamérica que está
llevando a cabo esta guerra sin importar las consecuencias, porque en el camino van cayendo presidentes,
congresistas, alcaldes, gobernadores, políticos, jueces, fiscales, militares,
periodistas, empresarios y seguirán cayendo conforme la ciudadanía ejerza la
suficiente presión en las calles para respaldar la acción de los jueces y
fiscales que lideran esta lucha y no se permita que esta lacra de la corrupción
continúe en posiciones de poder.
No bajemos la guardia el fujimorismo puede estar herido de muerte políticamente, pero la red de poder corrupto que ha desplegado a través de los anos sigue activa y sus coletazos de ahogado pueden causar aun muchos danos.
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