martes, 31 de marzo de 2020

EL VIRUS DEL FIN DEL MUNDO


Coronavirus: Symptoms, death rate, where it came from, and other ...
Por  : Manuel Padilla
Todo empezó en China, en un mercado informal en una pequeña ciudad, donde se comerciaba con animales salvajes, uno de los virus animales salto de uno a otro, produciendo una mutación que finalmente afectó a los humanos, se manifestó como una gripe severa, pero afectaba fuertemente el sistema respiratorio y empezó a cobrar víctimas mortales, la trasmisión era de persona a persona y rápidamente se expandió; los infectados pasaron de cientos a miles y decenas de miles, con una velocidad sorprendente, una ciudad tras otra fueron infectadas y los fallecidos llegaron a los miles.
Desde el otro lado del mundo comentábamos las noticias que llegaban desde China, nos parecía increíble, lamentábamos la desgracia que estaban sufriendo, pero no sufríamos ansiedad, China estaba tan lejos y los países comunistas suelen auto aislarse.
Sin embargo los chinos también viajan, visto que la enfermedad tiene un periodo de desarrollo de dos semanas e incluso algunos de los infectados no presentan síntomas pero son portadores del virus y lo contagian, los viajeros que llegaron a Europa e Inglaterra expandieron el virus en esta área, que estaban evidentemente desprevenidas ante un ataque de esta naturaleza, Francia e Italia, los principales destinos turísticos, fueron los primeras víctimas, donde a una velocidad sorprendente se llegó a los miles de muertos.
Pero prontamente los demás países del área también se contagiaron, en el mundo globalizado, las personas se movilizan constantemente, por lo tanto, esparcen rápidamente el virus en todos los espacios donde se mueven.
Mas pronto que tarde, realmente en cuestión de días, la enfermedad cruzo el océano y se hizo presente en Estados Unidos, luego en los países de Sudamérica; los científicos empezaron a buscar una vacuna para la enfermedad, la Organización Mundial de la Salud declaro oficialmente una pandemia global, se comenzó a tomar medidas rigurosas para evitar la propagación del virus, se cierran las escuelas, universidades, prohíben los espectáculos públicos, declaran el estado de emergencia, la cuarentena obligatoria, el toque de queda, el uso de mascarillas, etc.
Los negocios tuvieron que cerrar, primero las industrias no esenciales, los hoteles, las líneas aéreas, las fronteras de países, regiones, provincias estaban cerradas, se prohibió los viajes, los restaurantes y otros pequeños negocios también cerraron por falta de clientes, solo servicios básicos permanecían abiertos, advirtieron a todos que permanezcan en sus domicilios.
Las investigaciones de los científicos develaron que el virus no solo podía trasmitirse de persona a persona, pues podía sobrevivir hasta un par de días en acero, un día en madera y plástico, seis horas en cartón, tres horas en la tela, y hasta una hora en el aire en ciertas circunstancias.
Luego nos llegan las noticias de un continente muy olvidado por todos, África también está sufriendo el azote de esta enfermedad, un continente siempre azotado por plagas y con un sistema de salubridad extremadamente deficiente, ni siquiera llegan datos confiables sobre la cantidad de infectados y decesos.
Pronto vimos que las medidas de cuarentena obligatoria no son suficientemente efectivas, especialmente porque mucha gente no acepta cumplirlo, algunos por soberbia, que quieren conservar su privilegiado modo de vida sin respetar el derecho de los demás; otros que por simple ignorancia son incrédulos de la gravedad de la situación y no prestan atención a las normas que se dictan para contrarrestar la pandemia; otros más, que sienten que, perteneciendo a un sector económico informal,  no pueden dejar de trabajar, porque trabajan con un pequeño capital en efectivo y dependen del ingreso de cada día para su subsistencia.
Después de muchas semanas los gobiernos se dieron cuenta que las medidas restrictivas no funcionan y tampoco la gente aguantaba más encerrada en sus casas, empieza el caos; las personas deambulan en las calles tratando de llegar donde sus familiares para asegurarse que están bien, no hay transporte público, solo los que tienen automóviles particulares tiene facilidad de movilizarse; salen a buscar comida y esta empieza a escasear, igual el agua envasada.
Pasaron unos meses en estas circunstancias y las cosas solo empeoraron, con la rapidez que la enfermedad se propagó, en un comienzo se dijo que afectaba principalmente a las personas de tercera edad, quienes tenían bajas defensas o aquellos individuos que tienen otros procesos degenerativos que debilitan su sistema inmunológico, los jóvenes se sentían inmunes, pero pronto los jóvenes empezaron a enfermar y a fallecer, a continuación, niños y bebes también fueron afectados.
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Las unidades de hospitalización fueron colapsando una por una, la desesperación de la gente enferma por ingresar a los hospitales creo una emergencia que requirió la intervención de la fuerza pública, pero no fue suficiente, tuvieron que cerrar.
El nuevo virus saltando de uno a otro, esparciéndose por todas las superficies, logró mutar, se volvió más agresivo, la mortalidad de la enfermedad salto desde un inicial 2% luego a un 7% en el punto más álgido y de pronto a un 60% de una semana para otra; los cadáveres sobrepasaron la capacidad de todas la morgues, igual en los cementerios, los enfermos empezaron a caer muertos en las calles, se comenzó a tirar los cadáveres en fosas comunes, muchas veces sin haberlos identificado debidamente.
Todo empezó a salirse de control a partir de entonces, la gente entró en pánico, esta vez realmente no querían salir de sus casas, no querían toparse con otras personas, empezaron a saquear las tiendas, primero por alimentos, pero cuando se dieron cuenta que la policía y los militares no se daban a vasto para la vigilancia, saquearon todo tipo de tiendas, de ropa de artefactos, de herramientas.
El hecho es que desde que el virus se transformó tan agresivo, que tanta gente estaba muriendo, las mismas fuerzas de seguridad, militares y policías, encargados de mantener el orden en las calles, empezaron a enfermarse, muchos de ellos a morir también, entonces el miedo se apodero de ellos, como seres humanos temían por sus vidas, por las de sus familias, y la deserción del servicio afectó importantemente el patrullaje urbano y como consecuencia la efectividad de la seguridad ciudadana.
Las personas en las ciudades sucumbieron al miedo, aparte de recluirse en sus hogares, tuvieron que armarse, los que tenían armas de fuego las sacaron de sus estantes, los que no, prepararon sus garrotes, de madera o de metal, sus cuchillos más grandes, pusieron trampas en sus puertas, cualquier cosa que les sirviera para defenderse de posibles atacantes.
Lo peor llego a su punto cuando los representantes del gobierno empezaron a caer enfermos y a morir, muchos países se quedaron sin gobernantes, nadie se hizo responsable de dictar leyes o tomar medidas, fue el punto en que todos entendimos que la voz de “sálvese quien pueda” había sido dada.
Bandas armadas comenzaron a recorrer algunas partes de las ciudades, buscando recursos a cualquier costo, muchas conformadas por delincuentes que trataban de controlar un sector de territorio, pero también de personas honestas desesperadas al extremo y que solo buscaban obtener lo necesario para la supervivencia de su familia.
Poco a poco fueron colapsando todos los servicios, así como el de seguridad, la limpieza pública,  municipalidades, ministerios y cortes de justicia todos cerraron sus puertas, con la caída de la red eléctrica, también la telefonía y el internet por supuesto, los hospitales dejaron de atender, no solo por falta de espacio, también por falta de recursos y medicinas, sino también por la falta de personal que huyó de los servicios para ir a cuidar de su familia; uno de los últimos servicios en faltar fue el de agua potable, por alguna razón las personas a cargo de las plantas de agua permanecieron en sus puestos hasta el último, quizá sintieron la responsabilidad que su labor significaba para la civilización.
Con la caída del sistema financiero, todos los trillones virtuales de la bolsa de valores desaparecieron de un minuto para otro, como por arte de magia, con los bancos cerrados, el dinero perdió todo su valor, era solo un trozo de papel sin significado; oro, plata, diamantes y otras joyas, dejaron de significar valor, eran solo unos adornos bonitos, pero lo que necesitaba urgentemente la gente era alimentos y otros esenciales.
Si algo bueno trajo el virus, fue eso, igualó a tabla rasa a todos los seres humanos, no había ricos y pobres, las diferencias de bienes entre unos y otros era demasiado insignificante como para empoderar a un grupo privilegiado.
Desde entonces las familias vivieron en una agonía por aislarse, para no infectarse, además de buscar un lugar seguro donde protegerse de los asaltantes y la necesidad de salir de sus refugios para buscar alimentos para su subsistencia.
Los muertos en las calles ya no solo fueron a consecuencia de la enfermedad, a estos se sumaron las victimas de las balaceras y enfrentamientos por el control de territorios o por la lucha para obtener provisiones.
Las ciudades se convirtieron en una jungla, donde supervivía el más fuerte o el mas astuto; en el campo la situación es un poco diferente, la gente rural siempre ha estado acostumbrada a vivir un poco aislada, y muchos tenían una economía de auto subsistencia; pero, aun así, muchos de los servicios necesarios para sus actividades fueron cortados, la supervivencia significó reducir ostensiblemente sus necesidades y un chocante cambio en su forma de vida; nada nunca volvió a ser igual.
Todo esto sucedió muy rápidamente, en promedio estos cambios en el mundo ocurrieron en poco mas de un año desde la explosión del virus en China, el tiempo varió un poco más o un poco menos según los países y regiones, según la capacidad que tuvieron los tejidos sociales para enfrentar la crisis; el hecho concreto es que nadie se imaginó, como solo se veía en las películas de ciencia ficción, que esto nos podría pasar y de un modo tan precipitado.
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Todo me hace pensar que fue allí, en el campo, donde surgió la semilla de la nueva sociedad; es que ellos fueron los primeros en intercambiar sus productos para satisfacer sus necesidades, con el tiempo vieron la necesidad de organizarse para coordinar su comercio y también para poder brindarse un apoyo uno a otro.
Cuando los abastecimientos comenzaron a acabarse en las ciudades, cada vez resulto más difícil encontrar alimento, entonces las familias empezaron a mirar hacia el campo, la emigración fue lenta, salir hacia un futuro incierto, para empezar desde cero nuevamente, es muy difícil, los citadinos no estaban acostumbrados a la forma de vida rural, pero además tenían mucho temor de abandonar la cobertura de seguridad que les brindaban sus estructuras de concreto.
Pero junto con los citadinos hambrientos también llegaron algunas bandas de asaltantes que ya no encontraban nada más que robar en las ciudades, hicieron barbaries en algunas granjas, pero los granjeros pronto usaron sus propias organizaciones para defenderse, se armaron y construyeron un sistema de alarma que movilizaba los grupos de defensa en la dirección adecuada; así lograron erradicarlos del campo.
Poco a poco los inmigrantes en el campo se fueron incrementando, con el tiempo se fueron adaptando velozmente a la vida rural, gracias a que la falta de tecnología hizo que la mano de obra sea más necesaria para la producción agrícola encontraron una forma de sobrevivir.
La agresividad del virus se vio cercada por el aislamiento, pero además también ayudo a socavar el poder de las bandas armadas, ya que muchos de ellos fueron victimas de la enfermedad al exponerse en los espacios abiertos.
En solo poco mas de un par de años pudimos decir que no hubo mas infectados por el virus, pero la población mundial se había reducido drásticamente en este corto periodo de tiempo, el índice de supervivencia estaba alrededor del 40%, una alta tasa de fallecidos no solo por el virus, sino que a esto se sumó los que murieron por otras enfermedades comunes las cuales, a falta de medicamentos y centros de salud, no pudieron ser tratados, y también por los muertos a causa los enfrentamientos con las bandas armadas.
Luego de toda una etapa de desarrollo, muchos de los citadinos inmigrantes empezaron el retorno, grupo tras grupo, tomando control de ciertos espacios, aplicando lo aprendido en sus grupos de supervivencia en el campo, conservaron el tipo de organización comunal que cumplió su función en la peor época de la crisis; si algo aprendimos de la crisis es que no podemos confiar las decisiones en supuestos caudillos, que finalmente cuando se ven afectados solo defienden sus intereses particulares, ahora conocimos en carne propia que la responsabilidad de las decisiones recae en cada uno de nosotros.
Conforme los grupos urbanos se fueron asentando en diferentes sectores de las ciudades, vieron la necesidad de integrarse, de coordinar suficientemente sus acciones para asegurarse que el abastecimiento desde el campo sea suficiente, se distribuya eficientemente y se mantenga el orden establecido.
Una vez que se asentaron en las ciudades y sus grupos organizados se integraron, tuvieron que enfrentar no solo los retos del abastecimiento, sino los de una estructura social, los mecanismos de control y sanción tuvieron que crearse; la red social requería de un gobierno, pero dado que ningún grupo estaba dispuesto a ceder el poder a otro, surgieron los liderazgos en cada sector, más la idea de grupo no permitió que se convirtieran en caudillos, se construyó un tipo de federación, donde cada cual conserva su autonomía, pero sin embargo se someten a una autoridad central; un sistema de justicia con parámetros concertados también surgió de la necesidad.
Retornar a las ciudades significó también que se necesitaba crear los procedimientos para retribuir los suministros que reciben del campo; la primera preocupación fue ir restituyendo poco a poco los servicios de agua potable y electricidad, la red de comunicaciones fue a continuación, pero pronto esto no fue suficiente, se tuvo que encontrar a los equipos experimentados y encomendarles la reactivación de algunas industrias; locales, maquinarias y programas informáticos empezaron a funcionar acá y allá en manos de los grupos calificados, una nueva forma de organización nacida de la cruda realidad.
En un inicio la relación entre campo y ciudad se estableció mediante el intercambio, en la situación post crisis, no se ponía mucho hincapié en la medición del balance de este intercambio, porque primó a necesidad de la solidaridad; pero con el correr del tiempo tuvo que establecerse un medio de cambio justo, por ese camino, como siempre, surgió la moneda, más específicamente el dinero y con él,  por supuesto, el sistema financiero, solo que esta vez no fue un capitalista poderoso quien manejaba los hilos, ni un grupo privilegiado, ni una corporación anónima, hoy el sistema financiero es manejado por los especialistas designados por las comunidades en cada región, una especie de cooperativas de las que se conocían antes, pero mejorada, los sistemas de control de las decisiones financieras están firmemente ligadas a los organismos de gobierno de cada región.
La desaparición en un inicio de la fuerza publica y los procedimientos de control,  condujo, con el reasentamiento, al nacimiento de las nuevas organizaciones comunales, las cuales reconfiguraron totalmente las fronteras tal como las conocíamos, así como cada grupo organizado reclamo su autonomía respecto de los otros, las comunidades organizadas entre estas también la reclamaron para sí, así como las provincias, las regiones y las confederaciones mas amplias, para luego conjugar todas en un tipo de congreso mundial, parecido a lo que era la Organización de Naciones Unidas antes, pero con verdaderos poderes de decisión.
Son más de cinco años ya desde que se inició la plaga viral, la población ha disminuido ostensiblemente en ese periodo, pero creo que, después de esa experiencia, hacemos un uso más racional de los recursos que nos brinda la naturaleza y podemos decir que tenemos una civilización sustentable, en nuestro mejor esfuerzo.
Los servicios se han restablecido completamente, los negocios volvieron a prosperar, las familias a florecer, todo parece volver a funcionar como siempre; bueno, no como siempre, creo que mucho mejor, las nuevas formas sociales que hemos creado, parecen funcionar mejor, más justas, hay todavía muchas fallas en el sistema y hay mucha gente que no se adapta completamente, tenemos problemas con las fuentes confiables de energía, pero, aun así, la deconstrucción de nuestra sociedad fue positiva.
Lo que tengo que decir es que ojalá hubiéramos aprendido de una manera mas fácil, que no nos hubiera costado tantas vidas, que nos hubiéramos dado cuenta de que el sistema no soportaba más la carga social y que la naturaleza nos cobra todo lo que extraemos de ella.
Aun hoy día permanece, entre los sobrevivientes, la hiriente sensación de que todo lo que sufrimos fue solo una horrible pesadilla, pero, cuando volvemos a la realidad, sentimos también el peso de la responsabilidad de llevar adelante este proyecto que se construye día a día, por la memoria de todos aquellos seres queridos que perdimos en este camino.


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