martes, 18 de abril de 2017

LA CADENA DE LA CORRUPCION


Los escándalos de corrupción han conmovido el espacio político del país, alcanzando no solo a los gobiernos regionales, sino además a sucesivos presidentes de la nación, escándalos que en realidad han afectado a gran parte de los gobiernos de América Latina.
La realidad del país es que el fenómeno de la corrupción ha ido invadiendo el cuerpo social de la nación por décadas, de tal manera que en la actualidad se ha convertido en una verdadera institución social.
Esta es una infección que nos recuerda la cadena alimenticia de la naturaleza, el pez chico alimenta al más grande, y este a su vez a uno más grande que él y así sucesivamente hasta llegar al más alto nivel; para ser más claros, de la coima que te cobra el policía por no imponerte una infracción de tráfico, una parte le dan al capitán jefe de escuadra, este le dará una parte a su comandante de unidad, y el comandante hará llegar su parte al general jefe de división, quien a su vez le dará al Director General y este al ministro del interior, quien seguramente compartirá con su presidente; ¿te parece increíble? ¡Pues así es como funciona el sistema en cada institución!
Algunos analistas identifican la corrupción como un fenómeno propio del sistema capitalista neoliberal, lo cierto es que ningún sistema económico considera la corrupción como uno de sus factores instrumentales, lo que sucede en realidad es que cuando aplicas la teoría en la práctica, el sistema neoliberal está mucho más expuesto, por sus características, que dan una prioridad exponencial al lucro, a ser infectada por el fenómeno de la corrupción.
En una sociedad donde el afán de poder y dinero son una meta importante en la vida de sus individuos, la lucha contra la corrupción se convierte en una batalla diaria; los individuos serán siempre un blanco más asequible, por ello la importancia de colectivizar el poder de decisión.
En el siglo XIX Lord Acton dijo: “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente” y tal figura no ha cambiado hasta nuestros días; cualquier persona individual con suficiente poder es pasible de caer en las garras de la corrupción.
Con este conocimiento, nuestra leyes deberían estar apuntando a que todos los puestos, al menos dentro del gobierno del Estado, los cuales implican decisiones importantes para el conjunto social, deban ser ejercidos colectivamente, nunca poner el poder en manos de una sola persona; esto es válido tanto para para los presidentes de los poderes del Estado, como para los ministerios, gobiernos regionales, provinciales, distritales, los jueces, la policía, las fuerzas armadas, los tribunales  especializados, todos quienes toman decisiones sobre la vida social deben obtener su  legitimidad desde un consenso de opiniones, el que no necesita ser, en la mayoría de los casos, mayor que una terna de personas embarcadas en el tema.
Después de todo, de eso se trata la democracia, acerca del dialogo y el consenso, no de la imposición del criterio de una minoría “ilustrada”.


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