Existe una expresión popular que dice: “tu peor
enemigo es el adulador que está siempre diciéndote que eres el mejor y que todo
está bien” porque te hace creer que eres infalible y no te deja ver tus errores
hasta que estos crecen y te explotan en la cara.
La situación de Venezuela en los últimos días me hizo
recordar esta expresión, ya que una de las debilidades de que adolecen las
organizaciones de izquierda es que, ante cualquier gobierno que se declare
socialista y se enfrente a los poderes del neoliberalismo, tienden a defenderlo
incondicionalmente, y cualquiera que se atreva a levantar una crítica sobre la
forma como se están haciendo las cosas, se convierte automáticamente en contrarrevolucionario.
Y este fenómeno se viene desarrollando desde mucho
tiempo atrás, sucedió con la Unión Soviética de Stalin, luego con la China de
Mao, incluso con la Cuba de Fidel; por supuesto que tuvo que pasar también con
los gobiernos progresistas en Chile, Argentina, Bolivia, Ecuador, Paraguay,
Brasil, Nicaragua y ahora Venezuela.
¿Se imaginan como cambiaría el mundo si hubiera
existido una libertad de critica durante el crecimiento de la URSS? ¿y durante
la revolución cultural china? Cuba se encuentra en un proceso positivo de
cambios que la esta reposicionando en mapa de las relaciones internacionales,
pero este proceso podría haberse adelantado con un poco más de apertura a las críticas
del sistema.
Hay que levantar nuestra critica en el caso venezolano
porque entendemos que los errores del gobierno no hacen más que abrir mayor
campo de acción a la oposición, y peor aún, dando oportunidad a que los grupos más
reaccionarios dentro de ella, los que buscan el golpe de estado y la intervención
de tropas extranjeras en el país, puedan tomar liderazgo del movimiento.
Apoyemos firmemente todo proceso que este dirigido a
romper con el sistema económico neoliberal y sus efectos sociales, pero que nuestro
apoyo signifique poder señalar los errores que en ese camino pueden cometerse,
quedarnos callados y soslayar los errores conlleva a que estos errores se vayan
sumando y que tarde o temprano estallen en una crisis que se hace mucho más difícil
de manejar, dándole armas a la reacción.
Ser revolucionario, significa tener una diferente visión
del mundo, y para eso se necesita alcanzar una capacidad de análisis suficiente
como para definir cada situación tanto en lo social como en lo político, servir
de áulico incondicional puede convertirse en una carga en vez de impulsar los
procesos de cambio.
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