miércoles, 5 de abril de 2017

VENEZUELA EN EL OJO DE LA CRITICA


Existe una expresión popular que dice: “tu peor enemigo es el adulador que está siempre diciéndote que eres el mejor y que todo está bien” porque te hace creer que eres infalible y no te deja ver tus errores hasta que estos crecen y te explotan en la cara.
La situación de Venezuela en los últimos días me hizo recordar esta expresión, ya que una de las debilidades de que adolecen las organizaciones de izquierda es que, ante cualquier gobierno que se declare socialista y se enfrente a los poderes del neoliberalismo, tienden a defenderlo incondicionalmente, y cualquiera que se atreva a levantar una crítica sobre la forma como se están haciendo las cosas, se convierte automáticamente en contrarrevolucionario.
Y este fenómeno se viene desarrollando desde mucho tiempo atrás, sucedió con la Unión Soviética de Stalin, luego con la China de Mao, incluso con la Cuba de Fidel; por supuesto que tuvo que pasar también con los gobiernos progresistas en Chile, Argentina, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Brasil, Nicaragua y ahora Venezuela.
¿Se imaginan como cambiaría el mundo si hubiera existido una libertad de critica durante el crecimiento de la URSS? ¿y durante la revolución cultural china? Cuba se encuentra en un proceso positivo de cambios que la esta reposicionando en mapa de las relaciones internacionales, pero este proceso podría haberse adelantado con un poco más de apertura a las críticas del sistema.
Hay que levantar nuestra critica en el caso venezolano porque entendemos que los errores del gobierno no hacen más que abrir mayor campo de acción a la oposición, y peor aún, dando oportunidad a que los grupos más reaccionarios dentro de ella, los que buscan el golpe de estado y la intervención de tropas extranjeras en el país, puedan tomar liderazgo del movimiento.
Apoyemos firmemente todo proceso que este dirigido a romper con el sistema económico neoliberal y sus efectos sociales, pero que nuestro apoyo signifique poder señalar los errores que en ese camino pueden cometerse, quedarnos callados y soslayar los errores conlleva a que estos errores se vayan sumando y que tarde o temprano estallen en una crisis que se hace mucho más difícil de manejar, dándole armas a la reacción.
Ser revolucionario, significa tener una diferente visión del mundo, y para eso se necesita alcanzar una capacidad de análisis suficiente como para definir cada situación tanto en lo social como en lo político, servir de áulico incondicional puede convertirse en una carga en vez de impulsar los procesos de cambio.


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