El conflicto surgido en
Apurímac con la minera Las Bambas y la comunidad de Fuerabamba, ha generado
diversas reacciones, lo que es evidente es que ha sido muy mal manejado por el
gobierno.
En primer lugar, un
sector importante de la prensa ha tratado de crear una imagen negativa de los
comuneros, anunciaron que la empresa minera ocupo la tierra que pertenecía
ancestralmente a la comunidad y a cambio les había creado un pueblo nuevo, con
casas modernas, servicios de agua, desagüe, electricidad, pistas asfaltadas,
veredas, escuela, posta médica, etc. también les dio tierras para uso de su
ganadería y cultivos, recompensándolos además con millonarias sumas por el
traslado.
Gran parte de esto es
verdad, aunque de ninguna manera podemos calificar de “ricos” a los comuneros
por los beneficios que han recibido, ni mucho menos, lo cierto es que, a pesar
que la negociación de este convenio puede considerarse uno de los mejores que
han obtenido las comunidades en litigio con las empresas mineras en el país,
dista aun de ser una justa compensación, en concordancia al valor de la riqueza
que se extraerá de esa tierra.
Pero, aun en el caso de
que pudiéramos afirmar que estos comuneros son poseedores de una gran fortuna, gracias
a los beneficios obtenidos por sus tierras, no podemos tomar la actitud de
descalificarlos debido a su situación económica, especialmente cuando están
defendiendo un derecho garantizado por nuestra constitución, que es el derecho
de propiedad.
Es la actitud que toman
algunos conservadores extremos cuando descalifican a la victima de violación,
porque se vestía con ropa sensual o porque se encontraba alcoholizada
(¿recuerdan el argumento de que las niñas que se muestran como en un escaparate?)
o cuando descalifican a la víctima de un asalto porque caminaba solo a altas
horas de la noche, o descalificarlo porque anteriormente ha cometido un delito;
ninguno de estos argumentos puede validar el atropello de los derechos de una víctima.
Cabe recordar que el
acuerdo de los comuneros de Fuerabamba fue firmado con la empresa Xtrata, de
origen suizo, dentro del cual se estipulaba que el mineral extraído seria
transportado a la costa por medio de un mineroducto, sin embargo, tiempo
después Xtrata vende la mina a MMG, de origen chino, esta última reevaluó su
presupuesto y se dio cuenta que no era rentable construir el mineroducto solo
para transportar el producto de Las Bambas, a Xtrata le convenia porque tenia
otras propiedades en la zona, por tanto solicita autorización para sacar sus
producción en camiones por carretera y el gobierno peruano accede a su
petición, dándole derecho de paso por un camino que atraviesa parte del fundo
Yavi Yavi, propiedad de la comunidad de Fuerabamba como resultado del trato con
la minera, y declarándola como vía nacional.
Queda claro que el
conflicto tiene su raíz en la incongruencia del gobierno, mas bien que con la
empresa, en primer lugar, no podía aceptarse el cambio de los términos del
acuerdo, sin consultar con la otra parte, es decir la comunidad, el acuerdo
especificaba un mineroducto, no el transporte por camiones, segundo, el
gobierno no puede declarar una vía como nacional dentro de una propiedad
privada, no sin la consulta con los propietarios y pagando el justiprecio.
Nadie tiene derecho a
apoderarse de la propiedad de otro, aun el Estado, en caso de necesidad publica
el Estado puede expropiar, pero antes debe pagar su precio, en este caso
obviamente se han atropellado los derechos de propiedad.
Arguyen otros que la
carretera ya existía allí cuando les ofrecieron la propiedad, sin embargo, este
es un falso argumento, aun cuando esto fuera cierto, solo significa que que
fueron engañados desde el principio, ya que no se puede vender un terreno como
unidad si tenemos una carretera cruzándola.
Tampoco se puede argüir
que después de todos estos años recién los propietarios reclaman sus derechos,
el tiempo no da legalidad al atropello.
Una vez reconocida la
injusticia, vamos a la protesta, este gobierno cometido el gran error de
criminalizarla, encarcelando a sus dirigentes y a sus asesores, acusando a los
dirigentes de bloquear la carretera y a los asesores de extorsionar a la
empresa minera.
Pero de qué manera
creen que los pueblos mas alejados pueden hacerse escuchar, acaso creen que, si
no hubieran tomado esta medida ¿el país se hubiera enterado de su problema? ¿el
gobierno estaría tomando caminos de dialogo para resolver la crisis?
La actitud del gobierno es contraproducente,
ordenando la detención de los dirigentes de las comunidades que se movilizan en
apoyo a sus colegas.
En el caso de los
abogados, los cuales trabajan sin honorarios, como lo hacen la mayoría que
trabajan en casos civiles asesorando personas que no tienen suficientes
recursos económicos, solo cobran un porcentaje de lo que logran obtener, si es
que logran ganar el caso, entonces ¿exigir una retribución económica por los
años de uso de una propiedad privada es extorsión? ¿asesorar a una comunidad
campesina para que reclamen por un derecho conculcado es delito?
Incluso en el caso que realmente
aquellos abogados hubieran estado trabajando intereses personales, como
pretende acusar la fiscalía, basta tener un poco de sentido común para darse
cuenta que no es el momento oportuno para ejecutar una orden de prisión
preliminar, justo en medio de una crisis que está saliéndose de control.
Lo que ha logrado el
gobierno con esta actitud es quedarse sin interlocutores validos para resolver
la crisis mediante un dialogo; además, la explosión de esta crisis ha
movilizado no solo a la comunidad de Fuerabamba, sino a toda la región sur
andina, que se está movilizando en su apoyo; la soberbia de los representantes
del Estado para no desarrollar una salida oportuna al problema, tomando
prisioneros justamente cuando ya la empresa minera había reconocido que debía
pagar una retribución, ha provocado más bien, que otras comunidades vecinas
también se percaten del atropello de sus derechos y empiecen a exigir un
resarcimiento económico por el uso de su tierras.
Si el gobierno quiere
sinceramente resolver este conflicto sin un baño de sangre como resulto con el
Baguazo, debe comenzar por reconocer sus errores, buscar los interlocutores
validos y encontrar las soluciones consensuadas entre las tres partes del
conflicto, el Estado, la empresa minera y la comunidad campesina.
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