En primer lugar, deberíamos responderles que, más allá
de sus respetables creencias religiosas, inculcadas durante siglos de
colonización española, el Estado tiene la obligación de honrar las leyes de la
ciencia, esa misma ciencia que, pese a las condenas y excomuniones de la
Iglesia Católica, ha logrado extender el periodo de vida de la humanidad, así
como mejorar notablemente las condiciones de su existencia.
Y la ciencia nos dice, hasta los mas recientes
estudios, que la vida humana solo se presenta en el proceso de gestación hasta
después del tercer mes desde la fecundación, en las etapas anteriores a este
período encontramos un huevo cigote y luego un embrión, los cuales no
configuran como ser humano, es solo posteriormente cuando se forma el feto que
podemos identificar un bebe.
Es por esta razón que los laboratorios genéticos, las
clínicas de infertilidad y otros centros médicos son permitidos de experimentar
con los embriones humanos, en las clínicas genéticas se crean embriones
humanos, in vitro, fertilizando huevos femeninos con esperma masculino y se
separan los embriones que demuestran ser perfectamente saludables en las
pruebas a las que se someten, para venderlos a madres infértiles que desean
procrear y se desechan los embriones defectuosos; no se esta manipulando seres
humanos, son solo embriones.
Tratar de identificar al ser humano desde la
fecundación es tan disparatado como querer identificar un huevo de gallina con
un pollo, ciertamente un huevo podría convertirse en un pollo, pero no lo es
por sí mismo, de la misma manera un embrión es una de las fases de la gestación
que podría generar un ser humano, pero no lo es.
La legalización del aborto permitirá truncar el
proceso de gestación hasta el tercer mes de embarazo, extirpando el embrión del
útero materno, ciertamente extraer un feto sería cometer un asesinato a sangre
fría, pero el aborto legal aparece justamente para evitar que personas
irresponsables cometan estos actos de barbarie clandestinamente.
En segundo lugar, hay que decir que “en defensa de la
vida” se promueve esta ley, pues las estadísticas nacionales muestran que más
de cincuenta mil mujeres fallecen anualmente a consecuencia de malas practicas
cometidas durante abortos clandestinos.
Legalizar el aborto significa brindar a esta gran
cantidad de mujeres la oportunidad de acceder a instalaciones medicas que
cuenten con un mínimo de protocolos de sanidad y seguridad en sus
intervenciones; esto significa salvar miles de vidas de un proceso en curso que
no se va a detener solo porque está declarado ilegal.
También servirá para que mujeres con embarazos
detectados con severas anormalidades genéticas puedan decidir si desean
continuarlo o desecharlo.
El aborto legal va a permitir que miles de niñas que
han sido embarazadas producto del abuso sexual, no pierdan su infancia, ni vean
cortadas sus aspiraciones de vida por una situación que ellas no han buscado,
de la cual no tienen control.
Asimismo, permitirá que las mujeres embarazadas
producto de violaciones, puedan legalmente terminar con ese proceso indeseado y
que solo traerá más dolor y vergüenza a sus vidas, además del daño ya causado.
Y para esos que piensan que se puede evitar el aborto
simplemente usando protección durante las relaciones sexuales, habría que
hacerles ver la realidad de gran parte de nuestro país, más allá de Miraflores,
San isidro, Jesús María, Magdalena y demás distritos centrales; ya ni siquiera
hablar de la alta serranía o de la selva baja, sino en la misma periferia de
Lima Metropolitana.
El entorno creado por una sociedad predominantemente
machista, donde la miseria económica hace de la educación un lujo difícil de
alcanzar, creando una miseria moral que la acompaña indefectiblemente; esa vida
miserable que hace que cuando la mujer le pide a su pareja que use un
preservativo, le conteste que no se siente igual y no le gusta usar protección
porque “son cojudeces” y cuando ella quiere cuidarse con pastillas
anticonceptivas, su pareja le increpe que “lo que quiere es salir a putear con
cualquiera sin peligro de embarazarse”, que cuando ella no desea tener
relaciones su pareja le increpe que: “para eso eres mi mujer, si no me voy a
buscar otra en la calle” y que cuando tratan de salirse de ese circulo de
sometimiento en el que están inmersas, saltan de la sartén a las brasas, porque
se arriesgan a caer en el siguiente circulo de la violencia física, poniendo en
peligro la propia vida en muchos casos, además del potencial abandono del
principal sustento económico para la familia. No señores, no es tan fácil como
simplemente decir no quiero, o decidir usar protección anticonceptiva, ojalá lo
fuera.
Por último, para aquellos que temen que una
legalización del aborto provocará que muchas mujeres puedan recurrir a ello
después de “una noche loca” para no hacerse responsables de sus malas
decisiones, habría que hacerles tomar conciencia de lo traumático que es este
procedimiento, y que, aún en las condiciones más favorables, toda cirugía
conlleva un riesgo de vida; ya que nadie en su sano juicio podría desear pasar
voluntariamente por una circunstancia parecida.
El aborto legal es solo una forma de salvar vidas, por
eso es “provida”, salva las vidas de las madres abusadas, salva las vidas de
las mujeres violadas, salva las vidas de las niñas que de otro modo perderían
su infancia, ninguna mujer debe verse obligada a vivir una vida que no ha
escogido.
¿Aborto gratuito, financiado por el Estado?, si, debe
ser gratuito para las mujeres violadas, porque es el reconocimiento de la falla
del Estado en preservar la seguridad del individuo; para el resto, quienes
tengan recursos pueden acudir a las clínicas de su referencia, y para los de
bajos recursos acudir al centro de salud de su localidad y poder pagar precios accesibles
incluso haciendo uso del Seguro Integral de Salud.
Ser madre es a la vez un privilegio y una
responsabilidad que debe ser tomada seria y voluntariamente.
Ciertamente legalizar el aborto es solamente un
paliativo para un problema social estructural, una solución definitiva pasa por
reforzar la sensibilidad humana de nuestra población mediante un sistema
educativo de calidad, con cursos de equidad de género y de educación sexual
desde temprana edad, esto significa un trabajo planificado desde las
instituciones de gobierno para crear unas generaciones de ciudadanos
responsables, con valores morales modernos y eficientes, capaces de construir
una sociedad justa y sostenible; pero esto es un proceso que, en el mejor de
los casos, veríamos sus resultados en un par de décadas, mientras que el
problema grave requiere una respuesta urgente e inmediata para detener un flujo
de mortalidad sin sentido.