sábado, 30 de noviembre de 2019

FUERZA K


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Hemos visto salir de la cárcel a Keiko Fujimori, después de que en un acto de malabarismo político el Tribunal Constitucional, con una “interpretación autentica” del voto singular de uno de sus miembros, aceptara el habeas corpus presentado por su hermana Sashi.
Los abogados, la mayoría de ellos ligados políticamente al aprofujimorismo, miembros de la comisión de arbitraje, acusados de haber recibido dinero para dictaminar en favor de Odebrecht en las contiendas presentadas contra el Estado Peruano, también se han visto librados de la prisión preventiva en una segunda instancia judicial.
En el Perú de hoy, cada semana se destapa un nuevo escándalo, hay siempre noticias para la primera plana, este es solo un capítulo más de una serie histórica, digna de una maratón de Netflix; hay una guerra declarada entre la inmensa red de corrupción que invade gran parte de la institucionalidad del Estado y un grupo comparativamente reducido de valientes jueces, fiscales, políticos y policías, que representan a la inmensa mayoría de la ciudadanía que esta harta de ser esquilmada por estas organizaciones criminales; repitiendo a Nicolas Lucar, se ha trazado una raya en el piso y cada cual tiene que decidir de que lado esta, en estas condiciones no se puede ser neutral.
A cada golpe que recibe la corrupción le sigue un contragolpe, desde el destape de los audios de “los cuellos blancos del puerto”, con el blindaje de los magistrados en el congreso, el amedrentamiento a los falsos aportantes de campaña, la destitución frustrada de los fiscales Vela y Pérez, la sanción contra el juez Carhuancho, la prisión de Ríos, de los Graña, de Toledo, de Hinostroza, de Villarán, la prisión preventiva de Keiko y la cúpula de Fuerza Popular, el cierre del congreso, la investigación de Fuerza Popular como organización criminal, el destape de los aportes en efectivo por parte de las empresas, etc., son solo otras batallas de la misma guerra.
Aun así, con los avances y retrocesos, los peruanos podemos estar orgullosos porque somos el único país de Sudamérica que está llevando a cabo esta guerra sin importar las consecuencias, porque  en el camino van cayendo presidentes, congresistas, alcaldes, gobernadores, políticos, jueces, fiscales, militares, periodistas, empresarios y seguirán cayendo conforme la ciudadanía ejerza la suficiente presión en las calles para respaldar la acción de los jueces y fiscales que lideran esta lucha y no se permita que esta lacra de la corrupción continúe en posiciones de poder.
No bajemos la guardia el fujimorismo puede estar herido de muerte políticamente, pero la red de poder corrupto que ha desplegado a través de los anos sigue activa y sus coletazos de ahogado pueden causar aun muchos danos.


viernes, 22 de noviembre de 2019

NUEVA CONSTITUCION


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¿Necesitamos realmente de una nueva constitución? Con el descubrimiento de la red de corrupción que esta copando las instituciones del Estado y como una mayoría política en el Congreso trataba de blindarla y de cubrirla, saltó al centro de la atención publica la necesidad de realizar cambios en las reglas de como funciona nuestra sociedad, algunos de estos tienen que ver con leyes, pero otros mas tienen que ver con la Constitución.
Poco a poco se esta asentando en la ciudadanía la idea de que cambiar nuestra Constitución no es una idea radicalista y desproporcionada; se va apareciendo, mas bien, como algo bastante sensato y va surgiendo en la agenda política de los aspirantes a congresistas.
Los sectores de derecha están cayendo en pánico con la sola idea que esto se proponga, pero su preocupación esencial es que se propongan cambios al modelo de crecimiento económico, el neoliberalismo que impuso la dictadura fujimorista, del que estaban tan orgullosos por su éxito en Chile, ejemplo para Sudamérica, y que ahora ha mostrado toda su decadencia.
Es hora de que el ciudadano común conozca cuales son los valores que nos ha traído el neoliberalismo para el país; ciertamente hemos tenido un crecimiento económico sostenido, por lo menos en los últimos diez años, los índices nos han llevado desde un 2% a un 4% y hasta cerca de un 7% en su mejor momento, poniéndonos entre los primeros lugares de los países en América Latina, aunque esta tasa de crecimiento ha estado influenciada por la tendencia alcista del precio de los minerales en el mercado internacional, también se estimuló la inversión privada, nacional y extranjera,  aportando un poco de modernidad a las ciudades.
Pero si la imagen macroeconómica del país estaba brillando, ¿Cómo afecto esto a la economía del ciudadano común, al trabajador que tiene que ganar su pan cada día? El libre mercado, estipula que el Estado debe inhibirse de participar en la economía tanto como regulador o como competidor, esto en la practica significa que en el país las reglas comerciales las pone la empresa privada; estemos claros que nadie esta proponiendo un control de precios establecidos por el gobierno, ya se ha demostrado los efectos desastrosos que esto trae en la economía, tampoco podemos aceptar empresas burocráticas, mal manejadas, que solo generan perdidas en manos del Estado, pero existen ciertas áreas estratégicas donde el Estado puede tomar el control eficientemente y no dejarlas en manos privadas para una ganancia fácil, como Emape, Sedapal, Petroperu, etc.; asimismo la regulación del Estado no debe servir para constreñir la actividad privada, sino para garantizar una competencia justa, una economía de mercado no puede ser la ley de la selva, el mercado regula precios y el éxito o fracaso de las empresas, pero por principio debe existir una equidad para la competencia comercial y corregirse desviaciones perversas que se producen en circunstancias especiales.
Abandonar la economía nacional en manos del mercado, significa la reducción del empleo formal frente a un incremento sustancial de la demanda laboral, es decir aumento de las horas de trabajo, incremento de la carga laboral, reducción del salario y fomento de la mano de obra informal.
Es decir, el país a nivel Latinoamericano se ha posicionado favorablemente por sus indicadores económicos, pero los peruanos de a pie no disfrutamos de esa bonanza, por el contrario, vemos afectados nuestros derechos laborales y se incrementa la informalidad, solamente los grandes empresarios disponen de las ganancias que estas reglas de mercado les brindan.
Asimismo, brinda la oportunidad para que los intereses privados invadan el espacio público, como se ha demostrado, el sistema político ha sido manejado durante décadas con el dinero aportado por los conglomerados financieros a las campañas políticas de los diversos candidatos, de esta manera compran cuotas de poder que les servirán para conseguir prebendas y se aseguran de que ciertos políticos defiendan sus intereses desde sus posiciones.
Cambiar la constitución que fue creada por una dictadura y que refleja el pacto que este tenia con los lobbies empresariales, asegurándoles que sus contratos leoninos, acordados por políticos corruptos y que afectan los intereses nacionales, no puedan ser revisados ni objetados, es una necesidad impostergable; hay aspectos positivos de la política económica que deben ser rescatados, pero otros mas que necesitan ser modificados; en especial y con mucha determinación hay que ser consistentes con la reforma del sistema político existente, no podemos seguir aceptando que políticos corruptos copen las instituciones del Estado, tenemos que hacerles saber que nuestro voto no es un cheque en blanco para el candidato, los mecanismos de control tienen que ser directos e inmediatos, el político llega a su puesto porque representa un interés ciudadano y no pude apartarse de él, pues no es su voz la que representa, sino la de sus votantes.
No debemos aceptar que nuestro voto sea confinado a la decisión de las dirigencias de algunas organizaciones políticas, si el voto ciudadano se dirige a un determinado candidato, esto no tiene porque favorecer a otros que postulan en la misma lista solo porque fue ubicado en un puesto expectante.
Podemos darnos cuenta ahora, que los sectores de la DBA han levantado el fantasma del terrorismo para mantener el miedo en la población y poder manipularlos políticamente, a lo que ahora se suma el fantasma del chavismo, otra forma de hacernos creer que vamos a caer en manos totalitarias; ellos han sido, con sus campañas sicosociales y el dinero negro de la corrupción, los que han estado canalizando las expectativas populares en su beneficio particular; pero tenemos que saber que  también existe una derecha honesta y sensata, la DHS que el país necesita, quienes se expresan periodísticamente con Rosa María Palacios, Raúl Tola, Álvarez Rodrich, Juan Carlos Tafur; porque es cierto, el país necesita de una DHS tanto como de una izquierda lucida y consecuente, porque solo de una confrontación ideológica abierta, donde cada posición sustente sus enfoques respecto a la visión de país que cada cual respalda, podrá llevarnos a conseguir los consensos necesarios para construir un proyecto nacional conjunto.
Uno de los graves errores que están cometiendo los gobiernos Latinoamericanos, tanto de izquierda como de la derecha, es agudizar las contradicciones en el proceso de defensa de sus enfoques, generando una polarización que a la larga solo provoca que el bando contrario refuerce sus alianzas gracias a los resentimientos anti gubernamentales, lo cual está generando un ciclo en el cual ambos se relevan en el poder.
Revertir este proceso requiere reforzar el espacio de la DHS como único interlocutor válido, porque la DBA estará siempre enraizada con los sistemas de corrupción y su manera de interpretar el mundo esta sujeta a sus intereses particulares antes que a una visión de país.
Una nueva constitución es la oportunidad de renegociar el contrato social que como nación merecemos, asi como hemos podido poner la asamblea constituyente sobre la mesa de debate, ahora toca convencer a esa DHS que no debe temer a una nueva constitución, que los cambios requeridos no van a sostener un gobierno estatista y autoritario, que no se va a destruir la economía de mercado, que no se pretende expropiar la riqueza, ni usar los programas sociales para reclutar adherentes.
La reforma política que debe resolverse en la nueva constitución esta dirigida a devolver el poder de decisión al ciudadano, desmantelando el dominio de esa elite de políticos “profesionales”.
La patria necesita superar este sistema político irracional que nos ha envuelto en la corrupción y la explotación laboral.



jueves, 14 de noviembre de 2019

BOLIVIA Y LA CRISIS EN SUDAMERICA


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Bolivia, Ecuador y Chile viven crisis políticas diferentes, pero con algunas características comunes; crisis que, además, viene recorriendo toda Latinoamérica, en distintos grados y con distintas respuestas.
Quienes tratan de negar el golpe de estado en Bolivia, quieren hacernos creer, en esta ocasión, que solo califica este, cuando los militares sacan los tanques a la calle, toman prisioneros a los representantes del gobierno e imponen la ley marcial, persiguiendo y asesinando a todos sus opositores, como hicieron en Chile 1973.
Pero Evo Morales fue conminado a renunciar por los jefes militares, tras una serie de actos vandálicos en contra de los representantes del gobierno y locales públicos en la región de Santa Cruz, tras el golpe, bandas de paramilitares, fanáticos religiosos evangelistas, organizados y financiados por Luis Camacho, un personaje de triste recordación por la actuación de su familia en la represión de opositores durante la dictadura de Hugo Banzer, quien a su vez actúa en representación de los intereses de los grandes consorcios empresariales asentados en Santa Cruz.
En Bolivia Evo accedió a renunciar y llamar a nuevas elecciones para evitar un baño de sangre en su país, a pesar de eso los golpistas no retrocedieron y entraron al Palacio de gobierno para quemar la bandera indígena del Wiphala y consagrar Bolivia a La Biblia, vandalizaron la vivienda del presidente y de su familia dando órdenes de su captura,
En Ecuador Lenin se refugio en Guayaquil, su bastión conservador, y califico de castro-chavistas a los indios que tomaron Quito; en Chile Piñeira se declaro en guerra contra los amotinados y saco a los militares a las calles. Existe una obvia diferencia en los procesos.
Uno de los componentes comunes en todos estos es la gran brecha social existente, marcada por un acendrado racismo nacido desde la época de la colonia, donde los indios originales no eran considerados seres humanos; aun durante la republica fueron considerados como ciudadanos de segunda categoría; un resentimiento profundo que continua dividiendo a las poblaciones; en Ecuador la gente de la costa, del puerto de Guayaquil son los blancos que aborrecen a los indios que viven en la cordillera de Quito; en Bolivia los blancos están en Santa Cruz y no pueden convivir con los indios del altiplano en La Paz; en Chile los mapuches son una minoría étnica que está asentada en el norte del país, la mayoría de los chilenos, de una raza cuyo mestizaje con los inmigrantes europeos los ha hecho diferentes, menosprecia la cultura originaria.
En Ecuador finalmente el gobierno accedió a dar marcha atrás y entablar negociaciones con los indios, en Chile el gobierno accedió a convocar a una asamblea constituyente para cambiar el sistema económico, que había sido el modelo supuestamente exitoso del neoliberalismo en América Latina.
En Bolivia los blancos de Santa Cruz incitados por los fundamentalistas evangélicos y apoyados por los paramilitares de Camacho, también con el respaldo político de EEUU, han elaborado un complot para derrocar al primer presidente indígena del país, bloqueándolo económicamente, asaltando los locales públicos, atacando a los dirigentes indígenas y dirigiendo sus huestes hacia la toma de La Paz; han nombrado una presidenta interina, aliada a sus intereses, sin tener el quorum necesario en el parlamento, después de haber impedido por la fuerza el ingreso de los representantes del partido de gobierno.
Hay que ser honestos en este punto, Evo Morales,  durante su prolongado gobierno, por consecutivas reelecciones, convirtió a Bolivia en una de las primeras economías de América Latina, saco de la pobreza a varios millones de indios campesinos que no fueron atendidos en otros gobiernos, realizo exitosas inversiones en transporte público, educación y salud.
Sin embargo; ha caído en tres graves errores: primero, su partido Movimiento al Socialismo (MAS) no ha hecho lo suficiente para la reunificación del país, pues en el camino a la reivindicación indígena polarizó las posiciones con la derecha Santacruzana; segundo, durante mas de diez años en el poder, no ha tenido la capacidad de formar nuevos líderes, desterrando el caudillismo que tanto daño ha hecho a la política en Sudamérica; tercero, Evo Morales cae en desgracia, dando municiones a su enemigo, cuando desconoce los resultados del referéndum que el mismo convoco para legitimar su postulación a una nueva reelección y luego forzar el conteo para evitar ir a una segunda vuelta; los intentos desesperados por quedarse en el poder no hicieron más que debilitar su posición, rompiendo con el liderazgo que hasta ahora había ostentado y bloqueando las posibilidades del MAS para ampliar su influencia política en el país.
Aun así, los errores políticos de Evo Morales no nos pueden llevar a justificar un evidente golpe de estado, que pretende entronar a unos religiosos fundamentalistas de extrema derecha y profundamente racistas, en el hermano país de Bolivia.
Debemos entender estos procesos en el contexto de una calculada arremetida, liderada por las transnacionales, contra los movimientos progresistas que están floreciendo en toda América Latina al amparo de una ideología moderna de izquierda.
Tanto en Bolivia como en, Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Ecuador y Venezuela se están gestando nuevas mayorías, que pugnan por romper con el sistema corrupto que los domina actualmente, paso a paso, con avances y retrocesos, esas mayorías están recorriendo el camino hacia una sociedad donde la justicia social no sea una utopía.
Si estamos claros en la visión del panorama político Latinoamericano, hay que desechar la propaganda que difunden la mayoría de medios que defienden intereses particulares y apoyar decididamente los esfuerzos de estas nuevas corrientes que emergen en el continente.


lunes, 11 de noviembre de 2019

¿MAS DE LO MISMO?


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¡NO! No queremos otra banda de congresistas coludidos con la mafia y de espaldas a la necesidad ciudadana. ¿pero que podemos hacer para evitarlo?
El cierre de congreso fue un gran paso para combatir a la mafia enquistada en dicha institución, encargada de bloquear, con su mayoría absoluta, las acciones del ejecutivo dirigidas a expulsar esos agentes de la corrupción instalados en las instituciones del Estado, así como de blindar a los mismos bajo el manto de la inmunidad.
La gran pregunta que muchos se hicieron fue: ¿será el próximo congreso mejor que el anterior? ¿Cómo podemos garantizar que esta vez tendremos unos congresistas honestos y que realmente representen los intereses de sus respectivas comunidades ciudadanas?
Jason Brennan, filosofo norteamericano, respalda la atrevida alocución que Carlos Mesía, constitucionalista, hacía desde el congreso del Perú: “al pueblo no se le hace caso, al pueblo se le gobierna”; a su vez Brennan coincide con Sócrates en la idea que la democracia es un sistema defectuoso, el postulaba que no era la cantidad, el pueblo, la masa, lo que definía un justo sistema de gobierno, sino la calidad de los que deciden; solo que Sócrates lo hacía criticando la manipulación que algunos con intereses de poder hacían de la masa ciudadana, ¿no nos suena algo conocido?.
Esta visión elitista de gobierno nos ha perseguido desde los inicios de la república, o más bien deberíamos decir, desde los inicios de la historia; en el principio de los tiempos quienes tomaban el poder de sus comunidades eran los mas fuertes, capaces de cazar y conseguir alimento para su grupo humano, así como capaces de luchar para defenderlos de los depredadores, luego surgieron los especialistas, aquellos que adquirieron los conocimientos acerca del tiempo de siembra y cosecha, sobre el movimiento migratorio de los animales, sobre los cambios climatológicos, etc. los cuales se mezclaron con otros grupos que crearon supersticiones y cultos religiosos, mas tarde fueron sometidos por los propietarios de las tierras usurpadas por propia iniciativa, para luego delegar el poder en una aristocracia monárquica, supuestamente entronada por un poder divino; con el advenimiento de las repúblicas, cambiaron las caras, cambiaron las formas, ahora algunos reconocidos como ciudadanos tenían derecho a votar cada cierto tiempo, pero el sistema siguió delegando el poder de decisión en manos de una elite política.
La idea de fondo en este pensamiento es que la mayoría, el pueblo, la gente común, no entiende nada de política, ni del manejo de la economía, ni del interés publico o la seguridad nacional, por tanto, mal podrían tomar decisiones al respecto, de allí la necesidad de que se faculte a los “especialistas” a tomar las decisiones que son las mejores para el bienestar general.
Afirmación que esconde una verdad a medias, lo cual resulta en una efectiva mentira muy conveniente para la conservación del sistema.
Es muy cierto, por supuesto, que no todos somos entendidos en muchos campos usuales de gobierno, la mayoría de ciudadanos comunes no tiene las capacidades suficientes para tomar las decisiones de estado que pueden ser requeridas, pero tampoco esto quiere decir que debemos dejar en manos ajenas dichas decisiones, porque nada tampoco nos garantiza que aquellos a los que designemos tengan mejor criterio que nosotros, a las pruebas me remito, hemos elegido algunos congresistas que vagamente podemos afirmar que pasaron por una escuela y sin embargo merecieron nuestros votos; pasamos entonces a poner en tela de juicio la capacidad del ciudadano común, no solo para tomar decisiones de estado, sino para elegir correctamente a sus representantes.
¿Es cierto entonces que la democracia es un sistema fallido?
Comencemos por reconocer que como seres humanos somos falibles, tenemos una tendencia a equivocarnos de muchas maneras, aprendemos en el camino; ¿Cómo relativizamos esto dentro de un sistema democrático?; dos soportes son necesarios: primero, cuando se colectivizan las decisiones se tiende a corregir las falsas apreciaciones que puede acometer un individuo, dos cabezas piensan mejor que una, cuatro, seis o más crearan más puntos de vista y una mayor discusión acerca de un asunto, siempre guardando un necesario balance para evitar el burocratismo, que provoca un prolongamiento innecesario de las decisiones; segundo, los mecanismos de legitimación y control de las decisiones que toman nuestros representantes deben ser trasparente y directa en forma y tiempo.
Ciertamente, como afirmaba Sócrates, no es la cantidad sino la calidad de los votantes la que construye un buen gobierno, pero también tenemos la certeza de que la única manera de elevar la calidad de nuestra ciudadanía es la adquisición del conocimiento,  el conocimiento que esta fundado en dos pilares: educación e información; entendemos ahora que, si ambos medios están en manos de la elite que disfruta los privilegios del poder, no cederán graciosamente su cuota de poder solo para favorecer a una mayoría.
Es decir, la calidad de los votantes solo podrá elevarse apoyándose en la cantidad de los mismos, solo bajo la presión de los de abajo se logrará que los de arriba expandan el alcance del conocimiento hacia la mayoría ciudadana.
¿Entonces debemos esperar el brote de una revolución ciudadana, que fuerce una educación masiva de buen nivel y el flujo continuo de información, para pretender haber arribado a una democracia plena?
Como hemos comprobado, una y otra vez, tanto en el ámbito político, como en la vida diaria, una avanzada educación tampoco garantiza integridad de las personas, conocemos individuos con los mejores títulos profesionales, que, sin embargo, si no delinquen, por lo menos cometen graves errores de apreciación; ningún ser humano es infalible, hasta el individuo más impoluto tiene debilidades.
Hay que volver a destacar, entonces, la mejor garantía de que las decisiones de Estado se tomen con honestidad, es que estas sean colectivizadas y que exista un mecanismo de control directo, con revocación inmediata; la masa ciudadana se puede equivocar, es cierto, pero, a fin de cuentas, es ella la que sufrirá las consecuencias de sus errores, y es más fácil que el conjunto de ciudadanos asuma sus errores y encuentre la manera de rectificarse, antes que una elite política privilegiada lo acepte y muestre su culpa.
Cerramos el congreso porque estábamos hartos de la obstrucción al gobierno y el blindaje a la corrupción, tenemos un proceso electoral a puertas para elegir un nuevo congreso, supuestamente vamos a elegir a personas con mayor valor para representarnos, también exigiremos que se hagan las reformas políticas necesarias para que nuestra representación sea legitima y por supuesto controlar que ninguno de los corruptos y quienes los blindaron regresen a ocupar una curul.
Sin embargo, el actual sistema electoral esta diseñado para favorecer a las dirigencias de las organizaciones políticas, de las cuales una gran mayoría son cascarones electorales, sin contenido ideológico, ni una vida política activa en comités locales, es decir son maquinarias creadas solo para conseguir votos en tiempo de campaña; y teniendo en cuenta, además, que muchas de estas dirigencias están enquistadas por grupos que buscan alcanzar sus propios intereses; nos atrevemos a pronosticar que tendremos nuevamente un congreso dominado por aspiraciones ajenas al bienestar ciudadano.
Es más, las cláusulas constitucionales nos obligan a mantener los congresistas elegidos por todo un periodo, aunque estos hayan cambiado sus preferencias políticas, faltado a sus ofrecimientos o se encuentren totalmente desvinculados de su comunidad de electores; lo que los convierte, en realidad, en propietarios de una delegación de poderes, por la cual han pagado durante la campaña electoral.
Acatando lo dispuesto por las regulaciones electorales, nuestro voto va direccionado hacia una determinada organización política, aun en el caso que, ejerciendo nuestro derecho al voto preferencial, marquemos nuestro voto por un candidato especifico, al pertenecer este a una determinada agrupación política, estamos adosando votos a la misma y por lo tanto dando oportunidad, mediante la cifra repartidora, a que salgan elegidos aquellos a los que no queremos apoyar, pero que tienen posiciones expectantes en su lista.
Es por eso, que ahora ciertos dirigentes, muy conocedores del tema, proponen en sus listas de candidatos a algunos personajes que pueden atraer la atención de los votantes, mientras que, por otro lado, aseguran en puestos privilegiados a sus allegados, los cuales garantizaran la defensa de sus intereses particulares.
Conociendo las trampas del sistema, nuestra opción es no enfeudar nuestro voto con una organización cuya lista incluya a alguno de los conocidos indeseables o algún nuevo rostro, pero que trae consigo investigaciones o acusaciones de graves delitos, tras lo cual, con seguridad, nos quedaran poquísimas opciones, teniendo en cuenta que estamos simplemente tratando de poner un parche a un sistema roto desde su base.
Es importante que nos demos cuenta como este sistema político electoral esta creado para retroalimentarse, que incluso pueden cambiar los rostros, pero no variaran los objetivos, es importante porque hay que trabajar en la construcción  de un nuevo sistema que garantice la correcta representación del bienestar público, acabar con la delegación de poderes a una elite supuestamente ‘profesional’ y convertirnos en los detentores del poder que por derecho nos corresponde dentro de una democracia; porque no importa si somos de derecha o de izquierda, la democracia plena garantiza el poder de la mayoría, pero con un responsable respeto al derecho de la minoría.
Porque el país necesita, no solo de una izquierda ilustrada y consecuente, marcando distancias con radicalismos e ideologías autoritarias, sino también le hace falta una derecha lucida y decente que entierre a la derecha bruta y achorada, que se ha ganado su titulo como consecuencia de sus fechorías.
La modificación del sistema político, trae profundas transformaciones que necesitaran incluirse en una nueva constitución, cambios imprescindibles dado el hecho que el presente sistema permite la reproducción de una situación política injusta e indeseable por la corrupción que anida en su interior, los ciudadanos nos hemos manifestado en contra
 y demandamos en voz alta: ¡¡NO QUEREMOS MAS DE LO MISMO!!