Por : Manuel
Padilla
Todo empezó en China, en un mercado informal en una pequeña
ciudad, donde se comerciaba con animales salvajes, uno de los virus animales
salto de uno a otro, produciendo una mutación que finalmente afectó a los
humanos, se manifestó como una gripe severa, pero afectaba fuertemente el
sistema respiratorio y empezó a cobrar víctimas mortales, la trasmisión era de
persona a persona y rápidamente se expandió; los infectados pasaron de cientos
a miles y decenas de miles, con una velocidad sorprendente, una ciudad tras
otra fueron infectadas y los fallecidos llegaron a los miles.
Desde el otro lado del mundo comentábamos las noticias
que llegaban desde China, nos parecía increíble, lamentábamos la desgracia que
estaban sufriendo, pero no sufríamos ansiedad, China estaba tan lejos y los países
comunistas suelen auto aislarse.
Sin embargo los chinos también viajan, visto que la enfermedad
tiene un periodo de desarrollo de dos semanas e incluso algunos de los
infectados no presentan síntomas pero son portadores del virus y lo contagian, los
viajeros que llegaron a Europa e Inglaterra expandieron el virus en esta área, que
estaban evidentemente desprevenidas ante un ataque de esta naturaleza, Francia
e Italia, los principales destinos turísticos, fueron los primeras víctimas,
donde a una velocidad sorprendente se llegó a los miles de muertos.
Pero prontamente los demás países del área también se
contagiaron, en el mundo globalizado, las personas se movilizan constantemente,
por lo tanto, esparcen rápidamente el virus en todos los espacios donde se mueven.
Mas pronto que tarde, realmente en cuestión de días,
la enfermedad cruzo el océano y se hizo presente en Estados Unidos, luego en
los países de Sudamérica; los científicos empezaron a buscar una vacuna para la
enfermedad, la Organización Mundial de la Salud declaro oficialmente una
pandemia global, se comenzó a tomar medidas rigurosas para evitar la propagación
del virus, se cierran las escuelas, universidades, prohíben los espectáculos públicos,
declaran el estado de emergencia, la cuarentena obligatoria, el toque de queda,
el uso de mascarillas, etc.
Los negocios tuvieron que cerrar, primero las
industrias no esenciales, los hoteles, las líneas aéreas, las fronteras de países,
regiones, provincias estaban cerradas, se prohibió los viajes, los restaurantes
y otros pequeños negocios también cerraron por falta de clientes, solo
servicios básicos permanecían abiertos, advirtieron a todos que permanezcan en
sus domicilios.
Las investigaciones de los científicos develaron que
el virus no solo podía trasmitirse de persona a persona, pues podía sobrevivir
hasta un par de días en acero, un día en madera y plástico, seis horas en cartón,
tres horas en la tela, y hasta una hora en el aire en ciertas circunstancias.
Luego nos llegan las noticias de un continente muy
olvidado por todos, África también está sufriendo el azote de esta enfermedad, un
continente siempre azotado por plagas y con un sistema de salubridad
extremadamente deficiente, ni siquiera llegan datos confiables sobre la cantidad
de infectados y decesos.
Pronto vimos que las medidas de cuarentena obligatoria
no son suficientemente efectivas, especialmente porque mucha gente no acepta
cumplirlo, algunos por soberbia, que quieren conservar su privilegiado modo de
vida sin respetar el derecho de los demás; otros que por simple ignorancia son incrédulos
de la gravedad de la situación y no prestan atención a las normas que se dictan
para contrarrestar la pandemia; otros más, que sienten que, perteneciendo a un
sector económico informal, no pueden dejar
de trabajar, porque trabajan con un pequeño capital en efectivo y dependen del
ingreso de cada día para su subsistencia.
Después de muchas semanas los gobiernos se dieron cuenta
que las medidas restrictivas no funcionan y tampoco la gente aguantaba más
encerrada en sus casas, empieza el caos; las personas deambulan en las calles
tratando de llegar donde sus familiares para asegurarse que están bien, no hay
transporte público, solo los que tienen automóviles particulares tiene
facilidad de movilizarse; salen a buscar comida y esta empieza a escasear,
igual el agua envasada.
Pasaron unos meses en estas circunstancias y las cosas
solo empeoraron, con la rapidez que la enfermedad se propagó, en un comienzo se
dijo que afectaba principalmente a las personas de tercera edad, quienes tenían
bajas defensas o aquellos individuos que tienen otros procesos degenerativos
que debilitan su sistema inmunológico, los jóvenes se sentían inmunes, pero
pronto los jóvenes empezaron a enfermar y a fallecer, a continuación, niños y
bebes también fueron afectados.
Las unidades de hospitalización fueron colapsando una
por una, la desesperación de la gente enferma por ingresar a los hospitales creo
una emergencia que requirió la intervención de la fuerza pública, pero no fue
suficiente, tuvieron que cerrar.
El nuevo virus saltando de uno a otro, esparciéndose por
todas las superficies, logró mutar, se volvió más agresivo, la mortalidad de la
enfermedad salto desde un inicial 2% luego a un 7% en el punto más álgido y de
pronto a un 60% de una semana para otra; los cadáveres sobrepasaron la capacidad
de todas la morgues, igual en los cementerios, los enfermos empezaron a caer muertos
en las calles, se comenzó a tirar los cadáveres en fosas comunes, muchas veces
sin haberlos identificado debidamente.
Todo empezó a salirse de control a partir de entonces,
la gente entró en pánico, esta vez realmente no querían salir de sus casas, no querían
toparse con otras personas, empezaron a saquear las tiendas, primero por
alimentos, pero cuando se dieron cuenta que la policía y los militares no se
daban a vasto para la vigilancia, saquearon todo tipo de tiendas, de ropa de
artefactos, de herramientas.
El hecho es que desde que el virus se transformó tan
agresivo, que tanta gente estaba muriendo, las mismas fuerzas de seguridad,
militares y policías, encargados de mantener el orden en las calles, empezaron
a enfermarse, muchos de ellos a morir también, entonces el miedo se apodero de
ellos, como seres humanos temían por sus vidas, por las de sus familias, y la deserción
del servicio afectó importantemente el patrullaje urbano y como consecuencia la
efectividad de la seguridad ciudadana.
Las personas en las ciudades sucumbieron al miedo, aparte
de recluirse en sus hogares, tuvieron que armarse, los que tenían armas de
fuego las sacaron de sus estantes, los que no, prepararon sus garrotes, de madera
o de metal, sus cuchillos más grandes, pusieron trampas en sus puertas, cualquier
cosa que les sirviera para defenderse de posibles atacantes.
Lo peor llego a su punto cuando los representantes del
gobierno empezaron a caer enfermos y a morir, muchos países se quedaron sin
gobernantes, nadie se hizo responsable de dictar leyes o tomar medidas, fue el
punto en que todos entendimos que la voz de “sálvese quien pueda” había sido
dada.
Bandas armadas comenzaron a recorrer algunas partes de
las ciudades, buscando recursos a cualquier costo, muchas conformadas por
delincuentes que trataban de controlar un sector de territorio, pero también de
personas honestas desesperadas al extremo y que solo buscaban obtener lo
necesario para la supervivencia de su familia.
Poco a poco fueron colapsando todos los servicios, así
como el de seguridad, la limpieza pública, municipalidades, ministerios y cortes de
justicia todos cerraron sus puertas, con la caída de la red eléctrica, también la
telefonía y el internet por supuesto, los hospitales dejaron de atender, no
solo por falta de espacio, también por falta de recursos y medicinas, sino también
por la falta de personal que huyó de los servicios para ir a cuidar de su
familia; uno de los últimos servicios en faltar fue el de agua potable, por
alguna razón las personas a cargo de las plantas de agua permanecieron en sus
puestos hasta el último, quizá sintieron la responsabilidad que su labor
significaba para la civilización.
Con la caída del sistema financiero, todos los
trillones virtuales de la bolsa de valores desaparecieron de un minuto para
otro, como por arte de magia, con los bancos cerrados, el dinero perdió todo su
valor, era solo un trozo de papel sin significado; oro, plata, diamantes y
otras joyas, dejaron de significar valor, eran solo unos adornos bonitos, pero
lo que necesitaba urgentemente la gente era alimentos y otros esenciales.
Si algo bueno trajo el virus, fue eso, igualó a tabla
rasa a todos los seres humanos, no había ricos y pobres, las diferencias de
bienes entre unos y otros era demasiado insignificante como para empoderar a un
grupo privilegiado.
Desde entonces las familias vivieron en una agonía por
aislarse, para no infectarse, además de buscar un lugar seguro donde protegerse
de los asaltantes y la necesidad de salir de sus refugios para buscar alimentos
para su subsistencia.
Los muertos en las calles ya no solo fueron a
consecuencia de la enfermedad, a estos se sumaron las victimas de las balaceras
y enfrentamientos por el control de territorios o por la lucha para obtener
provisiones.
Las ciudades se convirtieron en una jungla, donde
supervivía el más fuerte o el mas astuto; en el campo la situación es un poco
diferente, la gente rural siempre ha estado acostumbrada a vivir un poco
aislada, y muchos tenían una economía de auto subsistencia; pero, aun así,
muchos de los servicios necesarios para sus actividades fueron cortados, la
supervivencia significó reducir ostensiblemente sus necesidades y un chocante
cambio en su forma de vida; nada nunca volvió a ser igual.
Todo esto sucedió muy rápidamente, en promedio estos
cambios en el mundo ocurrieron en poco mas de un año desde la explosión del
virus en China, el tiempo varió un poco más o un poco menos según los países y
regiones, según la capacidad que tuvieron los tejidos sociales para enfrentar
la crisis; el hecho concreto es que nadie se imaginó, como solo se veía en las
películas de ciencia ficción, que esto nos podría pasar y de un modo tan precipitado.
Todo me hace pensar que fue allí, en el campo, donde
surgió la semilla de la nueva sociedad; es que ellos fueron los primeros en
intercambiar sus productos para satisfacer sus necesidades, con el tiempo
vieron la necesidad de organizarse para coordinar su comercio y también para
poder brindarse un apoyo uno a otro.
Cuando los abastecimientos comenzaron a acabarse en
las ciudades, cada vez resulto más difícil encontrar alimento, entonces las
familias empezaron a mirar hacia el campo, la emigración fue lenta, salir hacia
un futuro incierto, para empezar desde cero nuevamente, es muy difícil, los
citadinos no estaban acostumbrados a la forma de vida rural, pero además tenían
mucho temor de abandonar la cobertura de seguridad que les brindaban sus
estructuras de concreto.
Pero junto con los citadinos hambrientos también llegaron
algunas bandas de asaltantes que ya no encontraban nada más que robar en las
ciudades, hicieron barbaries en algunas granjas, pero los granjeros pronto
usaron sus propias organizaciones para defenderse, se armaron y construyeron un
sistema de alarma que movilizaba los grupos de defensa en la dirección adecuada;
así lograron erradicarlos del campo.
Poco a poco los inmigrantes en el campo se fueron
incrementando, con el tiempo se fueron adaptando velozmente a la vida rural, gracias
a que la falta de tecnología hizo que la mano de obra sea más necesaria para la
producción agrícola encontraron una forma de sobrevivir.
La agresividad del virus se vio cercada por el
aislamiento, pero además también ayudo a socavar el poder de las bandas armadas,
ya que muchos de ellos fueron victimas de la enfermedad al exponerse en los
espacios abiertos.
En solo poco mas de un par de años pudimos decir que
no hubo mas infectados por el virus, pero la población mundial se había reducido
drásticamente en este corto periodo de tiempo, el índice de supervivencia
estaba alrededor del 40%, una alta tasa de fallecidos no solo por el virus,
sino que a esto se sumó los que murieron por otras enfermedades comunes las
cuales, a falta de medicamentos y centros de salud, no pudieron ser tratados, y
también por los muertos a causa los enfrentamientos con las bandas armadas.
Luego de toda una etapa de desarrollo, muchos de los
citadinos inmigrantes empezaron el retorno, grupo tras grupo, tomando control
de ciertos espacios, aplicando lo aprendido en sus grupos de supervivencia en
el campo, conservaron el tipo de organización comunal que cumplió su función en
la peor época de la crisis; si algo aprendimos de la crisis es que no podemos
confiar las decisiones en supuestos caudillos, que finalmente cuando se ven
afectados solo defienden sus intereses particulares, ahora conocimos en carne
propia que la responsabilidad de las decisiones recae en cada uno de nosotros.
Conforme los grupos urbanos se fueron asentando en diferentes
sectores de las ciudades, vieron la necesidad de integrarse, de coordinar suficientemente
sus acciones para asegurarse que el abastecimiento desde el campo sea
suficiente, se distribuya eficientemente y se mantenga el orden establecido.
Una vez que se asentaron en las ciudades y sus grupos
organizados se integraron, tuvieron que enfrentar no solo los retos del
abastecimiento, sino los de una estructura social, los mecanismos de control y sanción
tuvieron que crearse; la red social requería de un gobierno, pero dado que ningún
grupo estaba dispuesto a ceder el poder a otro, surgieron los liderazgos en
cada sector, más la idea de grupo no permitió que se convirtieran en caudillos,
se construyó un tipo de federación, donde cada cual conserva su autonomía, pero
sin embargo se someten a una autoridad central; un sistema de justicia con parámetros
concertados también surgió de la necesidad.
Retornar a las ciudades significó también que se
necesitaba crear los procedimientos para retribuir los suministros que reciben del
campo; la primera preocupación fue ir restituyendo poco a poco los servicios de
agua potable y electricidad, la red de comunicaciones fue a continuación, pero
pronto esto no fue suficiente, se tuvo que encontrar a los equipos experimentados
y encomendarles la reactivación de algunas industrias; locales, maquinarias y
programas informáticos empezaron a funcionar acá y allá en manos de los grupos
calificados, una nueva forma de organización nacida de la cruda realidad.
En un inicio la relación entre campo y ciudad se estableció
mediante el intercambio, en la situación post crisis, no se ponía mucho hincapié
en la medición del balance de este intercambio, porque primó a necesidad de la
solidaridad; pero con el correr del tiempo tuvo que establecerse un medio de
cambio justo, por ese camino, como siempre, surgió la moneda, más específicamente
el dinero y con él, por supuesto, el
sistema financiero, solo que esta vez no fue un capitalista poderoso quien manejaba
los hilos, ni un grupo privilegiado, ni una corporación anónima, hoy el sistema
financiero es manejado por los especialistas designados por las comunidades en
cada región, una especie de cooperativas de las que se conocían antes, pero
mejorada, los sistemas de control de las decisiones financieras están firmemente
ligadas a los organismos de gobierno de cada región.
La desaparición en un inicio de la fuerza publica y
los procedimientos de control, condujo,
con el reasentamiento, al nacimiento de las nuevas organizaciones comunales, las
cuales reconfiguraron totalmente las fronteras tal como las conocíamos, así
como cada grupo organizado reclamo su autonomía respecto de los otros, las comunidades
organizadas entre estas también la reclamaron para sí, así como las provincias,
las regiones y las confederaciones mas amplias, para luego conjugar todas en un
tipo de congreso mundial, parecido a lo que era la Organización de Naciones
Unidas antes, pero con verdaderos poderes de decisión.
Son más de cinco años ya desde que se inició la plaga
viral, la población ha disminuido ostensiblemente en ese periodo, pero creo que,
después de esa experiencia, hacemos un uso más racional de los recursos que nos
brinda la naturaleza y podemos decir que tenemos una civilización sustentable,
en nuestro mejor esfuerzo.
Los servicios se han restablecido completamente, los
negocios volvieron a prosperar, las familias a florecer, todo parece volver a
funcionar como siempre; bueno, no como siempre, creo que mucho mejor, las
nuevas formas sociales que hemos creado, parecen funcionar mejor, más justas,
hay todavía muchas fallas en el sistema y hay mucha gente que no se adapta completamente,
tenemos problemas con las fuentes confiables de energía, pero, aun así, la deconstrucción
de nuestra sociedad fue positiva.
Lo que tengo que decir es que ojalá hubiéramos aprendido
de una manera mas fácil, que no nos hubiera costado tantas vidas, que nos hubiéramos
dado cuenta de que el sistema no soportaba más la carga social y que la
naturaleza nos cobra todo lo que extraemos de ella.
Aun hoy día permanece, entre los sobrevivientes, la hiriente
sensación de que todo lo que sufrimos fue solo una horrible pesadilla, pero,
cuando volvemos a la realidad, sentimos también el peso de la responsabilidad
de llevar adelante este proyecto que se construye día a día, por la memoria de
todos aquellos seres queridos que perdimos en este camino.