La unidad de la
izquierda en el Perú ha sido, desde hace tres décadas, un sueño irrealizable, muchos
han sido los intentos desde entonces, unos mas serios que otros, unos más
honestos que otros, pero todos fracasaron empantanados en las disensiones y
personalismos que han caracterizado el sector.
La razón principal ha
sido siempre la visión cortoplacista de sus dirigentes, hacen sus pequeñas
campañas en sus respectivas áreas de influencia y cuando faltan un par de
semanas para el cierre de las inscripciones hacia la carrera electoral, se
desesperan por buscar alianzas y formar frentes comunes.
En todos los casos se
ha tratado siempre de alianzas electorales, con la mirada fija en obtener
algunos puestos en el Congreso o un sillón municipal, o un gobierno regional, jamás
han pensado en gobernar el país, lo cual requiere de una extensa planificación y
un trabajo político de varios años direccionado sobre esta meta.
Las alianzas que se han
logrado han estado frecuentemente contaminadas en primer lugar por las
exigencias electorales, y en segundo lugar por las mentes estrechas de algunos dirigentes
que hacen cuestión de estado por defender sus privilegios de secta, como dice
el dicho: prefieren ser cabeza de ratón que cola de león.
Las discusiones acerca
de la unidad se inician con el reclamo cuantas posiciones dentro de la dirección
le va a tocar a cada cual, cuales cargos van a ocupar y por supuesto quienes
van a ser los candidatos para las elecciones; los puntos de principios,
programas de acción y visiones del mundo, resultan secundarios.
La unidad de la
izquierda, planteada desde este punto, resulta convirtiéndose en un mito, una
unidad pegada con mocos y babas no resiste la menor presentación; alguien me
menciono, después de las pasadas elecciones, que a pesar de los buenos
resultados obtenidos por el Frente Amplio y el favorable campo que este abrió para
la izquierda dentro de la ciudadanía, habíamos tenido mucha suerte de que Verónica Mendoza no hubiera
salido elegida, puesto que un eventual gobierno del FA hubiera caído en
desgracia desde sus primeras acciones, donde se hubiera destapado la olla de
grillos en su interior, desencadenando una carrera de ambiciones de poder,
hundiendo para siempre las esperanzas de una buena parte de nuestro pueblo.
Hay que empezar por
plantearse una unidad que trascienda las metas electorales, construyendo una
estructura pensada no para los siguientes meses, debemos ampliar nuestra visión
hacia lo que queremos para los siguientes veinte años, crear un programa de
gobierno realista, no pensando en ser oposición toda la vida, porque gobernar
requiere tomar las responsabilidades de como nuestras acciones van a afectar a
todo el Perú, entendiendo que no se gobierna para los militantes de tu partido,
ni para los que votaron por ti, sino
para todos los habitantes del país.
El proceso de unidad necesita
una opción altruista, la humildad y sinceridad de los concertantes, no entrar
con el pie en alto a pelear por cuotas de poder, cargos o candidatos, más bien
dispuestos a ceder posiciones, pero decididamente firmes en cuanto los principios
tanto éticos como políticos.
Desmitificar la unidad
de la izquierda en el Perú, pasa por fortalecer nuestras propias organizaciones,
si no logramos en primer lugar construir una organización cohesionada y con
metas claras, poco vamos a poder aportar a un proceso de unidad con otras
organizaciones en las mismas condiciones; por esto podemos decir que el éxito de
la unidad no se mide en cuantas pequeñas o grandes organizaciones se suman al
proceso, sino de la calidad de las mismas.
Otro punto no menos importante
es el grado de nuestra democracia interna, como militantes de izquierda
defendemos la democracia como método para llegar a transformar la sociedad
hacia la justicia y la equidad; pero, por sentido común, se enseña con el
ejemplo, no con la palabra; si no somos capaces de enriquecer nuestras
organizaciones con una amplia democracia, no habrá forma que nadie nos crea los
ideales que deseamos inculcar para el resto de la nación.
¿En este punto es deseable
la unidad de la izquierda?... ¡claro que sí!... es más… es necesaria, cada vez
con más fuerza; pero vamos a enfrentar el reto con responsabilidad, no se trata
de juntar perro, gato y pericote; no se trata de una junta de notables
encerrados bajo cuatro paredes jugando sus intereses sobre la mesa; se trata de
dar forma a una organización que represente los anhelos de justicia de la
patria entera, ¡vamos a dar la lucha!
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